Son prácticos, seguros y, por supuesto, divertidos. Vistos aún
con recelo, los juguetes sexuales son sugeridos como una opción
por sexólogos y terapeutas, pues podrían servir como una
manera lúdica de introducirse en las prácticas sexuales,
además de que pueden ser de ayuda para las personas que tienen
dificultades orgásmicas, o como parte del preámbulo erótico.
Los artículos, aditamentos o complementos para ensalzar o darle
sabor al encuentro sexual han existido siempre. Los juguetes sexuales
son sólo una opción más para dar diversidad a las
experiencias sensoriales eróticas", expresa en entrevista
con Letra S Luis Perelman, sexólogo y director de la librería
El Armario Abierto.
Su uso no es exclusivo del tan condenado siglo XX. Los aditamentos relacionados
con la sexualidad tienen una larga historia, por ejemplo, los falos de
madera y cuero tenían demanda en Grecia desde antes del año
500 aC. Durante la dinastía Han, en China, se fabricaban consoladores
de bronce. Durante la Edad Media, los penes artificiales eran comunes
en Europa (incluso dildo proviene de la palabra italiana diletto, que
significa deleitar). En el siglo XVIII estos aditamentos fueron perfeccionados
(con péndulos y esferas oscilatorias) y embellecidos (con inserciones
de plata o marfil): todas unas codiciables, por antiguas, piezas de museo.
Los famosos vibradores sí tienen una historia más reciente
y curiosa. Durante la época victoriana, en los primeros años
del siglo XX, cuando no se consideraba a las mujeres seres sexuales y
se creía que los desordenes psiquiátricos femeninos provenían
del útero, los médicos proporcionaban en sus consultorios
masajes en la vulva con un vibrador, para "curar la histeria".
Los aparatos se anunciaron hasta los años veinte, incluso en los
catálogos de Sears, dirigidos a los atribulados maridos.
Esta historia no podía dejar de lado a la moral religiosa, espectadora
de primera fila siempre escandalizada cuando de sexualidad se trata.
A cada curioso adminículo le siguió una larga lista de
mitos y prejuicios en torno al erotismo; celosos afanes para custodiar
la virtud, y negar toda posibilidad de placer, de las mujeres en primer
lugar. La sociedad ha visto mal los juguetes sexuales porque "tienen
una carga demoníaca. Se asocian, como la masturbación,
con lo vulgar y lo sucio, con una conducta enfermiza, porque no sirven
para la reproducción. Pero tampoco se aceptan dentro de las parejas,
pues persiste la idea de que si tienes un pene ¿por qué utilizar
otra cosa?", comenta Perelman.
Ni reemplazos ni vergüenza
"
Yo vengo de una familia tradicionalista, donde el tocarse y sentir rico
no era permitido. Ahora he logrado romper con las ideas represoras y
sé que sentir rico se vale y que el sexo no es sólo para
tener familia, sino para disfrutarse", nos comenta Adriana, quien
hace tres años comenzó a utilizar artículos eróticos.
Los juguetes sexuales son una opción más. Su uso no es
obligatorio y no tienen por qué gustarle a todas las personas,
aunque una parte del rechazo que generan se debe a construcciones sociales
en torno a la masculinidad. Dice Perelman: "Muchos hombres pueden
pensar ‘cómo voy a usar un juguete con mi pareja, me van
a sustituir, ya no van a querer más sexo conmigo, se va a volver
una fiera indomable si los usa’. Toda una serie de mitos relacionados
con la manera en que se ve la sexualidad. La presión de que el
pene lo tiene que hacer todo y si no es así, uno no es hombre,
no sirve".
Pero el pene es una parte más en una relación sexual que
se quiera placentera. "Por simple fisiología, en un coito
heterosexual la penetración no puede proporcionar todo el placer,
porque el clítoris está afuera; una relación en
condición de igualdad en el placer va más allá del ‘ya
cumplí’", dice Perelman.
Entre los jóvenes es donde comienzan a observarse algunos cambios
en la visión de la sexualidad, que se abre a involucrar todas
las partes del cuerpo en el juego erótico y, quizá, la
opción de los juguetes para estimularlas. "Mi chava y yo
el otro día venimos y le gustó un vibrador, pero yo le
digo que es poco a poco. Primero me voy a llevar un condón de
esos que tienen textura y otro de los que brillan en la oscuridad, pa’ empezar ¿no?",
comenta Joaquín, comprador en una sex shop, con una sonrisa entre
tímida y animada.
Para el bonito regalo
"Para comenzar a usar un juguete, lo más recomendable son los dildos
de gel, que son muy suaves y flexibles; ahora que si quieres experimentar
con vibradores, hay unos muy pequeños en forma de pene, con recubrimiento
de látex", explica Marco Antonio Bracho, dependiente de una
de las tiendas eróticas ubicadas en la plaza comercial Sex Capital.
Vendedor con oficio, Marco Antonio nos aclara que todos los artículos
vienen con su respectivo instructivo de uso y pueden lavarse con jabón
neutro; también recomienda que, de compartirlo, se use con condón.
"Si bien en México no hay una cultura del uso de juguetes, la demanda
empieza a crecer, tanto en hombres como en mujeres", dice Marco
Antonio. "De pronto entran chicas en bola y preguntan sin mayor
prejuicio; igual, los chavos llegan con amigos y, aunque no compran,
piden información".
Estigma de alto impacto
En las sex shop podemos encontrar juguetes muy inocentes, como plumas
de aves, o vibradores en forma de patito, de celular o lápiz labial.
Pero, aunque su uso no está limitado a una edad, su venta no se
permite a menores de 18 años. "Para mí es un error
que sean sólo para mayores de edad, es preferible que los chavos
puedan hacer uso de un juguetito a que tengan prácticas de riesgo",
opina Luis Perelman.
La venta de artículos sexuales, desde un condón hasta lo
más sofisticado, incluyendo la pornografía, se venden en
establecimientos considerados "de alto impacto social", por
estar relacionados con el sexo, además de que no existe una ley
que regularice a este tipo de negocios, como tampoco existe una ley que
regule la venta de juguetes sexuales. La inexistencia legal de estos
productos hace que los vendedores los registren como "aparatos de
masaje" para obtener el permiso de la Secretaría de Salud
para comercializarlos.
Perelman recomienda invitar a los chavos a que empiecen por conocerse
ellos mismos, a través del autoerotismo, y recordar que los juguetes
no son exclusivos de las sex shops.
"Hay muchas otras cosas que
pueden dar sensaciones placenteras, sin importar la edad que se tenga,
desde incluir en el juego sexual el condón. Lo más importante
es tener una cultura e información clara de cómo estimularte
y sentirte, cómo excitar a la pareja, sin riesgos y conflictos,
porque la sexualidad debe ser un juego placentero, no una obligación".
|

La
tiendita de los placeres
Para que no te quedes con las ganas de conocer qué son
y para qué sirven,
te damos un pequeño recorrido por lo más solicitado,
además de los indispensables condones y lubricantes. ¿Te
látex?:
Dildo. Tiene forma fálica y sirve para penetración
vaginal o anal. Los hay de gel, látex y plástico,
incluso existen modelos ultra realistic que semejan un pene
erecto.
Vibrador. Es un dildo eléctrico, de diversas texturas,
formas y tamaños. Sirve para penetración vaginal
y anal, para dar masaje, o para sexo oral, y para estimular
el punto G, los labios vaginales y el clítoris. Algunos
pueden ser utilizados en el agua.
Anillos para el pene. Ayudan a retardar la eyaculación
y retener por más tiempo la erección, hay algunos
que ayudan a estimular el clítoris y los labios vaginales,
o que cuentan con un bala vibratoria, para mayor estimulación.
Simuladores vaginales o anales. Su material es de espuma y
sirven para ser penetrados.
Prendas de látex y lencería. Son recomendables
para la gente fetichista o para las personas que les gusta
disfrazarse.
Ropa comestible de grenetina. Tangas y sostenes de material
muy delgado e inocuo que se puede comer.
Ropa de piel. Atuendos especiales para juegos de fetichistas
y masoquistas.
|
|