Usted está aquí: sábado 9 de septiembre de 2006 Cultura El espíritu del blues

DISQUERO

El espíritu del blues

El primero de los dos discos arranca con ímpetu tal que un escucha despistado pensaría en los jalones de energía que sueltan los barbudos ZZTop.

El segundo corte traería a mientes los desplantes machines de Wilie Dixon (''all I want/ is make love to you/ love to youuuuu").

El siguiente es un encanto soul que nada tiene que ver con el supermachín don Jaime Café, mejor conocido como James Brown, inventor de sex machines, reventones y cánticos orgiásticos desde el lado moridor.

El cuarto track haría pensar en la magia de la Danza del sol del Mediterráneo que creó el trío fantástico Paco de Lucía/Al Dimeola/ John Mclaughlin, o en la mujer de magia negra de don Carlitos Santana.

Pero en el quinto track ya no hay pierde: un efluvio pletórico de encanto, sensualidad, misterio irresistible que contiene el espíritu femenino volcado en la pieza heraclitiano-janisjopliniana-simondebovuaresca titulada The river wilde.

Señores y señoras, con un prodigio hemos topado: se trata de las piezas inaugurales de un álbum doble y sensacional: Blues guitar women (Ruf Records), cuyo contenido tira por tierra los resquemores que algún atrasado tuviera respecto del predominio del espíritu femenino en la cultura del mundo.

He aquí la comprobación del poderío, profundidad, capacidad de comunicar, conmocionar, conmover, enaltecer que tiene la expresión cabal de 29 guitarristas 29 que desfilan en estos dos discos prodigiosos. (Mi ejemplar lo conseguí en una tienda Mixup, pero dadas las precarias condiciones de distribución de libros y discos en México, se puede adquirir por encargo en esas tiendas, o bien aquí va la dirección electrónica de esta disquera independiente alemana: www.rufrecords.de).

Una de estas extraordinarias guitarristas hizo esta compilación maravillosa. Se trata de la maestra Sue Foley, quien distribuyó en el primer cd el sonido de las guitarristas contemporáneas y en el segundo las tradicionales, las maestras fundacionales, las mayoras pues.

Tenemos entonces un panorama completo del quehacer artístico, extraordinario, de mujeres que pulsan la guitarra y lo hacen no solamente con niveles virtuosísticos semejantes a los de sus pares varones, sino que los superan en capacidades que no les son dadas a los machines: una poética capacidad de asombro, una tersura insólita en los blues más ríspidos, una fuerza infinita en los clímax, los riffs, los jalones de energía que caracterizan al espíritu del blues, blús, bluuuuuussss.

Ciertamente no es novedad que existen extraordinarias mujeres en el blues, que es territorio machín por antonomasia.

Lo que sí es noticia es la aparición de una antología que logra retratar con tal eficacia, emoción, calidad y calidez algo que para algunos de nosotros era agua tibia, pero para una sociedad machista es novedad: el espíritu del blues es femenino.

Pablo Espinosa

 
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