Usted está aquí: lunes 29 de mayo de 2006 Deportes En otra tarde de emociones, banderilleros superaron a matadores

Torotes de La Joya fueron termómetro de la baja temperatura taurina del país

En otra tarde de emociones, banderilleros superaron a matadores

Cuatro astados aplaudidos en el arrastre

Al tercio, Ochoa, Sánchez, Bacelis y García

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen Carismático, el tapatío Aldo Orozco hizo lo más torero de la tarde Foto: Jesús Villaseca

No hace mucho el maestro de la crónica futbolística Angel Fernández, recientemente fallecido, me decía al salir de un programa radiofónico que compartimos: "Estás mal si quieres que la fiesta de los toros sea distinta del país donde está inmersa. La falta de rumbo permea en todas las actividades y espectáculos. Es ingenuo esperar que el espectáculo de tu preferencia vaya por derroteros mejores".

La observación se me quedó grabada y la traigo a cuento porque, a pesar de todo, a la Plaza México están volviendo no sólo los espectadores sino aficionados que hacía años no se dejaban ver por el coso. ¿La razón? A la monumental de Insurgentes ha regresado el toro con edad y trapío gracias a los criterios de la nueva empresa integrada por Víctor Curro Leal y José Antonio González Chilolín.

En este miniserial de cuatro corridas "nomás para abrir boca", los promotores apostaron por la sangre española Parladé, y si bien en esta tercera corrida no hubo corte de orejas, la emoción, no la diversión, por favor, se mantuvo intacta, gracias a la presencia y comportamiento de reses de muy seria catadura.

Se trata de un movimiento pendular necesario luego de tantos años de maternalismo absurdo hacia las figuras, que luego de torear 100 corridas en España se les obsequiaba aquí encierros vergonzosos de novillones manipulados de sus astas para que obtuvieran triunfos como apoteósicos.

Sobre esos criterios ha imperado por fin la sensatez taurina y si bien la variedad de encastes enriquece la tauromaquia de México, en el futuro próximo habrá que hilar muy fino a la hora de combinar el ganado y los matadores de toros y de novillos, pues de otra manera se corre el riesgo de disociar trapío en las reses de rodaje en los coletas.

En la tercera corrida de la denominada Feria Torista -luego de una década de guateque novillista- hicieron el paseíllo Fernando Ochoa, ya con 10 años de alternativa, Ricardo Rosas, con dos años de matador, y Aldo Orozco, con sólo 12 meses de haberse doctorado.

Se lidió un encierro poblano de La Joya, con encaste puro de Parladé, propiedad de José González Dorantes y de José Antonio González Esnaurrízar, que en años recientes se ha caracterizado no sólo por la presentación de sus corridas sino por el buen juego que han dado varios de sus toros en plazas de los estados.

Dispareja de presentación y de juego, cumplidora apenas con los montados, a excepción de cuarto y sexto que recargaron en el peto, pero en general prestándose al lucimiento convencional, los de La Joya confirmaron que no es suficiente el toro con edad y trapío para que el público recupere la confianza en la función taurina y que para triunfar no bastan los buenos deseos de toreros con escaso rodaje.

Fernando Ochoa enfrentó primero a Cantaclaro, un precioso berrendo que se comía el capote pero que sólo recibió tres verónicas y un suave remate a una mano. Tras el puyazo acudió a tandas de derechazos de largo y demasiados pasos entre pase y pase, retrasando la muleta en el cite. Dejó tres cuartos caídos y aun así fue llamado al tercio. Con su segundo Enamorado, colorado calcetero y cornivuelto, que saltó a la arena "flotando", Ochoa repitió color pero reponiéndose de más. Mató peor y el toro fue aplaudido en el arrastre.

Lo más torero de la tarde lo hizo el tapatío Aldo Orozco, que tras un péndulo como estatua aprovechó en muy buenas tandas con la diestra y naturales con temple a Rancherito, castaño y bizco del derecho. Desafortunadamente en un parpadeo toro y torero se desconcentraron y lo que debió ser una oreja quedó en dos pinchazos y gran estocada. Con Bellotero, hondo y alto de agujas, tocado apenas del izquierdo, Orozco volvió a conectar fuerte con el tendido, demostrando que en él hay un torero carismático al que le urge torear más seguido.

Y Ricardo Rosas, que tan bien había estado el año pasado en La Florecita con un bravo ejemplar de Huichapan, poco pudo acomodarse con su lote a pesar del empeño demostrado. Poseedor de un fino estilo requiere, como Orozco, más oportunidades en los estados.

Bien, muy bien estuvieron con los palos, al grado de ser llamados al tercio a desmonterarse, los subalternos Adolfo Sánchez, Raúl Bacelis y Ricardo García Caminito.

 
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