Usted está aquí: lunes 11 de septiembre de 2006 Política Con todo y boleto, simpatizantes del PAN quedaron fuera de la Plaza México

Habitantes de colonias populares del DF y de comunidades indígenas no pudieron entrar

Con todo y boleto, simpatizantes del PAN quedaron fuera de la Plaza México

Para evitar que Calderón fuera cuestionado, instalaron retenes alrededor del coso

ALFREDO MENDEZ ORTIZ

Ampliar la imagen Genaro Borrego, de los "invitados especiales" al acto panista Foto: Cristina Rodríguez

Fue un acto con tintes elitistas. Aunque el PAN buscó agradecer a todos los incondicionales de Felipe Calderón, varios simpatizantes, con todo y boleto en mano, se quedaron con las ganas de ver o al menos escuchar a su presidente electo.

Decenas de personas -la mayoría de apariencia humilde-, después de más de dos horas de permanecer formadas en una de las seis puertas de acceso a la Plaza de Toros México, se tuvieron que conformar con las explicaciones de los agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP), del Estado Mayor Presidencial (EMP) y de los guardias de seguridad privada contratados para el acto, quienes intentaron contener la furia de varios inconformes.

Después de negarles el ingreso, una y otra vez indicaban a los presentes que "un problema en la distribución del boletaje" provocó que muchos se tuvieran que quedar afuera.

En su mayoría, los invitados al festín que no pudieron ingresar al coloso provenían de demarcaciones y colonias populares del Distrito Federal (Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Tláhuac y Azcapotzalco), así como de comunidades indígenas del estado de México, Hidalgo, Querétaro, Tlaxcala y Morelos.

Los organizadores, para evitar otro bochorno al próximo jefe del Ejecutivo federal, como el del pasado viernes durante su gira por Michoacán, optaron por restringir, con vallas metálicas, el acceso a las inmediaciones del coso taurino.

Horas antes del acto, Gerardo Priego, secretario de Vinculación con la Sociedad del PAN, advirtió que al recinto taurino sólo ingresarían aquellos simpatizantes que contaran con invitación.

Asimismo, informó que tenían garantizado el lleno, ya que se giraron 55 mil invitaciones a varios estados del país, y precisó que tan sólo en el Distrito Federal se invitó a 15 o 20 mil personas.

Según reconocieron los propios organizadores, el problema de las aglomeraciones y de las personas que no pudieron ingresar se debió a que el blanquiazul repartió más boletos para la puerta 4 -que está frente al estadio de futbol del Cruz Azul- y para el acceso 6 -ubicado sobre las calles de Atlanta y Tintoreto-, mientras que las entradas por las puertas 1, 2 y 3 rápidamente fueron despejadas porque se imprimió menos boletaje para esas vías de acceso.

Los accesos 1 y 3 estaban reservados para secretarios de Estado, invitados especiales, representantes de los medios de comunicación y militantes panistas de alcurnia.

En contraste, por las puertas 4 y 6 ingresó la mayoría de las personas que provenían -en grupos de excursión- de diversas comunidades del país.

Un búnker

Quien no traía boleto se quedaba de mirón.

-¿Ni a comer un taco puedo pasar? -preguntó un señor que tenía la esperanza de obtener un boleto para reunirse con su familia, que una hora antes había ingresado a la monumental plaza de toros.

-Ni a eso, si no trae su invitación del PAN, -respondió enérgico uno de los guardias presidenciales.

Algunos, inconformes, observaron callados; otros, molestos, reclamaron a gritos, mientras las avenidas Revolución y Patriotismo tomaban forma de una improvisada central camionera.

Esta vez no hubo protestas de perredistas, como ocurrió el pasado viernes en la ciudad de Morelia. Y no por falta de ganas, sino porque nadie que no confirmara a los vigilantes su filiación panista -vistiendo ropa blanquiazul y portando en mano uno de los 55 mil boletos que mandó imprimir el PAN- pudo ingresar, primero, a las inmediaciones del coso taurino, y después, al interior.

A las 11:35, cinco minutos antes de que empezara el acto panista y que Manuel Espino dirigiera su arenga, afuera, donde miles de personas aún esperaban impacientes su ingreso al coso, un grito solitario y anónimo se oyó entre la muchedumbre: "arriba el Peje".

El intrépido comentario provocó curiosidad y molestia entre quienes aún hacían fila. Incluso, un envalentonado que portaba con orgullo una camiseta con la leyenda "Felipe Calderón, presidente. Por un México en Paz" replicó:

-A ver quién está en favor del Peje; da la cara, no seas cobarde.

Pero ya no hubo nadie que continuara la provocación.

 
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