Usted está aquí: martes 23 de enero de 2007 Mundo Con el índice de aprobación más bajo de su gobierno, Bush rinde hoy informe presidencial

Arranca la carrera por la jefatura de la Casa Blanca con una docena de aspirantes

Con el índice de aprobación más bajo de su gobierno, Bush rinde hoy informe presidencial

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Nueva York, 22 enero. Este martes el campeón ensangrentado, golpeado pero aún de pie, ofrecerá su séptimo informe presidencial a la nación, mientras que en dos semanas el país tendrá la oportunidad de ver el mayor espectáculo comercial el mundo deportivo, el Súper Tazón, y en menos de dos años se coronará al próximo campeón del gran Súper Tazón político, la elección presidencial, juego que ya arrancó con por lo menos 12 contendientes.

George W. Bush está preparando su informe presidencial, llamado aquí el Estado de la Unión, que presentará este martes ante el Congreso (por primera vez desde que llegó a la Casa Blanca controlado por los demócratas) y transmitido en vivo a un país donde sólo un tercio de sus conciudadanos aprueban su gestión.

Ofrecerá su informe cuando casi todas las encuestas registran su índice de aprobación más bajo desde que ocupó la Casa Blanca (entre 28 y 35 por ciento, en las encuestas más recientes). Un 70 por ciento desaprueba su manejo de la guerra, y 65 por ciento se opone al envío de más tropas a Irak. Un 56 por ciento opina que no se puede confiar en Bush durante una crisis ­la primera vez que la mayoría piensa eso­ según la encuesta del Washington Post/ABC News. El pesimismo abunda, con 71 por ciento que estima que el país avanza sobre "un carril equivocado" y sólo 26 por ciento indica que el país procede sobre la vía correcta, de acuerdo con esta misma encuesta (otras registran tendencias muy parecidas).

Aunque será obligado abordar el tema de la guerra en Irak, también se enfocará en algunas propuestas de política interna, incluida su idea de una reforma migratoria limitada, reformas en las áreas de salud y educación, y un par de propuestas fiscales.

En lo que será su penúltimo informe presidencial, casi todo ha cambiado desde hace un año para Bush, cuando recién triunfante de su relección prometió emplear su gran "capital político" para promover una serie de iniciativas (reforma migratoria, reforma del seguro social) y más, celebró el progreso en la gran cruzada contra el "terrorismo", mientras que sus estrategas festejaban lo que pensaban sería la consolidación de una dinastía política republicana sin fin.

Pocos meses después, entre el creciente desastre en Irak y las primeras bajas en un espectacular escándalo de corrupción política en Washington que aún no acaba, además de varios escándalos, empezó a temblar por primera vez la Casa Blanca de Bush. El año concluyó con la derrota republicana en las elecciones legislativas de noviembre.

Es en esta coyuntura que Bush acudirá al Capitolio la noche del martes, convertido en una figura poco confiable, en extrañas conversaciones privadas con Dios, y hasta con sus propios aliados buscando distanciarse e incluso criticar a su propio comandante en jefe.

Y es en esta coyuntura que, dos años antes de que se instale un nuevo ocupante de la Casa Blanca, y un año antes de comenzar el ciclo formal de elecciones primarias, que de pronto aparecen, en rápida sucesión, por lo menos una docena de aspirantes a la presidencia y con ello arranca el gran concurso político-financiero-mediático-cultural-deportivo conocido aquí como el proceso democrático: el Súper Tazón político.

Una mujer, un afroestadunidense, un latino y varios anglos ya están dentro del gran estadio para competir por la copa presidencial. Pero ninguno puede ser tomado en serio ­comenta Donna Brazille, la estratega electoral demócrata y ex jefa de campaña del candidato presidencial Al Gore­ si no logran obtener por lo menos 60 a 70 millones de dólares para sus campañas. Ese es el precio de entrada al "big game".

La gran novedad que se comenta aquí es la posibilidad de que por primera vez Estados Unidos sea gobernado por una mujer, o un negro, o un latino. Sin embargo, hay pocas diferencias reales entre los tres, ya que todos giran hacia el centro de su partido.

Hillary Rodham Clinton, abogada liberal de Chicago al inicio, pasó a ser primera dama de Arkansas, y después primera dama de la nación con Bill Clinton, y ahora senadora por Nueva York, anunció su ya muy anticipada decisión de ingresar a la contienda para ser candidata presidencial del Partido Demócrata. Automáticamente es la figura de mayor perfil público en el concurso por ahora.

Bill Richardson, gobernador de Nuevo Mexico, también anunció su intención de ser candidato presidencial demócrata este fin de semana. Representante federal, embajador ante la ONU, secretario de Energía con Clinton y una de las figuras políticas latinas más prominentes, insiste en que no hará campaña como candidato de los latinos, sino como un latino orgulloso de su ascendencia que desea ser presidente de todos.

Tal vez el más curioso es el senador Barack Obama, político relativamente novato que ha sido proclamado como el nuevo "superestrella" del Partido Demócrata. Hijo de una estadunidense blanca y padre africano, criado en Hawai, egresado de Harvard como abogado, legislador estatal en Illinois y que sólo lleva dos años en el Senado, Obama ha generado gran expectativa al manejar de manera experta su imagen. Autor de una autobiografía best seller sobre su vida de apenas 45 años, con un carisma natural, su gran atractivo es una "cara nueva" y "fresca" entre tanto político conocido.

Otros que han anunciado sus intenciones dentro del Partido Demócrata incluyen al representante liberal-progresista Dennis Kucinich, tal vez el mejor medido por principios, pero que no se le da ninguna posibilidad; el ex senador sureño John Edwards, candidato a vicepresidente con John Kerry en la última elección y reconocido por su mensaje central sobre la creciente desigualdad y polarización económica estadunidense; el senador Christopher Dodd y el gobernador Tom Vilsack, y se esperan más.

Del lado republicano, por ahora se han declarado o están por hacerlo el senador John McCain; el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani; el ex gobernador de Massachussets Mitt Romney, el senador conservador Sam Brownback, y posiblemente el senador centrista-moderado Chuck Hagel; y hasta el representante antimigrante Tom Tancredo, y la lista sigue creciendo.

Todos dicen que saben cótmo cambiar de curso y poner al país sobre el rumbo correcto. Pero primero y ante todo, cada uno enfrenta una cuestión básica y fundamental en esta coyuntura: qué hacer con la guerra. Y no es una pregunta más sobre un tema más, sino clave para el destino de esta democracia.

Resulta que el pueblo estadunidense, los militares, el Congreso, el pueblo de Irak, la opinión mundial y más se oponen a un incremento de tropas en esta guerra. Como editorializa la revista The Nation esta semana: "¿Puede un solo hombre obligar a una nación a luchar en una guerra que (el país) no desea luchar, ampliar una guerra que no desea ampliar? Si él puede ¿esta nación es todavía una democracia en un sentido real?"

Mientras tanto, se aproxima el Súper Tazón. Se sabe que los anuncios comerciales que tradicionalmente se estrenan en su transmisión siempre son lo mejor del evento. Los políticos también saben que necesitan mucho dinero, sobre todo para pagar los anuncios comerciales para vender ­perdón, promover­ su candidatura ante el consumidor.

Regresaremos a la programación de la serie "la democracia" después de estos importantes mensajes de sus patrocinadores.

 
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