Usted está aquí: lunes 2 de enero de 2006 Espectáculos Alto contraste, un grito de libertad desde el oriente de la capital

La publicación integra imágenes captadas por los alumnos del Faro de Oriente

Alto contraste, un grito de libertad desde el oriente de la capital

La fotografía es el mejor punto de reflexión que hay, comenta Jesús Villaseca, maestro de los talleres

Harán exposiciones itinerantes; proximamente saldrá la segunda edición, adelanta

ARTURO CRUZ BARCENAS

Fotografía sobre el barrio desde el barrio, de la vida desde el barrio, para alejar la violencia y la desconfianza de los padres por el hecho de ser un vil vago, un joven sin futuro, un aplanacalles. "Este libro, Alto contraste, es un grito de libertad, de verdad, que quede claro, y lo hicieron muchachos y personas de 60 años", expresó Jesús Villaseca, profesor de los talleres de fotografía de la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) de Oriente, en Iztapalapa.

Villaseca, fotógrafo de este diario, ha deambulado profesionalmente en las fuentes más diversas. Desde la estresante policiaca, donde dio seguimiento a casos como el de los machetes de San Salvador Atenco, hasta la secuencia del coreano que se mató en Cancún, en protesta contra el neoliberalismo.

Oriundo de Iztapalapa, "donde nací y lo más seguro es que moriré, porque yo soy de aquí", señaló el 18 de agosto de 1983 como fecha de su inicio profesional en el arte de la luz. "He hecho fotografía de productos, comercial, pero mi pasión es el fotoperiodismo.

"La fotografía es un encuentro con uno mismo. El primer ejercicio que un fotógrafo debe desarrollar es la observación. Esto es lo que yo les insisto a mis alumnos en el Faro; les digo que más que buscar ser un gran fotógrafo o un artista, se trata de empezar a conocernos mediante la imagen", añadió.

Estudió fotografía en el Grupo Sol, "una escuela patito, pero tuve una maestra, Amanda, quien me inculcó cómo ir desarrollando esta sensibilidad".

Ante la explosión de la cámara digital, dijo que esta tecnología "está limitando la creatividad. En un acto los fotógrafos hacen sus tomas e inmediatamente las ven, pero en ese momento puede suceder cualquier cosa. De un suceso pueden tomarse 300 imágenes; es casi filmar".

Compromiso con los alumnos

Con esa experiencia y sensibilidad llegó a ese recinto cultural. "Llevo un año tres meses dando clases. El pago es simbólico, pues quienes estamos en el Faro tenemos un gran compromiso. Tengo 108 alumnos en tres talleres.

"Expongo algo de historia de la fotografía, y las primeras fotos se hacen con una cámara oscura. Los alumnos son gente con muchas ganas y sueños. En mis talleres traté de romper un poco con la formalidad, con la rigidez."

Un ejercicio que ha pedido a sus estudiantes es que "imaginen las fotos, sin cámara". Se sincera: "Jamás pensé en ser maestro. Fui malísimo como alumno. Mi aula es un tubo de drenaje profundo; dije: a la chingada, yo no quiero cuatro paredes, porque entre mis alumnos hay a quienes los han tronado en la escuela.

"Son los chavos reprimidos que sus jefes no entienden, que les reclaman con eso de 'güey, otra vez reprobaste'. Se salen de las escuelas. Este rollo es creativo, es un rollo de libertad. Si quieren pararse en las sillas lo pueden hacer, o acostarse, no importa. Eso ha ayudado.

"Hay chavos que antes de llegar al salón apagan su toque de mota y guardan la pistola. La zona del Faro es una cuchilla y es el límite con Ciudad Nezahualcóyotl, Iztapalapa y Los Reyes. El oriente del DF siempre ha sido de las zonas más abandonadas; no hay agua, por ejemplo.

"El Faro es un salvavidas; ahí los chavos van encontrando que son más creativos que los del norte, del sur, que los de San Angel... Aquí hay un potencial cabrón. Les digo que ya tienen una herramienta: la cámara, y que la empiecen a usar. Hacen cosas fabulosas. El Faro no es una casita de cultura y todos somos libres.

"Denuncian al vecino que tira la basura cerca de sus casas. Les toman una foto y la pegan en la carnicería para que los demás se enteren que ese güey es quien tira la basura en la calle. Buscamos tomar conciencia por medio de la fotografía, para tener un barrio mejor. Si mis alumnos ven un abuso policiaco lo retratan.

"Su herramienta es poderosa para denunciar. Es un grito de libertad."

Así surgió la idea del libro. A los muchachos se les hizo algo imposible, loco, pero el proyecto creció. La selección de las fotos del libro fue difícil. "Fue tema libre. Unos llegaron con fotos de su mascota. Los más avanzados comentaban que qué onda con esas pendejadas. Esas pendejadas son las que tú hiciste hace tres semestres, les contestaba".

Oriente creativo

"Los talleres son gratuitos y cada quien compra su material. Las fotos del libro Alto contraste se tomaron con cámaras mecánicas. No hay nada digital. Este libro es para exigir que ya los pelen, que el oriente también tiene cosas creativas."

La portada es de un joven llamado Israel. Es un ojo viendo a través de un hoyo. Parece de un fedayín, pero no. Es de un iztapalapense. "El libro se hizo con la cooperación de cada uno de ellos. Así salió. Se editaron 500 libros. Ya viene una segunda edición.

"El día de la presentación fue algo impresionante. Los papás no les creían lo del libro. Es más, pensaban que no iban a los talleres, sino que se iban de locos a meterse un toque. Algunos lloraron.

"Estos talleres son tan sólo el principio. Vamos a llevar exposiciones a los barrios de Iztapalapa y a otras zonas. La fotografía es el mejor punto de reflexión que puede haber en la vida."

Alto contraste es un libro libre, sin censura. Tiene imágenes con mucho erotismo, "son antros, table dance, ficheritas, pero están llevando eso a un nivel artístico. Hay fotos que reflejan la devoción católica. Vamos por más", añadió Jesús Villaseca. Los interesados pueden pedir el libro en el Faro.

 
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