Severas críticas a la política económica foxista en la glosa del último Informe
Plantea el PRI su propósito de apoyar las llamadas reformas estructurales
La calificación del último año del gobierno de Vicente Fox Quesada en materia de desarrollo social y economía pasó del rechazo a la burla, y concluyó en el acuerdo entre priístas y panistas, quienes se comprometieron a aprobar las reformas energética, hacendaria y de pensiones.
El priísmo dejó claramente establecido que en los próximos tres años caminará al lado del panismo y, por tanto, del gobierno de Felipe Calderón, cuando Esteban Chidiac convocó a todas las fuerzas políticas para resolver mediante el acuerdo y "entrar a fondo a la discusión" de los cambios estructurales.
La intervención de este legislador resultó la más importante de los priístas durante la maratónica sesión de glosa del gobierno foxista, porque estableció los lineamientos del tricolor para impulsar la aprobación de los cambios estructurales y "cuantas reformas permitan rescatar la competitividad perdida, el dinamismo económico y el combate a la pobreza".
Durante más de nueve horas, los diputados de todos los partidos, participaron en una jornada en la que nadie escuchó al otro con seriedad, pero sí dejaron constancia de la polarización existente en San Lázaro.
En este escenario, el priísta Chidiac enarboló la postura de los que llamó "nuevos legisladores priístas", que manifiestan su disposición para debatir las reformas estructurales sin dogmas ni egoísmos, en el "camino de la justicia económica".
En concordancia, Gustavo Ramírez, del PAN, convocó a todas las fuerzas representadas en San Lázaro a respaldar las reformas estructurales, con el argumento de mejorar la condición económica de la mayoría de los mexicanos, para que "se les brinden mayores facilidades de emplearse en la economía formal, que les provea de energéticos más baratos y que se fomente un clima sumamente atractivo para realizar negocios y transacciones comerciales con el resto del mundo".
Después de evidenciarse el maridaje PRI-PAN, y reflejar lo que habrá de observarse en adelante, los diputados de las restantes fuerzas políticas, PRD, PT y PVEM, la emprendieron contra los pobres resultados económicos del foxismo, y su gobierno.
El PRD, por medio de Pablo Trejo, advirtió que la economía nacional concluirá, en el periodo foxista, con déficit de 2 millones 500 mil empleos, y al igual que Haití, con un crecimiento del producto interno bruto cercano a 2 por ciento anual. En tal caso la administración federal fue salvada del desastre económico, dijo el legislador, gracias a los altos precios de los hidrocarburos.
Con dureza, el petista Joaquín Vela González destacó que Vicente Fox careció de rumbo económico, al no registrarse el mínimo impulso a la industria ni a la producción, orillando al país a convertirse en una nación de servicios y de consumo de productos extranjeros.
José Manuel del Río del Virgen, diputado por Convergencia, fustigó al foxismo, que presume de estabilidad económica y manejo transparente de los recursos públicos, porque resulta difícil a las autoridades reconocer que existen millones de mexicanos desempleados y cientos de miles de ciudadanos que emigran anualmente en busca de oportunidades de empleo.
"Nuestro país enfrenta las peores desigualdades de su historia, la distribución del ingreso se ha deteriorado, la sociedad se encuentra tremendamente polarizada, el desempleo no tiene precedente y la industria es casi inexistente", advirtió.
El petista Pablo Arreola insistió en que durante el presente sexenio creció de forma exponencial el comercio informal, del cual dependen 16 millones de personas. Por tal razón emitió un urgente llamado a las fuerzas políticas a reconstruir el Estado, "dándole un carácter de promotor del desarrollo para construir hospitales, viviendas, brindar educación gratuita y apoyos productivos en el campo".
A lo largo de la glosa de los temas de economía y de desarrollo social, los diputados abordaron toda clase de problemas inherentes a lo que se llamó "el fracaso del foxismo".
El llamado Rey del Tomate, Andrés Bermúdez, con un efímero pasado priísta, no se retiró el sombrero negro que acostumbra llevar y fue recriminado desde la bancada del PRD por faltarle al respeto a los símbolos patrios. Ante tal observación, no le quedó más remedio al presidente de la Cámara, Jorge Zermeño, que solicitarle que se despojara del sombrero. Este ignoró la solicitud por unos segundos, pero tuvo que acatar la orden.
Bermúdez intentó dar una clase de lo que significa ser un mexicano que emigra a Estados Unidos, pero su exposición no fue creíble, porque descalificó a priori todas las críticas contra el foxismo e irritó aún más a los legisladores presentes en el salón de plenos, porque se enfundó en pocos meses en la camisa del PAN, haciendo caso omiso de su pertenencia priísta, que defendió en tiempos recientes.
Sin importarle, escuchó las rechiflas en su contra cuando mantenía sobre su cabeza el sombrero en plena tribuna camaral. "Pareces diputado de San Garabato", le gritaban priístas y perredistas,
Tonatiuh Bravo le espetó con dureza, ante la ausencia de conducción política que una vez más manifestó el panista Jorge Zermeño ante el pleno camaral: "la ley sobre el escudo y la bandera indican que cuando están los símbolos patrios hay que descubrirse la cabeza; pido que se quite el sombrero".
El diputado panista tuvo que hacerlo, aunque con desgano.