Usted está aquí: jueves 19 de enero de 2006 Gastronomía Restaurante inglés conquista el gusto del crítico más exigente de Francia

El Pato Gordo es considerado el mejor del mundo por especialistas

Restaurante inglés conquista el gusto del crítico más exigente de Francia

Su cocina está llena de "poesía apabullante, tiene el frenesí de un demente", señala

JOHN LICHFIELD THE INDEPENDENT

París. ¿Cómo es posible que el mejor restaurante del mundo sea un lugar llamado El Pato Gordo, que sirve helado de huevos con tocino? ¿Cómo puede ser que se encuentre, no en París y ni siquiera en Francia, sino en un villorrio inglés? El más temerario y temido de los críticos franceses cruzó el canal de La Mancha para averiguarlo, y le encantó lo que encontró (hasta el helado).

Francois Simon, de Le Figaro, es un hombre cuyas acerbas opiniones ponen a temblar hasta a los chefs de tres estrellas. El mes pasado reservó una mesa, de incógnito, en The Fat Duck, en el pueblo de Bray, en Berkshire, donde la comida para uno cuesta 280 dólares y que en fecha reciente fue identificado por una revista especializada británica como "el mejor restaurante del mundo".

"The Fat Duck nos recuerda que en Inglaterra se puede comer divinamente (como también en Finlandia)", informó Simon. Sin mencionarlo por su nombre, fue una clara reprobación del presidente Jacques Chirac, quien dijo en julio pasado que la cocina británica sólo era superada por la finlandesa como la peor del mundo.

Escepticismo galo vencido

En su reseña, publicada recientemente, Simon reconoce que viajó a Bray ("una deliciosa aldea a 50 minutos de Londres") con cierto grado de escepticismo galo.

¿Qué lugar de comida -preguntó a sus lectores- fue nombrado el mejor del mundo después de una encuesta entre 500 expertos de todo el orbe? "¿Están sentados?", preguntó. "Un restaurante inglés. Sí, no es una errata." Peor aún, sólo un restaurante francés -Pierre Gagnaire, en el hotel Balzac, a un lado de los Campos Elíseos en París- figuró entre los 10 primeros en una lista global publicada el verano pasado por la revista Restaurant.

A continuación Simon -conocido por su franqueza y su negativa a trabar amistad con los principales chefs de Francia- escribió una lírica reseña del Pato Gordo y de su propietario-chef, Heston Blumenthal, de 39 años de edad.

La cocina de Blumenthal, dijo, demostró una "poesía apabullante", una voluntad de ser experimental y clásico a la vez. Le recordó la excentricidad de la película Mary Poppins, pero también el trabajo de un imaginativo chef regional francés, Alain Chapel.

"Hay en la cocina de Blumenthal el frenesí de un demente, un atractivo candor, los giros y vueltas de un derviche danzarín, un enfoque a la vez espontáneo y sumamente técnico." El helado de huevos con tocino -añadió- fue "un momento culminante... a la vez excelente e hilarante".

La cuenta, publicada en Le Figaro, mostró que Simon y su acompañante probaron un "menú de degustación" y una selección de vinos también para degustar: en otras palabras, una mezcla de los platos y vinos de la casa. El total, con café y agua, ascendió a 438.19 libras esterlinas (unos 790 dólares) para dos.

Como la noche de bodas

"¿Caro? Sí. ¿Muy caro? No", escribió Simon. "Una comida como ésta debe verse como una noche de bodas. Para prepararse, uno debe ponerse a dieta y disponer el corazón para una maravillosa y nueva experiencia."

Sobre la pregunta de si The Fat Duck es el mejor restaurante del planeta, Simon se muestra más circunspecto. Es "absurdo", expresa, tratar de imponer una "jerarquía vertical", pero El Pato Gordo es, en su opinión, uno de los 20 restaurantes del mundo que están abriendo el camino a "una nueva época en la gastronomía".

Pasó hace mucho el tiempo, agregó, la época en que Francia podía reclamar el título de campeona gastronómica del orbe. Dio un bofetón con su servilleta, como ha hecho antes, a los astros de la cocina francesa que "duplican" sus ideas en proyectos millonarios alrededor del globo pero no están dispuestos a meterse a la cocina y demostrar "la incandescencia de su talento".

En El Pato Gordo, puntualizó, Blumenthal está "de veras allí, en su cocina, que es también una probada de lo que alberga el futuro de la gastronomía".

Sin embargo, Simon se niega a dejarse arrastrar hacia los argumentos terminantes a los que tan afecta es la prensa británica: la cocina británica es mucho mejor; por tanto, la francesa es basura hoy día.

Francia, manifestó, sigue siendo un "dulce y maravilloso paraíso gastronómico". Sin embargo, los talentosos chefs de la nueva generación francesa se han mostrado demasiado tímidos para desafiar a la clientela de su país, "echada a perder" por la tradición. Se han mostrado más lentos que sus colegas de otras partes en abandonar los aspectos más rígidos de la cocina francesa y unirse a la "humorística" e imaginativa revolución de la gastronomía mundial.

"Pero, presten atención", advierte Simon: "Todo eso comienza a cambiar con rapidez..."

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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