Usted está aquí: domingo 18 de diciembre de 2005 Opinión La Patota

Néstor de Buen

La Patota

Hace muchos años, si no recuerdo mal en 1984 o 1985, nos encontrábamos en Maracaibo, Venezuela, Mario Pasco, Rafael Alburquerque y el que suscribe, disfrutando de un descanso de nuestras tareas académicas. Habíamos sido invitados a participar en un seminario sobre temas laborales, en una época en que las condiciones económicas de Iberoamérica eran bastante más favorables que las actuales. En Venezuela la moneda estaba a cinco bolívares por un dólar y era costumbre de la clase media venezolana pasar los fines de semana en Miami. Se podían cubrir fácilmente los gastos de la invitación.

En el calor tropical de Maracaibo, un whisky no nos haría daño. Reunidos en un bar se nos ocurrió la idea de publicar un libro común, pero a diferencia de la mayoría de las obras colectivas, todos trataríamos el mismo tema, a partir de las perspectivas de cada país.

Pensamos en incorporar a otros tres especialistas para integrar un grupo razonable. Surgieron los nombres de Alfredo Montoya, de España; Rolando Murgas, de Panamá, y Wagner D. Giglio, de Brasil, que sumados a la representación de Perú (Pasco), de República Dominicana (Alburquerque, hoy vicepresidente de su país) y yo de México, hacíamos un bonito conjunto.

Elegimos el tema de "La solución de los conflictos de trabajo". Las colaboraciones fueron oportunamente redactadas y pensamos en la necesidad de un prólogo ilustre. Todos coincidimos en que el maestro Américo Plá, de Uruguay, era la persona indicada.

Mario sugirió el nombre común: "La Patota", palabra sin sentido específico entre nosotros pero que en el Cono Sur equivale a pandilla de más que dudosa conducta. Rafael y yo la aceptamos y así se quedó... por algún tiempo. La sorpresa fue que Plá no hizo el prólogo sino que sin particulares invitaciones se convirtió en uno más del grupo y presentó la versión uruguaya.

Me encargaron la publicación del libro. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social asumió la responsabilidad. Y cuando estaba yo en espera de que se terminara la impresión, se produjo el terremoto del 18 de octubre de 1985. Mi angustia derivó de lo maltratada que quedó la STPS y no tuve dudas de que en los escombros yacerían los restos del libro.

Afortunadamente no fue así. Obviamente habíamos solicitado otro prólogo y gentilmente Emilio Gómez Vives, hoy subsecretario del Trabajo y entonces y por muchos años conciliador mayor, lo hizo. Así nació el primer libro del grupo.

Hoy la lista de libros en conjunto pasa de diez. Pero nuestro querido maestro Américo Plá protestó permanentemente por el nombre, y años después, en un acto de debilidad y bajo la influencia de Pasco, que es un poco líder, aceptamos convertirnos en el "Grupo de los Nueve", integrado entonces también por Emilio Morgado, de Chile, y Mario R. Ackerman, de Argentina. Pero el nombre subterráneo de "La Patota" quedó más allá de los compromisos con Plá.

No nos conformamos con los libros monotemáticos. En los años de 1987 a 1995, Mariano Piña Olaya, gobernador de Puebla, invitó al grupo a participar en los encuentros iberoamericanos que en esos años se celebraron, reconozco que bajo mi responsabilidad académica. El grupo asistió a dos o tres encuentros. También con obra común.

Hoy Américo Plá tiene ya alrededor de 85 u 86 años. Su constante presencia en actos internacionales se ha visto mermada por razones evidentes. Pero sus amigos de La Patota, sin que él lo supiera, decidimos publicar un libro en su homenaje. El tema, común, "En torno a los principios del derecho del trabajo", publicado por Editorial Porrúa este mismo año. Y precisamente en esta semana nos hemos reunidos en Montevideo seis de los patoteros para entregarle el libro con la ausencia lamentable de Rafael y Alfredo, ambos excesivamente ocupados por razones políticas y académicas, respectivamente.

Para nuestro amigo común y maestro virtual, ha sido una sorpresa. Nuestros colegas uruguayos nos ayudaron a organizar un acto del que Plá no tuvo noticia hasta el momento en que llegamos a Montevideo a darle un abrazo y un beso colectivo a Marta, su esposa, y a entregarle el libro.

Américo Plá es un hombre poco expresivo, pero de excepcionales cualidades humanas y académicas. Fue expulsado de la universidad cuando la dictadura militar. En su casa, con sus alumnos, hizo una reunión semanal que se denominó "El Grupo de los Miércoles", y que subsiste con enorme prestigio. Ahora, en ese grupo, le entregamos el libro. Se emocionó, y nosotros también. Inclusive, no se opuso a que intentáramos rescatar, sin conseguirlo del todo, nuestro viejo nombre patotero.

 
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