Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 23 de julio de 2006 Num: 594


Portada
Presentación
Bazar de asombros
A favor de un recuento voto por voto
Dos notas sobre Picasso
y el cubismo

TOMÁS LLORENS
Los libros y el siglo de Picasso
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ
Algo sobre Picasso
ODYSSEAS ELYTIS
El alquimista de historias
ADRIANA CORTÉS COLOFÓN Entrevista con CÉSAR AIRA
Picasso y la obra de arte desconocida
RAFAEL ARGULLOL
Al vuelo
ROGELIO GUEDEA
Mentiras transparentes
FELIPE GARRIDO

Columnas:
Y Ahora Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Danza
MANUEL STEPHENS

Tetraedro
JORGE MOCH

Crónica
Reseña de Leo Mendoza sobre Una teología para el futbol


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UNA TEOLOGÍA PARA EL FUTBOL

LEO MENDOZA

Juan Villorol,
Dios es redondo,
Editorial Planeta,
México, 2006.

Villoro –como Jorge Valdano con quien el autor comparte iniciales– es uno de los escritores que mejor entiende al juego y la pasión que provoca y, como el inteligente delantero argentino, reconoce que más allá de las tácticas, la teoría y el parado de los jugadores en la cancha, que puede o no dominar al equipo rival, el azar o el talento de un solo jugador terminan por desequilibrar todo: quizá ningún otro juego de conjunto provoque tal cantidad de teorías, argumentaciones, puntos de vista, opiniones contundentes y postulados universales desechos ante el conjuro de la genialidad: así el Brasil de los años setenta –un equipo predispuesto para la maravilla– anotó el primer gol en la final contra Italia tan sólo para quebrantar la maldición que Juan Villoro conoció por boca de su padre.

Quizá por ello el libro de Villoro inicia por su propio reconocimiento como fanático y la historia de cómo se convirtió en necaxista. Más allá de las herencias familiares y la tradición, hay un hecho azaroso, imprevisto que un buen día nos viste de un color determinado para padecer o gozar con un equipo. Una pasión tan fuerte que es una de las pocas que permanecen intactas hasta la edad adulta, donde los cambios de camiseta son en realidad escasos.

Sin embargo, Dios es redondo es mucho más que una confesión pasional: es un recorrido por el mundo globalizado del futbol, ese mundo del cual el propio Villoro es un ejemplo ya que hasta antes de los ochenta, el balompié no convocaba la presencia intelectual sino que era, más bien, una pasión mal vista, que se llevaba a escondidas con sus notables excepciones como el atlantismo de Efraín Huerta. Hoy hablar, escribir, comentar y analizar el futbol produce libros como los de Villoro o los de Valdano; el divertidísimo y escalofriante recorrido de Franklin Foer quien nos descubre que el mundo es un balón –How Soccer Explain the World, se titula en inglés– o las memorias de Maradona –el escritor inexistente mejor pagado--, las de Di Stéfano –tituladas simplemente Gracias, vieja--, las breves y contundentes frases de Johan Cruyff, las barrocas explicaciones de Menotti, o el desvelamiento de los negocios sucios de la FIFA en el libro de David Yallop, Cómo nos robaron la copa.

Hoy el futbol es un terreno donde todo cabe, desde el aforismo táctico –el pensamiento de Cruyff, por ejemplo– hasta la búsqueda casi laberíntica de las razones de un gol, como lo hacen Valdano y Villoro– en donde el azar sigue imperando. El recorrido de Villoro por el futbol mundial –modas, clubes y pasiones– es inteligente y divertido: podemos reconocer así en los futbolistas a la nueva nobleza con la que los espectadores tienden a identificarse para convertirlos en un fenómeno mediático. Tal es el caso del Real Madrid y sus galácticos que, ganen o pierdan, están siempre en el candelero, sobre todo, para ejemplificar algo que muchos en la liga mexicana aprendimos viendo el desatinado vuelo de las águilas: la chequera no compra las ganas de demostrar que, en el terreno de juego, eres mejor que los más bien pagados de los bien pagados. Y ahí entra por supuesto el gran negocio en el que se ha convertido el futbol en manos de Havelange y Blatter y que hoy mueve anualmente 500 mil millones de dólares.

Sin embargo, a final de cuentas siempre queda la sensación de que termina por repetirse y eso frena en el entusiasmo con que se devoran las primeras páginas. Y es que quizá los mejores momentos del libro de Villoro son cuando mira hacia el pasado y puede bordar todo tipo de teorías e historias épicas –como el milagro de Berna o la doble muerte de Barbosa, el portero negro de la selección brasileña que falló en la tragedia de Maracaná. Ya en el presente la cosa cambia porque el juego continúa cifrado en el azar y es por ello que los despachos de guerra que Villoro enviaba desde Francia o desde Corea y Japón – algunos de los cuales están recopilados en el libro– son precisamente imprecisos: la apariencia de Barthez le indicaba al cronista, por ejemplo, que Francia no merecía ser campeona del mundo, y lo fue.

Dios es redondo es un recorrido sorprendente por el mundo del futbol a través de la mirada de Juan Villoro quien, a lo largo de todo el libro, luego de convencernos de que el futbol es imprevisible y azaroso, intenta explicarlo y lo logra. Un libro fundamental para leer a la hora en que los partidos se tornan aburridos y aguardamos el chispazo que los haga memorables.