Usted está aquí: lunes 20 de febrero de 2006 Estados La importancia de ser un Pérez Jolote

De presidente municipal a barrendero de Chamula

La importancia de ser un Pérez Jolote

Sin buscarlo, se involucró en pugnas políticas y religiosas

ELIO HENRIQUEZ CORRESPONSAL

San Juan Chamula, chis. Lorenzo Pérez Jolote nunca imaginó que algún día sería edil de San Juan Chamula. Tampoco que después de ser la máxima autoridad terminaría de barrendero y jardinero del pueblo. Lorenzo, tzotzil de 68 años, tiene una historia asociada indisolublemente a su padre: Juan Pérez Jolote, personaje central del libro homónimo escrito hace más de medio siglo por Ricardo Pozas.

Lorenzo sabe de memoria la historia de su padre. Cuenta que cuando tenía ocho o diez años él se la contó como está en el libro, publicado en 1952.

''Mi padre murió en 1962 porque tomó un poco de posh (aguardiente de caña o de maíz). No sé cuántos años tenía. Yo tengo 68 y vivo en el paraje Cuchulumtic. Ahí vivía también mi difunto padre; yo me quedé en el mismo terreno donde estaba su casa porque nada más somos dos: yo y una hermana.''

Sentado en una banca del jardín a un costado del templo de San Juan, el ''pasado presidente'' -así llaman a los ex alcaldes en los municipios indígenas-- repite: ''Mi papá tomaba mucho posh'', y confirma lo que Juan relata en la parte final del libro: ''Ya no tomes más, me dicen mi Lorenzo y mi Dominga (Pérez, su esposa); pero yo no puedo dejar de tomar. Hace días que ya no como''. Así murió su padre. ''Pero yo no quiero morirme. Yo quiero vivir'', dice Lorenzo, quien asegura que sólo toma dos o tres copas de posh cada cinco o seis meses. ''Es que el trago provoca mucha enfermedad.''

Años después de la muerte de Juan Pérez Jolote, en 1991, fue electo alcalde de su pueblo, San Juan Chamula, algo que nunca había imaginado ni buscado.

Fue postulado por el PRI, que no permitía la presencia de otros partidos, y el primero de enero de 1992 tomó posesión. Hasta la fecha la elección del candidato del PRI a la alcaldía en Chamula -que se convierte automáticamente en edil- se realiza por medio de un plebiscito abierto en la gran plaza de la cabecera municipal.

''Yo estaba trabajando de pintor del templo (de San Juan). No había pensado ni quería ser presidente porque había muchos problemas con la religión. Cuando hicieron la junta para ver quién iba a quedar buscaron en todas partes, pero no había nadie. Después sacaron mi nombre. La gente dijo 'sí, que quede Lorenzo', y me tocó ser presidente'', relata quien hasta entonces se dedicaba a sembrar hortalizas.

Muchos se dijeron sorprendidos de esta elección y vieron en ella una maniobra del gobernador Patrocinio González Garrido para capitalizar la fama creada por Juan Pérez Jolote, para entonces ya fallecido, debido a que estaban por conmemorarse los 500 años de la llegada de los españoles.

La época en que le tocó gobernar a Pérez Jolote, quien a menudo se quedaba dormido en las reuniones de trabajo, fue una de las más difíciles en su municipio. Se había incrementado la presencia de evangélicos y con ella la represión y la intolerancia religiosa de los caciques priístas, que no permitían un credo distinto al católico tradicionalista ni que se militara en partidos de oposición.

Como Pérez Jolote no era radical, grupos de poder político y económico del municipio, lo presionaron y le organizaron una protesta masiva que lo depondría año y medio después de haber tomado posesión. Gracias a una reforma promovida por el entonces gobernador González Garrido, el periodo para el cual había sido electo Lorenzo, como los restantes 109 alcaldes de Chiapas, abarcaría por única vez cuatro años. El sólo estuvo año y medio.

''Yo salí en junio de 1993 por los problemas de la religión, porque me acusaban de haber entregado biblias católicas. Y era cierto: cuando fui sacristán mayor yo entregué diez o quince biblias a pedido del sacerdote, pero eso no tenía nada de malo'', manifiesta. En Chamula no sólo era delito ser evangélico sino también católico romano vinculado a la diócesis de San Cristóbal, entonces presidida por el obispo Samuel Ruiz García, con quien las autoridades y caciques chamulas rompieron desde la década de los setenta. Sin embargo, agrega Lorenzo, las personas que recibieron el libro sagrado no comentaron nada a las autoridades municipales de ese entonces.

''Cuando entré de presidente, la gente que ya sabía de la entrega de las biblias se juntó y unió con bastantes pobladores y me preguntaron: '¿Tú entregaste la Biblia?' Yo les respondí que sí, pero fue al padre a quien se las pidieron y yo como sacristán mayor sólo las entregué.''

Entonces lo acusaron: ''Tal vez ya te hiciste evangélico''. El les contestó:''No, la verdad de Dios que no''. Pero sus opositores no dejaron de presionarlo, según cuenta. ''Dijo la gente: 'Mejor lo vamos a matar'. La plaza estaba llena''. Otra de las acusaciones era que había mandado matar a Manuel Pérez Gómez -conocido popularmente como Manuel San Juan-, un provocador que los caciques embriagaban y usaban para golpear y expulsar a los evangélicos, y que en 1996 se haría protestante y aliado de sus antiguas víctimas.

Dice que cuando la presión en su contra arreciaba apareció por la plaza Manuel ''bien bolo (borracho)''. Entonces los dirigentes del grupo opositor, que lo tenían en la parte alta del palacio municipal, decidieron bajar para ir a la plaza a platicar con San Juan. En la confusión, Lorenzo descendió por las escaleras junto con cuatro colaboradores cercanos, subió a un camión oficial y todos escaparon.

''Como yo no sé manejar, un escribano agarró el carro, salimos por la vereda y nos fuimos a Tuxtla (Gutiérrez). Cuando nos vieron ya íbamos por el cerrito. Salieron a perseguirnos, pero ya no nos alcanzaron''.

Tomaron el camino del vecino municipio de Zinacantán. Como a las cinco de la tarde salieron hacia la capital chiapaneca ''a pedir favor al señor gobernador que nos recibiera''. Cuando estuvo frente al mandatario, quien se ufanaba de que a él ningún colaborador le renunciaba, le dijo: ''Ya voy a salir de presidente. Ya pedí mi renuncia para que entre el que quiera entrar, a ver si puede componer el pueblo''.

El gobernador, recuerda Pérez Jolote, le preguntó por qué renunciaba y le aseguró que el problema se iba a resolver. ''No, le dije, nosotros venimos aquí como cuatro personas y vamos a salir. Eran el juez, el síndico y un regidor''.

De esta forma Lorenzo abandonó el cargo para el cual había sido electo, y en su lugar fue designado Domingo López Ruiz, uno de los más radicales tradicionalistas que ha tenido Chamula. Desde que llegó hizo sentir su mano dura: ''Si no quieren que (los chamulas) aprendan la religión evangélica mejor amarren bien su calzón para sacar a todos los protestantes'', dijo a sus seguidores durante una concentración en la plaza. ''¡Bueno!'', gritaron todos y a partir de entonces aumentaron las expulsiones y agresiones contra quienes no eran católicos tradicionalistas.

En menos de dos años se iniciaron 57 averiguaciones previas en contra del nuevo alcalde por actos de intolerancia religiosa. Para su mala suerte, en enero de 1994 se alzó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y al amparo del movimiento un grupo armado de evangélicos secuestró, golpeó y vejó a López Ruiz, lo que marcó el inicio del fin de las expulsiones.

Humillado, regresó a gobernar el municipio pero, dice Lorenzo, ''ya no era el mismo, estaba triste y debilitado''. Pérez Jolote se había quedado sin trabajo y para colmo la salud de su esposa se agravó. Pasó meses visitando médicos y curanderos tradicionales, pero no la sanaron y murió. En la enfermedad de su esposa y en pagar deudas que contrajo antes de ser alcalde acabó con sus pocos ahorros.

Solo y sin dinero, hace casi ocho años decidió ir a pedir trabajo al entonces alcalde Florencio Collazo Gómez, quien lo empleó de barrendero. Sin complejos, el ex presidente municipal levantó día a día la basura de la plaza y del mercado público durante varios años. Después fue ascendido a jardinero, cargo que ocupa hasta la fecha y por el cual recibe un salario ''muy barato'': mil 300 pesos quincenales, con un horario de siete de la mañana a cuatro de la tarde. Cuando fue alcalde, dice, ganaba tres mil pesos mensuales.

''Estoy sin dinero, como cuando entré de presidente.'' Aunque no tiene dependientes, pues sus ocho hijos están casados, lo que gana no le alcanza porque compra comida todos los días, comenta. En el jardín ubicado a un costado del templo de San Juan, Lorenzo cumple su jornada de lunes a sábado, limpiando el lugar y haciendo figuras como palomas, copas y taburetes en los pequeños cipreses.

Alejado de los asuntos de la política, dice que está contento como jardinero y reconoce que no tiene posibilidades de conseguir otro trabajo porque apenas sabe leer y escribir. ''Llegué hasta el tercer grado, pero me costaba mucho pasar: hice dos años en cada grado.''

Sus paisanos no le dicen nada por ser el jardinero del ayuntamiento después de haber sido el alcalde, aunque él tiene sus dudas: ''O tal vez lo dicen en su corazón, pero qué les importa si no estoy pidiendo su dinero, estoy trabajando''. Asegura que, a diferencia de cuando fue alcalde, está a gusto con su trabajo porque no tiene que resolver los numerosos problemas del municipio y además no tiene jefe. ''Ando suelto como un conejito, je, je, je.''

 
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