Usted está aquí: miércoles 1 de febrero de 2006 Política Conocí la pobreza por los "piojitos" de los labriegos: Ana Teresa Aranda

"No estoy en la Sedeso para hacer gala de mis muchos o regulares conocimientos"

Conocí la pobreza por los "piojitos" de los labriegos: Ana Teresa Aranda

ALMA E. MUÑOZ

Ampliar la imagen A la derecha, la titular de la Sedeso, Ana Teresa Aranda, durante el desayuno que ofreció ayer a los representantes de los medios de comunicación Foto: José Antonio López

Ana Teresa Aranda, titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), dijo conocer tan profundamente la pobreza que tuvieron que ponerle polvo en el cabello para quitarle "los piojitos" que en la infancia le pegaron los hijos de los labriegos en el rancho de su padre.

En conferencia de prensa, rechazó que los últimos diez meses que les restan al sexenio no pueda hacer nada al frente de la dependencia. "Yo nunca he nadado de a muertito. Soy un salmón que nada a contracorriente", apuntó. "Me queda claro -insistió- que yo no vine aquí a un concurso de los 64 mil pesos para ver quién tiene más conocimientos. No estoy en la Sedeso para hacer una defensa apasionada de mis muchos o regulares conocimientos y, desde luego, que los conocimientos también tienen mucho que ver con los que aportan quienes están en el equipo", dijo en respuesta a las críticas por su nivel de instrucción -hasta la preparatoria abierta-, aunque ella menciona, sin que esto aparezca en su currículum oficial, que es secretaria bilingüe.

Una vez que se le preguntó sobre su amistad con Marta Sahagún y su opinión sobre el escándalo en que se encuentran inmersos los hijos de ésta, se ubicó al lado de la esposa del presidente Vicente Fox, al decir que "en tela de juicio están muchísimos mexicanos; una servidora también ha sido puesta en el banquillo de los acusados. Aquí se le acusa a uno si estudia o no estudia, si se ríe o no se ríe, si responde o no responde, si le atina a un número o no. La libertad de expresión en México da para eso y para más.

"Lo importante -abundó- sería que antes de cuestionar se nos considerara inocentes hasta que se pruebe la culpabilidad, pero es mucho pedir."

Ayer, Aranda decidió desayunar con los reporteros que cubren el quehacer de la Sedeso. Fueron citados a las 8:30 horas para comenzar la reunión 60 minutos después. A todos los saludó de mano y luego dedicó 30 minutos para exponer su vida, recordar que tras la campaña de Manuel J. Clouthier, en 1988, se sintió "como Pepe Grillo" frente al gobierno, porque quería decirle "no robes, no mientas, no engañes, y a Pinocho le valía gorro. Quería que las cosas se compusieran".

Insistió: "Me sentí Pepe Grillo en el hombro de Pinocho. Y entonces decidí ir al taller de Gepetto para que no salieran más Pinochos". Así describió su incursión en la política, y contó la anécdota de que se fue a vivir a un campamento, en el zócalo de Puebla, con sus seis hijos, para revertir los candados que le impedían ser candidata a un puesto de elección popular, para lo cual "yo no podía cumplir los requisitos".

Quizá por eso, afirmó, no pude "hacer una maestría política en el extranjero acerca de lo que se puede y no en política, para que se logren mejores condiciones de vida", pero "he trabajado fuerte para ayudar en mi país".

-¿Qué es lo que más le preocupa en este momento? -se le preguntó.

-Cuando uno tiene capacidad, vocación de servicio, también tiene la obligación de ver el poder como un espacio para servir. Mi preocupación al frente de la Sedeso es no desaprovechar un solo momento para conseguir condiciones de vida mejores para los mexicanos. Cuando uno está muy cerca de la pobreza... Y no he conocido la pobreza en películas, primero por haber estado conviviendo con las personas del campo muchísimos años de mi vida.

"Mi padre tenía un rancho y en esa casa donde yo vivía no había ninguna traba para que nosotros (sus vástagos) fuéramos con los hijos de los labriegos, con quienes convivíamos muchísimo. "Inclusive -destacó- hasta había permisos para ir a dormir a sus casas. Yo recuerdo haber regresado muchas veces a la casa y haber necesitado... pues no sé, algunos polvos para matar los piojitos. Había unos que vendían en unas latas; me los tenía que poner y me enredaban la cabeza porque nos empiojábamos totalmente. Pero fue una súper oportunidad de convivir, de sentir cerca muchas necesidades que, a lo mejor cuando uno vive alejado de la pobreza, no las puedes percibir."

Hay cinco flagelos, definió, "que realmente golpean de manera permanente a la población mundial, pero concretamente a los mexicanos, y que vale la pena combatir, dejar la vida en el intento: miseria, ignorancia, insalubridad, injusticia y deshonestidad". La miseria, apuntó, no es necesariamente económica, también tiene que ver con "la pobreza humana", producto de las brechas de desigualdad.

"Estoy convencida de que hay que acercar el México formal, que es el de las leyes, de las instituciones, donde todos los derechos están salvaguardados, porque ninguno de ustedes me va a poder contradecir: uno abre la Constitución ¡y qué maravilla!: tenemos derecho a todo, a alimento, al vestido, al trabajo, a la vivienda, a la salud, a la educación, y el México aspiracional, el que ahí está, reclamando que los derechos se conviertan en hechos."

Por la tarde, la oficina de comunicación social de la Sedeso envió la versión de la entrevista, de la cual omitieron muchos pasajes y frases que aparecen sin censura en esta nota.

 
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