Usted está aquí: sábado 22 de abril de 2006 Cultura Subraya Pitol la ardiente defensa de la libertad en El Quijote

Recibió la medalla del Premio Cervantes 2005 de manos del rey Juan Carlos

Subraya Pitol la ardiente defensa de la libertad en El Quijote

El galardonado ''es un hombre visionario y rabiosamente independiente'': Carmen Calvo

La obra del escritor mexicano nos seduce con la verdad, celebró el monarca español

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen El escritor mexicano Sergio Pitol, durante la recepción de la presea del Premio Cervantes, que le entregó el rey Juan Carlos de Borbón en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares Foto: Ap

Alcala de Henares, 21 de abril. El escritor mexicano Sergio Pitol, de 73 años, quien de la mano de su abuela descubrió la sabiduría de la literatura, recibió hoy la medalla del Premio Cervantes 2005, en una sesión solemne presidida por el rey Juan Carlos en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.

El novelista mexicano recordó su niñez y sus primeros textos, a sus ''maestros" más emblemáticos, a los exiliados republicanos españoles y sus libros preferidos, entre los que ocupa un lugar especial la obra cumbre de la literatura española, El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha.

Fiel a su singular literatura, en la que se entremezclan recuerdos autobiográficos, referencias literarias y disquisiciones sobre el devenir del mundo, Pitol (Puebla, 1933) leyó ante un foro repleto de personajes de la cultura y la política de Iberoamérica un discurso sentido y agradecido.

Las enseñanzas de la abuela

El rey Juan Carlos, tras escuchar la lectura del jurado que otorgó el galardón a Pitol, le dio la palabra al autor de El viaje.

Visiblemente emocionado, inclusive nervioso, Pitol explicó sus orígenes como lector, cuando vivió en un pueblo veracruzano bajo los cuidados de su abuela:

''Desde ese primero de diciembre he recordado imprevisiblemente fases de mi vida, unas radiantes y otras atroces, pero siempre volvía a la infancia, un niño huérfano a los cuatro años, una casa grande en un pueblo de menos de tres mil habitantes. Un nombre, tan distante a la elegancia: Potrero. Era un ingenio de azúcar rodeado de cañaverales, palmas y gigantescos árboles de mangos, donde se acercaban animales salvajes. Potrero estaba dividido en dos secciones, una de unas 15 o 17 casas, habitadas por ingleses, estadunidenses y unos cuantos mexicanos (...) Aquella zona era tórrida e insalubre. Estuve enfermo de paludismo durante varios años, por lo cual salía poco de casa; en verano mi abuela, mi hermano y yo pasábamos un mes en un balneario a tomar aguas minerales, de donde regresábamos mi hermano sano, como lo fue casi en toda su vida, mi abuela con un reumatismo disminuido y yo sin ninguna mejoría."

El escritor mexicano abundó en su historia personal con su abuela, quien le enseñó las virtudes y claves de la literatura, pues con tan sólo cuatro años ya era un lector empedernido de novelas de aventuras:

''Mi abuela vivía para leer todo el día sus novelas. Su autor preferido era Tolstoi. La enfermedad me condujo a la lectura; comencé con Verne, Stevenson, Dickens y a los 12 años ya había terminado La guerra y la paz. A los 16 o 17 años estaba familiarizado con Proust, Faulkner, Mann, la Woolf, Kafka, Neruda, Borges, los poetas del grupo Contemporáneos, mexicanos, los del 27 españoles y los clásicos españoles."

Una vez finalizada la parte de sus orígenes como lector, Pitol habló de los personajes que más influyeron en su vida como escritor, entre los que destacó a tres: Manuel Pedroso, un exiliado republicano español, don Alfonso Reyes y Aurelio Garzón del Camino. Pitol recordó entonces su etapa de estudiante de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, cuando conoció a Pedroso, ex rector de la Universidad de Sevilla: ''(...) solía hablarnos del dilema ético encarnado en El gran inquisidor, de Dostoievski; del antagonismo entre obediencia al poder y el libre albedrío en Sófocles y Eurípides; de las nociones de teoría política expresadas en los tantos Enriques y Ricardos de los dramas históricos de Shakespeare; de Balzac y su concepción dinámica de la historia; de los puntos de contacto entre los utopistas del Renacimiento con sus antagonistas, los teóricos del pensamiento político, los primeros visionarios del Estado moderno: Juan Bodino y Thomas Hobbes".

Alfonso Reyes, el gran renovador

En lo que fue uno de los momentos más intensos de su discurso, Pitol recordó la alta talla de Alfonso Reyes como el ''gran renovador" de la lengua del siglo pasado. ''Reyes se movía con ligera seguridad, con extremada cortesía, con curiosidad insaciable por muy variadas zonas literarias, algunas aún poco iluminadas y entonadas. Acompañaba el ejercicio hedónico de la escritura con otras responsabilidades. El maestro -porque también lo era- concebía como una especie de apostolado compartir con su grey todo aquello que lo deleitaba. Lo que mi generación le debe ha sido invaluable. En una época de ventanas cerradas, de nacionalismo estrecho, Reyes nos incitaba a emprender todos los viajes. Evocarlo me hace pensar en uno de sus primeros cuentos, La cena, un relato de horror inmerso en una atmósfera cotidiana, donde a primera vista todo parecía normal, anodino, hasta podría decirse un poco dulzón, mientras entre líneas el lector va poco a poco presintiendo que se interna en un mundo demencial, quizás en el del crimen".

Pitol también rememoró la figura de Garzón del Camino en su etapa de construcción como escritor, pero también enumeró a decenas de autores más que lo alimentaron y guiaron en la búsqueda de su propia voz literaria, como Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, María Zambrano, etcétera. Pitol hizo una mención especial a los pensadores y creadores transterrados: ''El exilio español enriqueció de manera notable a la cultura mexicana. Las universidades, las editoriales, las revistas, los suplementos culturales, el teatro, el cine, la ciencia, la arquitectura se renovaron. Aquellos peregrinos, heridos por una guerra atroz y derrotados, crearon una atmósfera intelectual mejor, nos enseñaron a entender y amar a la España que ellos representaban y ampliar nuestros horizontes".

Vida febril ante la literatura

Sergio Pitol finalmente dio su particular visión de la obra de Miguel de Cervantes, en la que destacó su defensa vehemente de la libertad, tanto en la forma como en el fondo de su escritura.

''Cervantes es un adelantado de su época. No hay ninguna ulterior corriente literaria importante que no le deba algo a El Quijote: las varias ramas del realismo, el romanticismo, el simbolismo, el expresionismo, el surrealismo, la literatura del absurdo, la nueva novela francesa, y muchísimas más encuentran sus raíces en el libro de Cervantes.

''Víctor Sklovski, en 1922, descubrió que la novela no sólo fue la más nueva en la época de Cervantes, sino que en el siglo XX, durante las vanguardias, seguía siendo la más contemporánea de todas."

El discurso del galardonado fue respondido por la ministra de Cultura, Carmen Calvo, quien destacó: ''Sergio Pitol ha sido un hombre marcado por los viajes, visionario, y rabiosamente independiente. Como Don Quijote, ha vivido la literatura y el arte en general, como una locura, como un estado febril y como la única realidad posible y válida".

Finalmente, el rey Juan Carlos clausuró el acto solemne con elogios encendidos al autor mexicano, al señalar que ''su obra nos seduce con la verdad y es un ejemplo para las futuras generaciones de escritores".

 
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