Usted está aquí: lunes 9 de octubre de 2006 Deportes Aún está viva en la memoria la faena de Silverio a Tanguito

Aún está viva en la memoria la faena de Silverio a Tanguito

LUMBRERA CHICO

Ayer, como lo adelantamos aquí hace ocho días, terminó la temporada chica en la Monumental Plaza México y la verdad es que la gente salió del serial con buen sabor de boca, paladeando los hallazgos de las nuevas promesas de la torería nacional que forman ya el eslabón más reciente de una larguísima cadena que atraviesa los últimos dos siglos.

De eso, y no de otra cosa, se hablaba a la mitad de esta semana alrededor de una concurrida mesa de El Tío Luis, el célebre restaurante taurino del desaparecido Pedro Yllana, cuando uno de los comensales reparó en que, sobre la pared que tenía ante sí, había una foto del inolvidable Tanguito, el bravísimo toro de Pastejé, que al acometer el capote de Silverio Pérez clavó los cuernos en la arena del antiguo Toreo de la Condesa y dio una vuelta de campana que ahí quedó para siempre.

Y fue en ese momento cuando el nostálgico recordó un hermoso libro, escrito por doña María de la Paz Domínguez de Pérez en 1952, pero no publicado sino en diciembre de 1993 y que se llama, nada más pero nada menos que Mi Silverio Pérez, faraón y hombre, en donde la Pachis relata a su modo lo que el domingo 13 de enero de 1943 le sucedió a su marido con ese aguerrido animal.

"Y se abrió la puerta de los sustos para dar paso a Tanguito. La especial configuración de sus pitones hizo que a los primeros capotazos se hundieran éstos en la arena, dando una maroma completa, muy espectacular para el público pero que al toro le hizo mucho daño. Por dos veces consecutivas sucedió lo mismo. Desde ese momento se quedó embistiendo muy lentamente; tan fue así que ninguno de los tres alternantes pudo lucirse en quites.

"Cuando Silverio, empuñando la muleta, le dio los tres clásicos muletazos de tanteo se vio descompuesto. Nadie sospechaba que segundos más tarde contemplaría una de las faenas más grandiosas que se han realizado en plaza alguna. No fue fácil para Silverio aquel portentoso trasteo. Había que llegarle mucho al toro y medirle paso a paso la lentitud de la embestida. Ante la locura de los espectadores hizo todo lo que es posible hacerle a un toro y también lo que hasta entonces se consideraba como imposible".

La actuación del Faraón de Texcoco aquella tarde, agrega la Pachis, arrancó comentarios como este de "José Claro" (Rafael Solana) en el periódico Multitudes: "Nadie ha hecho el toreo como lo hizo este as de ases, a quien había que levantar no una placa sino una pirámide, una basílica o, mejor aún, una montaña para que existiese un monumento a la altura de su gloria".

O el de Carlos Septién García, el "Tío Carlos", en El Universal: "Silverio rompió junto con Tanguito las leyes del toreo, acortando hasta el último límite las distancias entre toro y torero, ensanchando hasta lo increíble el espacio en que el toro podía ir prendido de la muleta, alargando hasta lo inverosímil el tiempo de dilación de un pase, haciendo por tanto un toreo diferente en temple y en terreno, en tiempo y en espacio".

 
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