Usted está aquí: miércoles 27 de septiembre de 2006 Política Víctimas de abuso sexual exigen castigo para sacerdotes y quienes los encubren

Unieron sus reclamos y pidieron a la sociedad no permanecer pasiva ante esos crímenes

Víctimas de abuso sexual exigen castigo para sacerdotes y quienes los encubren

ALMA E. MUÑOZ

Ampliar la imagen Integrantes del Comité Ciudadano de Coyoacán se manifestaron en San Lázaro en demanda de que se renueven las instituciones "mancilladas por grupúsculos de hambrientos políticos". Con muñecas dramatizaron los actos lascivos de curas pederastas Foto: Francisco Olvera

Víctimas de abuso sexual de los sacerdotes Marcial Maciel y Nicolás Aguilar Rivera se reunieron ayer en una librería de la ciudad de México para exigir justicia por los "crímenes" cometidos por representantes de la Iglesia católica contra niños y adolescentes, además de exigir castigo para "quienes los encubren".

Joaquín Aguilar, demandante de los cardenales Norberto Rivera y Roger Mahony, en la Corte Superior de California, Estados Unidos, por encubrimiento de su abusador, Nicolás Aguilar Rivera, afirmó: "Iré hasta el fin del mundo si es necesario para que caiga quien tenga que caer y pague su delito".

Aseguró que tiene como ejemplo las acusaciones de los primeros ocho denunciantes de las acciones cometidas por Maciel, para "no declinar hasta el final, y que todo se resuelva en la corte" estadunidense.

En tanto, el ex sacerdote Alberto Athié -confesor de José Manuel Amenábar, otra víctima del fundador de los Legionarios de Cristo- afirmó que en México es importante que los laicos "no sigamos pasivos" sobre los ataques sexuales de religiosos, para pedir a la Iglesia católica "cuentas de esos actos y del encubrimiento de esos abusos".

De lo contrario, afirmó, secundado por un grupo de ex legionarios -José Barba, Alejandro Espinosa, Saúl Barrales, Paul O´Connor Lenon, José Antonio Pérez Olvera, Arturo Jurado y Francisco González Parga- y sus familiares, en la institución "no habrá cambios", además de resaltar que resulta importante conseguir que tanto perpetradores como "quienes los encubren" tengan el castigo que merecen. Inclusive "la prisión", aseguró.

Todos se reunieron durante la presentación del libro de Fernando M. González, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien reunió en su obra testimonios y documentos inéditos acerca de la vida de Marcial Maciel.

Con base en archivos obtenidos por medio de la hija de una benefactora del religioso para la construcción del Instituto Cumbres, Flora Barragán; de correspondencia del padre Luis Ferreira Corza, ex vicario general de la Legión, y de la Sagrada Congregación de Religiosos -cuyo nombre cambió en 1988 el papa Juan Pablo II por Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica-, el autor de la obra -también comentada por la periodista Carmen Aristegui- dio cuenta que la arquidiócesis de México fue advertida desde 1954 sobre los abusos sexuales, "tentaciones" y consumo de estupefacientes que gustaba el líder moral de los Legionarios de Cristo.

Según los documentos que expone en el texto, el primero en denunciar ante la curia al respecto fue Federico Domínguez, ex secretario de Maciel, de 1948 a 1952. A través de una larga carta dirigida al entonces vicario episcopal de la arquidiócesis, Francisco Orozco Lomelí, relató que su ex jefe "exageró y deformó" hechos relacionados con su vida, y que acostumbraba, para ocultar sus excesos, cultivar "íntimas amistades" y otorgar "frecuentes regalos para mantenerse enterado de las acusaciones que llegaban al Vaticano contra su obra".

En la misiva, el religioso advirtió, en busca del apoyo del arzobispo de esa época en la capital del país, Darío Miranda, que Maciel llegó al grado de "inventarse una enfermedad en el hígado para ocultar una afectación a sus glándulas sexuales". Asimismo, deslizó la posibilidad de que el padre hubiera sido violado en su niñez, por rancheros de Cotija, Michoacán.

También dio cuenta del testimonio de otra víctima del sacerdote, Francisco González Parga, quien le relató por primera vez -como ratificó ayer en la presentación del libro, ante un numeroso público que se dio cita en la librería Gandhi, ubicado en avenida Miguel A. de Quevedo- que él como sacerdote en funciones se había acercado antes de la denuncia presentada por sus ex compañeros en 1998 a la Congregación de la Doctrina de la Fe para exponer su caso y pedir sus dispensas como clérigo. Sin embargo, recordó que su demanda de justicia no prosperó. Es más, dijo, "un año después de interponerla, quien estudió mi caso me pidió que fuera a Roma supuestamente para hacer más expedito mi trámite. Me citó en su casa, me ofreció copitas de anís, me invitó a dormir y después me hizo proposiciones indecorosas".

Después de los comentarios de Barba, Aristegui, Athié y el autor del libro, se invitó a pasar al estrado a Joaquín Aguilar, quien fue recibido con aplausos por parte de todos los presentes.

Luego, la víctima de Nicolás Aguilar habló para, al igual que O´Connor, Barba y Athié, exigir justicia y pugnar porque en México también se dé un cambio y se denuncien los ataques sexuales cometidos por religiosos, así como "el encubrimiento de jerarcas".

José Barba reiteró que los ex legionarios de Cristo denunciantes de Maciel aún mantienen su intención de llevar su caso ante la Organización de Naciones Unidas u otras instancias internacionales porque consideró que la sanción para el sacerdote fue "evadida", este año, por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.