Usted está aquí: miércoles 25 de enero de 2006 Espectáculos Tras 20 años de pugna, termina tortura de toros en Tlacotalpan

Respuesta del gobernador a campaña internacional apoyada por creadores

Tras 20 años de pugna, termina tortura de toros en Tlacotalpan

Los animales eran perseguidos en un "espectáculo sangriento y de barbarie": intelectuales

Suspenderlo deteriorará el prestigio de las actividades que atraen la atención mundial: lugareños

ANDRES T. MORALES CORRESPONSAL

Tlacotalpan, Ver. Tras una campaña que duró casi dos décadas, la cual fue respaldada por la comunidad intelectual del país, a partir de este año no se realizará el tradicional embalse y encierro de toros en las fiestas en honor a la Virgen de la Candelaria.

El argumento que sustentó la decisión de las autoridades estatales, que hicieron el anuncio, fue la petición formal de 38 creadores, entre ello Sergio Pitol, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska y José Luis Cuevas, para frenar el maltrato a los semovientes por parte de la turba enardecida por la algarabía y las bebidas alcohólicas.

La fiesta, a decir de los intelectuales, convertían a las personas en "perseguidores y a los toros en víctimas perseguidas, en un espectáculo sangriento y de barbarie".

Sin embargo, pese a que la medida ya fue anunciada oficialmente, un grupo de lugareños se inconformó con la suspensión del festejo taurino, con el argumento de que deteriorará el prestigio de actividades que atraen la atención internacional.

A seis días de que comiencen los festejos para honrar a la Virgen de la Candelaria, el gobierno estatal hizo el anuncio de la suspensión del tradicional embalse de toros por el río de las Mariposas y su "encierro" en las calles del poblado

Tradición iniciada en el siglo XVII

El festejo en honor a la Virgen de las Candelas es celebrado desde el siglo XVII, cuando los frailes de la orden de San Juan de Dios trajeron la imagen mariana de España, y aunque las fiestas religiosas se prolongan durante ocho días, los actos más atractivos, y que concentran a los visitantes de todo el país y del extranjero, son el paseo en lancha de la efigie y la tradicional tlacotalpada.

El paseo se realiza el 2 de febrero, cuando la imagen de bulto y vestida ricamente a la usanza española es sacada del nicho que ocupa el lugar principal del templo y a bordo de una piragua recorre el río Papaloapan, para bendecir al pueblo de pescadores y asegurar una buena captura durante el año.

Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1998, Tlacotalpan significa "tierra en medio del agua" y desde la época prehispánica los lugareños ofrecían culto a una antigua deidad femenina que habita en el río y es protectora de la especies y de quienes viven de ellas. Con la introducción de la fe católica, durante la Colonia, el culto se mezcló combinando rituales de ambas culturas y el sincretismo tuvo su principal eje en la Virgen de la Candelaria.

Como parte de la mezcla cultural, también se inició la fiesta taurina, que consiste en desafiar a los astados, que en la cultura popular representan el mal o el pecado, suelto entre la muchedumbre, que debe escapar de sus embestidas.

El encierro de toros se realiza en la víspera del 2 de febrero, y fue tomado de los festejos taurinos en honor de San Fermín en Pamplona, España.

Desde entonces, cada primero de febrero, seis toros eran cruzados a nado en el río y posteriormente soltados por las calles del poblado.

Los animales recorren las callejuelas y plazas, donde son perseguidos por la gente, azuzándolos a embestirlos. No obstante, por ser semovientes de corral y no toros de lidia, el festejo derivó en saña contra los animales, a los que se obliga con golpes para continuar la carrera. Además, son pinchados con puntas de mandera o metal, pateados, y muchas veces, la turba les mutila los genitales y la cola. Tras varias horas, agotados y ensangrentados, son retirados a corrales donde esperan su sacrificio, si no mueren antes por las heridas.

El maltrato convertido en espectáculo en Tlacotalpan hizo que intelectuales y organizaciones defensoras de los animales levantaran su voz pidiendo la cancelación del festejo. Inicialmente fueron las agrupaciones Asociación Pro-Vida Animal (Aprova) y Proceso Verde las que en 1988 comenzaron una campaña internacional de recolección de firmas y envío de cartas de protesta a la Presidencia de la República, al gobierno de Veracruz, al ayuntamiento de Tlacotalpan y a la Iglesia católica, exigiendo suspender el encierro taurino.

En 1993, recuerda Isabel Estrada de Pola, un grupo de observadores internacionales acudieron a Tlacotalpan para documentar el maltrato a los animales y reforzar la campaña internacional involucrando a organizaciones de España, Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña.

Desde hace cinco años, durante el gobierno de Miguel Alemán, diversos intelectuales de Veracruz y otras partes de México se sumaron a la campaña, pero no recibieron respuesta afirmativa. En total, 38 personalidades respaldaron la petición a las autoridades veracruzanas, entre ellos, los escritores Sergio Pitol, Germán Dehesa, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis y Emilio Carballido. También se sumaron el pintor José Luis Cuevas, Iván Restrepo, Leticia Tarragó, David Antón, Fernando Vallejo, Homero Aridjis, Hiroyuki Okumura, Rocío Sagaón y Rodolfo Sánchez Vega, entre otros.

En julio de 2005, la organización Aprova, que encabeza Isabel Estrada de Pola, hizo contacto con Sergio Pitol, Premio Cervantes de Literatura 2005, y éste se comprometió a encabezar la petición al gobierno de Veracruz.

El 18 de enero, el gobernador Fidel Herrera responidó, tras haberse reunido con Pitol en Jalapa, y anunció la suspensión del encierro de toros para 2006.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.