Despedida


El 8 de marzo de 1987 un grupo de feministas de dentro y de fuera de La Jornada impulsaron el proyecto de un suplemento en este diario que tuviera como fuente de información y como lectoras principales a las mujeres. Su director fundador, Carlos Payán, acogió el proyecto con sensibilidad social y sentido periodístico y este diario creó el suplemento feminista Doble Jornada, que a partir de septiembre de 1998, en su segunda etapa, con un nuevo equipo y bajo una nueva dirección del diario, la de Carmen Lira, pasó a llamarse Triple Jornada.

El proyecto nació bajo una premisa básica e innegable: las mujeres (como los indígenas), no eran (son) de interés informativo. Sus problemas, luchas y organizaciones no eran (son) noticia. Aunque hoy se ha avanzado algo, aún no existe entre las fuentes informativas una fuente de mujeres y menos aún en cada fuente los/las periodistas miran a las mujeres; salvo en ocasiones ineludibles pocos medios relevan sus quehaceres sociales, colectivos y menos aún los personales, y en el mundo de habla hispana no hay todavía un suplemento feminista como lo han sido Doble y Triple Jornada.

El objetivo no terminaba sólo en informar desde y para las mujeres, en informar sobre ellas y desde ellas, era también crear un medio que leyera el mundo entero desde esa perspectiva que la historia patriarcal ha silenciado e invisibilizado; dar elementos que permitieran a las mujeres entender su situación subordinada, su condición de otredad y las razones y modos con que la lógica patriarcal mantiene y recrea una macrocultura productora de injusticia, jerarquía, dominio y violencia donde las mujeres son sus principales víctimas y, en la medida de su conciencia feminista, también su máxima esperanza y posibilidad de cambio.

Estos objetivos no eran fáciles ni para el diario ni para sus realizadoras. Para La Jornada era un desafío inédito con un tema y una mirada que no es de fácil aceptación ni comprensión en una sociedad todavía fuertemente machista; para las realizadoras -más acostumbradas a lidiar con las diversas expresiones de ese machismo- el desafío era sobre todo ofrecer una amplia, buena y profunda información capaz de recoger la realidad y de llevarla al público más amplio posible, así como también acompañarla de reflexiones significativas que fueran capaces de reflejar y de proyectar nuevos imaginarios femeninos.

Dos equipos, en dos etapas, dieron lo mejor de si buscando realizar esos objetivos. Las pocas planas en los 130 números de Doble Jornada y 89 números de la Triple, dieron cuenta, a veces con amplitud, a veces con brevedad, de la gran mayoría de los temas que atingen a las mujeres o sea todos (o casi todos que no es lo mismo pero es igual). Se informó y reflexionó sobre cuerpo, sexualidad, placer, salud, mente, organización de mujeres, proyectos, justicias e injusticias, guerras, realidades de otras latitudes, creaciones de todo tipo, acciones políticas, utopías, teorías, investigaciones, debates, denuncias... Se tocó lo local, lo nacional y lo mundial. Se hicieron reportajes, crónicas, entrevistas, artículos, notas, humor. Se lo hizo con textos y con imágenes. Se dio cuenta de lo que se hacía y lo que se dejaba de hacer. De lo que se quería y de lo que ya no se soportaba más. Se acompañaron procesos sociales y políticos a través de la información y la reflexión teórica.

Tal vez muchas veces lo que hicimos gustó a unas y unos y disgustó a otras y otros, tal vez muchas veces se hicieron cosas de mucha calidad y algunas otras con menos brillo, pero sin duda alguna, queremos creer que tanto Doble Jornada primero, como Triple Jornada después, han sido y serán parte intrínseca de la lucha de las mujeres, parte de su historia en la búsqueda de un mundo mejor para nosotras en primer lugar, pero fundamentalmente para todos y todas. De ellas salieron muchas/os periodistas con nueva mirada sobre si mismas/os y su quehacer profesional. De ellas salió el impulso para otros proyectos que hoy trabajan en esos y otros objetivos.

Sin duda en estos años ha habido algunos cambios en la mirada periodística sobre las mujeres, pero tampoco nos queda duda de que no lo sustancialmente fuertes como para que podamos decir que las mujeres están cualitativamente mejor representadas en los medios. Siguen siendo marginales aunque ya aparezcan ocasionalmente por aquí y por allá en la medida en que estos mismos proyectos y el género son ahora parte de lo “políticamente correcto”.

Pero como dice la canción “cambia, todo cambia”. Y este diario hace cambios que llevan al cierre de este y otros suplementos para dar vida a otros proyectos nuevos. Nos duele su desaparición por su significado político para nosotras las mujeres, pero es necesario aprender a desprenderse. Sabemos que igual que en la madre naturaleza, en la cultura nada es eterno, pero sabemos también que nada se pierde, todo se transforma. Otros medios, en otros momentos y con nuevos equipos surgirán en otras partes. Y serán mejores en la medida en que, como mujeres, desarrollemos nuestro propio estatuto de validez en el mundo, nuestra propia autonomía, nuestra libertad de ser, existir y proyectar. Esa es la tarea pendiente. Triple Jornada jugó un pequeño papel en ello y, dando gracias a todas las que aportaron, ahora se despide.

Equipo de Triple Jornada
2 de enero de 2005