Usted está aquí: miércoles 3 de mayo de 2006 Política Lo peor de Estados Unidos, ansioso por criminalizar a migrantes: NYT

"Queremos sumarnos", mensaje de la protesta que debemos escuchar, advierte el rotativo

Lo peor de Estados Unidos, ansioso por criminalizar a migrantes: NYT

Según experto, pese a reacciones contrarias, los indocumentados lograron que todos debatan el tema

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Luego de que miles de migrantes se sumaron el lunes al paro de labores, ayer regresaron a sus centros de trabajo. La imagen, en una construcción de Florida Foto: Ap

Nueva York, 2 de mayo. Cuando ayer millones de inmigrantes y sus aliados salieron a las calles una vez más, no fue la culminación de un fenómeno, sino la tercera llamada de una obra que ha cambiado a este país para siempre.

Las acciones que lograron paralizar diversos sectores de esta nación -a veces de manera simbólica, otras de modo más concreto- no tienen precedente en la memoria reciente. No sólo más de un millón de personas se manifestaron y marcharon por todo el país, sino también demostraron su fuerza económica, política y social en un solo día.

"Una población silenciosa y en las sombras está hablando con una sola voz. El mensaje apunta hacia Washington, pero es algo que todo el país debería escuchar, es claro: somos América. Queremos sumarnos a ustedes", escribió hoy en su editorial el New York Times.

Los editores del diario señalan que "lo peor de nuestros ciudadanos y políticos está ansioso de proyectar a los migrantes indocumentados como criminales, potenciales terroristas e invasores extranjeros. Pero lo que vimos ayer en manifestaciones enormes y pacíficas en Los Angeles, Las Vegas, Chicago, Denver, Nueva York, Atlanta y otras ciudades, fueron personas comunes... Si estos actos, extraordinariamente positivos, fueron una protesta por algo, fue por la idea de que el migrante es un trabajador huésped temporal que no es bienvenido".

Cansados del servilismo

Opina que "estos migrantes, cansados de su servilismo silencioso, alzan la voz ahora y piden algo simple: la oportunidad de trabajar para llegar a ser ciudadanos, con todas las obligaciones y oportunidades que eso conlleva".

"Este mundo se ha volcado por completo", declara a La Jornada Demetrios Papademetriou, codirector del Instituto sobre Políticas Migratorias (Migration Policy Institute), en referencia al movimiento que ha surgido en los últimos dos meses. Comentó que la primera ola de movilización de extranjeros provocó una conmoción, al sorprender por su magnitud a la clase política y a los mismos organizadores.

Mientras muchos pensaban que eso se desvanecería, la segunda ola de movilizaciones "colocó los temas sobre la mesa, ya que dejó claro que hay un movimiento que declara su presencia... y que demanda que los políticos por lo menos lo reconozcan. Es un movimiento de derechos humanos, más que de derechos civiles", afirmó el analista.

Ahora -continuó-, con la tercera ola empieza a provocar algunas reacciones contrarias, tal vez por el hecho de que las fuerzas opositoras y antimigrantes han tenido tiempo de reorganizarse. Sin embargo, indicó, las páginas de opinión y editoriales de los principales periódicos han registrado el impacto de las movilizaciones, lo que "ha provocado un giro dramático en la conversación sobre migración" a escala nacional. Esto se logró porque el movimiento ha conseguido "mantener su fuerza, proyectó respeto y se mantuvo en la legalidad. Ahora es momento de que todos regresen a trabajar, particularmente el Congreso", advirtió el especialista.

Aunque sigue la intensa labor de negociación para alcanzar algo este mes en el Senado -de lo contrario, muchos piensan que se anularán las posibilidades para este año electoral-, los legisladores continúan enfrentando divisiones profundas, particularmente en el Partido Republicano.

Los políticos, "siempre espantados con protestas sociales en su contra", responden a estas movilizaciones igual que hicieron durante el movimiento de derechos civiles y contra la guerra en Vietnam: negando que tengan impacto. "En verdad, la movilización no afectó lo que ocurre en el pleno del Senado", comentó a la agencia Reuters el líder de la mayoría republicana, Bill Frist.

Por su parte, el republicano John Cornyn, quien se opone al borrador del proyecto de ley en el Senado, señaló: "creo que algo podría haber enajenado a algunas peronas". En cambio, el líder de la minoría demócrata, Harry Reid, señaló que las grandes manifestaciones pacíficas tuvieron un impacto "poderoso".

"La escala y el tenor de las manifestaciones han tenido el beneficio saludable y correctivo de marginar a aquellos que equiparan la migración latina con crimen, falta de patriotismo, amenaza de seguridad o cualquier otro mal bajo el Sol. Hace seis meses, los opositores a una reforma migratoria impulsaban el debate político; ya no", opina Los Angeles Times en su editorial de hoy, titulado "Primero de mayo".

El Chicago Tribune dice que los legisladores aún no se han dado cuenta del creciente consenso estadunidense, que registra que la mayoría de ciudadanos desea el fortalecimiento de la seguridad de la frontera, pero también un proceso para legalizar a los indocumentados y reconocer su contribución a este país. "¿Las protestas del lunes llevaron a los migrantes más cerca de la ciudadanía o de la expulsión? Si se ha de responder, el Senado tendrá que actuar ahora y negociar después. Pero marchar al compás del Senado hace un arrastre de los pies muy silencioso", advierte el rotativo.

Pero mucho dependerá también de las decisiones de los millones de migrantes que ahora se han convertido en protagonistas -ya no sólo observadores- de la lucha por su futuro y, con él, el futuro de este país. Para algunos, este movimiento tiene que traducirse en poder electoral, aunque sea a mediano plazo. De hecho, organizaciones como Registro de Votantes del Sureste y Proyecto Educación instalaron mesas para empadronar a manifestantes ciudadanos en las marchas y promover y asesorar a los migrantes que desean ser ciudadanos (y potenciales votantes). Sólo 40 por ciento de los 41 millones de latinos en este país están empadronados, informa el Centro Hispánico Pew.

Sin embargo, las movilizaciones están "politizando" a toda una nueva generación, muchos de los cuales son hijos de migrantes nacidos aquí. Y estas fuerzas representan la posibilidad no sólo de "enviar un mensaje" a Washington, sino de derrotar a políticos que no respetan los deseos de estas filas de ciudadanos. Por eso, en casi todas las marchas aparecían pancartas y mantas con el mensaje: "hoy marchamos, mañana votamos".

Con los ecos de las grandes movilizaciones de ayer, donde más de un millón de personas marcharon bajo el Sol en los centros de ciudades y pueblos por todo el país, y donde su ausencia en lugares de trabajo -fábricas, campos, camiones, hoteles, restaurantes y más- hizo hasta más clara y concreta su presencia en este país, sólo los que se niegan a ver la realidad rechazan que todo ha cambiado.

Mientras los políticos piensan qué hacer con esta nueva realidad, los millones de migrantes y sus aliados enfrentan ese mismo reto: ¿y ahora qué? Ya han demostrado que no están dispuestos a escuchar, y mucho menos obedecer, a los políticos, líderes convencionales y estrategas en Washington que advertían que estas acciones podrían ser contraproducentes y provocar una reacción política en contra de los migrantes. Salieron a las calles una vez más, y en un día realizaron tal vez el boicot más grande que este país jamás haya visto, señaló hoy el columnista Juan González en el Daily News de Nueva York.

El reverendo Jesse Jackson declaró ayer, ante decenas de miles de manifestantes en esta ciudad, que "uno no puede hablar sobre el capital globalizado y la exportación de empleos sin referirse a los derechos humanos y laborales globales para trabajadores migrantes".

 
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