Usted está aquí: miércoles 6 de septiembre de 2006 Política Con ira, la gente escuchó el llamado de AMLO a la revolución de conciencias

El grito de "¡justicia!" predominó en la asamblea del día 38 de la resistencia pacífica

Con ira, la gente escuchó el llamado de AMLO a la revolución de conciencias

El tabasqueño dejó de ser candidato, pero la gente lo recibió y despidió como "¡Pre-si-den-te!"

JAIME AVILES

Ampliar la imagen 19:31 horas. Aspecto de la asamblea informativa de Andrés Manuel López Obrador, ayer en el Zócalo capitalino Foto: Carlos Ramos Mamahua

Ampliar la imagen 12:33 horas. Reacción popular tras conocerse el fallo del TEPJF Foto: Carlos Ramos Mamahua

"¡Es un honor estar con Obrador, es un honor estar con Obrador!", grita la gente a todo pulmón bajo las conchas de los paraguas que malamente protegen del chubasco. "¡Yo propongo que firmemos como individuos, no como grupo parlamentario!", exclama un diputado del Partido del Trabajo en una tienda de campaña donde los miembros de esa bancada celebran una reunión y utilizan un micrófono para comunicarse, porque de lo contrario, bajo el ruido de la lluvia, no se oirían entre sí. Lo paradójico es que los escucha la gente que se moja afuera a su alrededor.

"¡Jus-ti-cia, jus-ti-cia, jus-ti-cia!", es la consigna dominante del día, que Jesusa Rodríguez, minutos más tarde, reclasificará como "el número cero de las instituciones mexicanas y el 38 del plantón de resistencia civil pacífica".

Es fuego lo que hay en los ojos de la multitud que en cantidades muy superiores a las que suelen acudir en un día de entre semana, llena la fría y oscura tarde de este martes, venida de todos los rumbos de la ciudad y de todos los campamentos de Madero, Juárez y Paseo de la Reforma.

La muchedumbre parece una bomba a punto de explotar, envuelta en sus frágiles plásticos y arreborujada para compartir la ficticia protección de los paraguas.

Solidaridad patente con el tabasqueño

En el templete, por su parte, hay una multitud que no puede mantenerse en la parte trasera del escenario porque, según avisa Julia Arnaut, las bases de la plataforma se están meciendo peligrosamente y en cualquier momento puede ocurrir un derrumbe. Esto provoca que a la mitad del discurso de Andrés Manuel López Obrador, muchos de sus acompañantes pasen a la parte frontal del escenario y rodeen al político tabasqueño, como si quisieran hacerle más patente, más grande, más demostrativa su solidaridad.

Esta es la segunda vez, desde que se inició el plantón el pasado 30 de julio, que la lluvia no se interrumpe cuando toma la palabra López Obrador, fenómeno inexplicable que han atestiguado decenas de miles de personas durante las cinco semanas y media que llevan aquí. La primera excepción a esta regla ocurrió el jueves pasado, cuando los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación emitieron sus rapidísimas sentencias sobre los 350 juicios presentados por la coalición Por el Bien de Todos, y que despacharon de un plumazo despojándose de toda seriedad. Ayer volvió a ocurrir lo mismo.

Gritando "¡jus-ti-cia, jus-ti-cia!", la gente aguantaba la tormenta, mientras la senadora Rosario Ibarra de Piedra leía el acuerdo alcanzado por los tres partidos integrantes de la coalición, mediante el cual se comprometieron a impedir que Felipe Calderón Hinojosa asuma la Presidencia de la República, el primero de diciembre.

El cielo no se dio por enterado

Y nadie perdió las esperanzas de que la lluvia se quitaría en cuanto pasara al podio López Obrador, por eso esperó pacientemente a que el líder del Partido del Trabajo, Alberto Anaya, y Dante Delgado, de Convergencia, suscribieran el documento. Pero no. A Andrés Manuel le llegó el turno y el cielo no se dio por enterado, sino al contrario, aumentó el suministro de agua.

"Es que ya todo cambió", expresó con sorna un colaborador del político tabasqueño, refiriéndose por supuesto al agravamiento de la crisis política nacional, pero también al comportamiento de los elementos naturales. Pero si no logró que escampara con su presencia, con su discurso hizo que a la gente le dejara de importar lo mojado y lo tupido, sobre todo en la parte más dramática de su mensaje cuando pronunció estas palabras:

"Por lo que respecta a nuestra estrategia, amigas y amigos, lo primero que tenemos que hacer es la revolución", y la gente contuvo el aliento mientras Andrés Manuel guardaba silencio y recorría con la vista los tres puntos suspensivos que en el texto llevaban a las palabras "de conciencias".

De manera que hacer la revolución de conciencias, impedir que Felipe Calderón Hinojosa asuma el poder, realizar la convención nacional democrática, formar un gobierno en rebeldía y refundar la República son demasiadas tareas como para que todavía tengan tiempo de deprimirse los seguidores del hombre que desde ayer, en términos oficiales dejó de ser candidato, pero a quien la gente recibió y despidió gritándole: "¡Pre-si-den-te!"

 
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