Usted está aquí: domingo 9 de julio de 2006 Política ¡Pre-si-den-te!, gritan miles ante AMLO en el Zócalo

¡No estás solo; voto por voto!, el reclamo

¡Pre-si-den-te!, gritan miles ante AMLO en el Zócalo

Al pueblo no se le puede faltar al respeto, dice el perredista

JAIME AVILES

Ampliar la imagen Caballo de Troya en la asamblea convocada por Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo capitalino Foto: Federico Mastrogiovanni

Y la fiesta empezó después. En cuanto Andrés Manuel López Obrador propuso su plan de cuatro puntos para empezar la resistencia popular pacífica contra el fraude y la multitud lo aceptó por aclamación, el Zócalo -una vez que el tabasqueño se retiró- comenzó a transformarse en el escenario de una gigantesca deliberación colectiva.

La gente necesitaba mirarse a sí misma en el espejo de los demás, comprobar que su indignación era algo que le ocurría a muchas otras decenas de miles de personas, descubrir que la angustia y la rabia que experimentó después de la jornada electoral del domingo no era un problema individual de nadie, sino una especie de mal endémico.

Esto desencadenó la catarsis, que pronto halló motivos para dar paso al regocijo y, simbólicamente, a la venganza. En la esquina de 16 de Septiembre y 5 de Febrero, donde se encuentra el Hotel de la Ciudad de México, en una de cuyas ventanas del penúltimo piso estaban las cámaras y los micrófonos de Televisa, la multitud se congregó para empezar otro mitin, éste claramente en contra del "fraude mediático" estelarizado con el mayor desparpajo por los levantacejas de la pantalla chica.

Pero a la puerta del hotel había dos camiones del consorcio de la familia Azcárraga, y la gente no tardó en decorarlos con propaganda en favor de López Obrador, cartulinas contra el IFE, el PAN y demás protagonistas del primer gran fraude electoral del siglo XXI en México. Un gran letrero escrito con plumones azules y negros fijó para la contemplación pública el siguiente mensaje:

"Calderón: las elecciones piratas se ven muy mal, pero tú, como papá, te ves mucho peor, ¿qué le estás enseñando a tus hijos?".

Otro cartel, impreso en tinta blanca sobre fondo negro, protestaba con la mayor corrección: "los medios no tienen derecho a denostar a un ciudadano que va a inconformarse por la vía constitucional. Estamos hartos de la manipulación informativa".

"No al fraude"

Y mientras miles y miles de personas continuaban gritando "¡No al fraude!", "¡Muera Televisa!", "¡López Dóriga delincuente!", en la plaza se esparció la noticia de que una estación de radio -no se sabe cuál- estaba diciendo que el PRD pagó 50 pesos a cada una de las personas que fueron al Zócalo, calumnia que provocó una ola de inconformidad instantánea, la cual no halló mejor manera de manifestarse que ponchando las llantas de los camiones de la televisora.

Desde las 12 del día comenzaron a reunirse en torno al Zócalo autobuses procedentes de diversos estados, así como nutridos grupos de perredistas organizados y uniformados con camisetas amarillas, banderines y mantas, en tanto los ciudadanos sin partido se encontraban a la puerta de cafeterías y restaurantes para comer antes de la cita con López Obrador. Poco a poco, por goteo, la Plaza de la Constitución se fue llenando enfrente del templete que estaba de espaldas a Palacio Nacional, y eran casi las 5 de la tarde cuando López Obrador entró por avenida Madero entre gritos que a su paso lo llamaban con insistencia: "¡Pre-si-den-te!", y "¡No estás solo, no estás solo!".

El acto comenzó con una intervención de Jesús Ortega, coordinador general de la pejecampaña, quien dio a conocer unas grabaciones entre la profesora -pero no maestra- Elba Esther Gordillo y un señor que funge como gobernador de Tamaulipas, pero es tan conocido que entre todas las personas a quien este cronista preguntó nadie recordó cómo se llama (y que luego resultó ser el priísta Eugenio Hernández Flores).

Este audioescándalo en grado de tentativa puso de manifiesto que la Doña Bárbara, señora de horca y cuchillo del sindicato magisterial, orquestó la traición de no pocos jefes políticos del PRI para abultar la votación en favor del candidato panista, lo que también significa una traición a su nuevo partido, cuyas siglas evocan la residencia de los himenópteros mejor conocidos como abejas, o sea el Panal.

Pero cuando Ortega empezó a colgarse y su audioespectáculo a tornarse ligeramente aburrido, de un lugar muy cerca del templete surgió un grito cargado de reproche: "¡Apúrate, o Marcelo Ebrard va a llegar tarde a su boda!".

Después vino el estocástico discurso del maestro Fernando del Paso, y entonces la hora del pejemensaje llegó al fin. De muy buen semblante, vestido de traje negro, camisa blanca y corbata amarilla, recién salido de las tijeras del peluquero, López Obrador se veía feliz. Habló con tranquilidad, y con frases enérgicas resumió en pocos párrafos el estado general de la incipiente pero profunda crisis política abierta por la irresponsabilidad golpista del foxismo, y después de minimizar las irresponsables declaraciones del presidente de Estados Unidos y del jefe del gobierno de España, en reconocimiento de la "victoria" de Calderón -"esas son faramallas, no tiene importancia"-, expuso los cuatro puntos de su plan de resistencia.

Primero: realizar marchas el próximo miércoles desde todos los distritos electorales del país para celebrar una asamblea nacional el domingo 16 de julio en el Zócalo de la ciudad de México.

Segundo: que todos los partidarios de este movimiento, que "siempre -subrayó-, siempre será pacífico", vuelvan a usar el moñito tricolor que tan de moda se puso en los meses de la lucha contra el desafuero.

Tercero: convocar a científicos, intelectuales, artistas y escritores (y nadie sabe por qué no dijo también a periodistas) a constituir un comité de información, "por si nos cierran los grandes medios de comunicación que intentan desconocer nuestro movimiento".

Y cuarto: aprovechar cada quien el tiempo que le quede libre, y si es posible usarlo en hablar con la gente e invitarla a sumarse a este esfuerzo por la defensa de las instituciones democráticas del país, que -aseguró- "no serán destruidas por el partido de la derecha".

Antes de difundir su plan, López Obrador había explicado que hoy presentará ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación las impugnaciones de todas las casillas donde se presentaron irregularidades, de las anomalías que se hicieron palpables durante la transmisión de datos del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) y del conteo de los 300 distritos.

En ese momento, un ciudadano que lo escuchaba con reconcentración, como miles y miles más, alzó una cartulina en la que se leía: "Calderón tuvo una erección prematura, se estimuló demasiado su PREPucio".

Un aplauso acompañó entonces las palabras del tabasqueño, cuando dijo que tanto el PAN como el IFE "ya sabían cómo iba a terminar el conteo de los distritos el miércoles y, sin embargo, abusaron de la buena fe de la gente y la mantuvieron en vilo, angustiándola, sólo para justificar el asunto por medio de la televisión. ¡Eso no se vale, al pueblo no se le puede faltar al respeto así!".

Otra pancarta captó la atención de muchos pejeviejitos, ellos con las chamarras y los pantalones tachonados de calcomanías obradoristas, y ellas con sus pañoletas amarillas anudadas en la cabeza, como las legendarias madres bonaerenses de la Plaza de Mayo: "¡Ni el PAN ni el IFE, el pueblo es el que elige!"

Y entonces, como decía esta crónica en sus primeras líneas, la fiesta empezó en el Zócalo cuando se fue López Obrador. Jesusa Rodríguez, Elena Poniatowska, Isela Vega, Liliana Felipe, las Reinas Chulas y Guadalupe Loaeza aparecieron ante el gentío congregadas en torno a un Pegaso construido con huacales del mercado de Coyoacán, que según los griegos es el símbolo del buen gobierno, cosa que a un señor que por ahí pasaba le produjo la siguiente reflexión: "es un retrato abstracto del pobre de Fox", comentario que apenas fue oído, pues ahora las divas gritaban a coro: "Presidente o monaguillo, Obrador o Felipillo", lo que a su vez fue ahogado por la multitud que se retiraba repitiendo a voz en cuello: "¡Voto por voto, casilla por casilla!", en un torrente que ya fluía rumbo a los camiones de Televisa, donde otros auguraban a los levantacejas de la pantalla chica: "¡Y esto es apenas el principio, cabrones!"

 
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