El amor como entrega incondicional es un placer masoquista: Lamas

Aleyda Aguirre

Para navegar en el tema del amor de una forma "menos patológica" es necesario "aplicar la receta del viceversa" donde vemos qué le falta al otro y aceptamos que no es el hombre perfecto, pero también nos miramos a nosotras con defectos y virtudes, además de ampliar el abanico de posibilidades para relacionarse, es decir, hablar de parejas homosexuales, lésbicas o bisexuales.

Asimismo debe estar el condimento del "autoconocimiento" y el amor propio. Conocernos con humildad, saber nuestros límites, "de qué pie cojeamos". Si no somos capaces de vernos críticamente, "sabiendo nuestra carencia existencial" a la hora de relacionarnos amorosamente, corremos el riesgo de hacer de nuestra relación de pareja un conflicto, explicó la feminista Marta Lamas al cerrar el ciclo Conversaciones entre mujeres, organizado por la Sociedad Mexicana Pro Derechos de la Mujer A.C., Semillas.

El tema del amor propio, refirió, es básico, sobre todo para una sociedad como la nuestra, influida por la cultura judeocristiana occidental, en donde el amor y el respeto a las mujeres ha estado entretejido de toda una serie de valores como la abnegación, el sacrificio, el renunciamiento... "una mujer enamorada pierde la cabeza y es capaz de hacer cualquier cosa como poner adelante las necesidades de la pareja y a veces dejar de lado las propias".

El equilibrio entre el amor propio y el autoconocimiento "es lo que podrá en algún momento de la vida ayudarnos a navegar en esas complejidades del amor de una manera menos patológica que como lo hemos estado haciendo como grupo social las mujeres", explicó.
La también antropóloga citó a la autora del Segundo sexo, Simone de Beauvoir y dijo: "La palabra amor tiene distinto significado para uno y otro sexo, de donde surgen los serios inconvenientes que suelen separar a uno y otro sexo; para la mujer el amor es una total sumisión al servicio.

"Como la mujer está de todas maneras condenada a la dependencia, antes que estar al cuidado del padre, marido o protector, prefiere servir a un Dios que ella elige y elige desear su esclavitud y ésta se le presenta como la expresión de su libertad. Aun si la independencia está permitida, el amor es el camino que parece más atrayente para la mayoría de las mujeres, pues les resulta angustioso asumir la responsabilidad de su vida.

"El amor es para las mujeres una abdicación, elegir el amor es elegir el camino más fácil. La mujer en vez de luchar por su cuenta se deja llevar, la mayoría de las mujeres buscan volverse niñas y rencontrar quién proteja su desamparo, buscan la dominación". Esta idea de entregarse "voluntariamente a un dueño que va a hacer de ti lo que quiera" y encontrar todo el placer en torno a esa idea, "desde una lectura sicoanalista es un placer muy masoquista", criticó Lamas.

En los años 70, recordó, "empieza a establecerse una crítica sobre esta manera de entregarse al amor", hay por un lado una vertiente radical que plantea que el amor es "un espacio de sometimiento de las mujeres y que por lo tanto no había que establecer relaciones amorosas y hay otra que llega a reformular los planteamientos amorosos a partir de la idea de autonomía y amor propio".

Expresó que no es fácil deshacerse de comportamientos sociales y culturales "que han desarrollado actitudes amorosas de cierto tipo en las mujeres... y podemos de alguna manera decir yo ahora analizo esos mensajes y esos códigos y me quiero deslindar de ellos y voy a actuar de otra manera, pero tenemos procesos en el cuerpo, procesos biológicos y un inconsciente en donde están troquelados mensajes que pocos podemos modificar a voluntad... Puede ocurrirte, con lo racional que tú te puedas sentir, que de repente te veas atrapado en una relación tradicional como la de tu papá o tu mamá".

Al referirse a los Retos de las mujeres jóvenes empoderadas para poder relacionarse con sus parejas, indicó que el término "empoderamiento" en las relaciones amorosas era "espantoso, suena a arrogancia" y "es lo peor para establecer relaciones humanas con otros seres humanos" por lo que prefería hablar de las mujeres que "están queriendo tomar las riendas de su vida".

Recomendó a la mujeres vivir de manera "más relajada" las relaciones con las parejas, "sentir y dejarse llevar" y no "seguir un programa" como las feministas de su época "que teníamos nuestro programa de cómo había que vivir" reconciliar una "idea tradicional de feminidad, que yo creo que la traemos bastante interconstruida en la cabeza por mucho que la cuestionemos... Entonces, esta idea de feminidad disfrutarla y aceptarla mucho más o con mucho menor conflicto que lo que las feministas de mi generación pudimos hacer. Yo creo que nosotras nos debatimos mucho entre el cubrir ciertas cosas, una especie de feministómetro".

Aún así, dijo, ya son treinta y tantos años de un feminismo que aunque sigue asustando a ciertos sectores, ha filtrado cierto tipo de ideas básicas de respeto a los derechos humanos de las mujeres, de poder decidir sobre tu vida y sobre todo tu propio cuerpo, de la autoconfianza, el amor propio y la autonomía. "Todas esas cosas son las más fáciles de integrar y aceptar, el tema es cuando eso entra en contradicción con tus elecciones amorosas, porque esa parte racional que nos puede ayudar a decidir, muchas veces se desequilibra con lo que sentimos".

No en vano, apuntó, el sicoanálisis lleva más de un siglo analizando las relaciones entre los seres humanos y mostrando que "llevamos a la cama" conflictos infantiles y de familia, por eso "es importante el autoconocimiento, ese es un elemento en donde ya no podemos ser ingenuas, no podemos decir qué casualidad que me enamoré de este tipo que se parece tanto a mi papá, no es una casualidad", concluyó.

 

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