Usted está aquí: domingo 18 de diciembre de 2005 Opinión Si Evo pierde... digo, es un decir...

Guillermo Almeyra

Si Evo pierde... digo, es un decir...

arafraseo a un gran poeta andino, quizás el mejor de la lengua castellana en los últimos dos siglos, ya que lo que está en juego en Bolivia trasciende en mucho el resultado inmediato de las elecciones. El jefe del ejército boliviano, por ejemplo, consciente de lo que podría resultar si un chanchullo parlamentario anulase la decisión de las mayorías populares en la primera vuelta de este domingo, no sólo aclara que el instituto armado acataría las órdenes de un presidente indio por los dos costados (paterno y materno) sino que también exhorta a los políticos a refrendar el resultado del primer turno, sin agravar ulteriormente el enfrentamiento entre izquierda y derecha, es decir entre los blancos y mestizos, por una parte y, por otra, la tan temida y odiada (por éstos) "indiada" que votará por Evo Morales. Como antes de la guerra civil española, la lucha feroz se da en las urnas.

¿Qué votarán los que sufraguen por Evo? No el agua chirle teórica que les ofrece el candidato a vicepresidente por el MAS, que antes fuera teórico despistado de una aventura guerrillera milenarista y ahora lo es de una utopía de reforma (¡en Bolivia!) del capitalismo. No los discursos políticos moderados del mismo dirigente cocalero, que no habla ya de los pueblos indios ni menciona el anticapitalismo sino que se limita a agitar un nacionalismo antineoliberal (no contra el sistema) que los otros candidatos incluso pueden imitarle sin mayores problemas, ya que efectivamente Bolivia casi le regala el gas a Argentina (que lo vende a Chile más caro). Tampoco el vacío de propuestas en sus posiciones sobre qué será y cómo se organizará la Constituyente, ni sobre las medidas que encara destinar a los más pobres y oprimidos para que compensen, con una discriminación positiva, la extrema pobreza de éstos y combatan el racismo de que son víctimas.

Entonces, ¿por qué podría ganar Evo Morales en la primera vuelta? Porque aunque muchos indios y pobres pensarán que, en su calidad de indio y de pobre, no está capacitado para gobernar, muchos más tendrán el orgullo de poder imponer un presidente como ellos y, en buena medida, quizás de ellos. O sea, podría ganar por dirigente social y por indio. También porque su nacionalismo es plebeyo, no burgués, y va en el sentido de las movilizaciones populares que se sucedieron desde octubre de 2003 e incluso antes. Es decir, porque reclama la estatización del agua (en la línea de la guerra del agua cochabambina), la estatización del gas y del petróleo (en la línea de los movimientos que derribaron al presidente Goni Sánchez de Lozada), en la línea antiparlamentaria y de acción directa, que es una constante de los movimientos de trabajadores y pobres en Bolivia. Igualmente porque no tiene un partido, sino un instrumento político ad hoc, que en realidad es un pool de sindicatos y organizaciones de masa, en el que los caudillos sin duda abundan pero responden a una relación estable con sus mandantes. Por último, en orden de exposición, pero no de importancia, porque la embajada estadunidense y la derecha lo odian, odian también al zambo Hugo Chávez, exhalan racismo por todos los poros en un país donde los indígenas, los de poncho y las de polleras, son mayoría, pero son parias y quieren dejar de serlo. Por todo eso Evo podría obtener la primera mayoría este domingo, sin conseguir, sin embargo, más de 50 por ciento de los sufragios, lo cual lo consagraría automáticamente presidente.

En el caso muy probable de que gane la primera vuelta y deba ir de todos modos a una segunda, hay varios escenarios posibles. Como sucedió con Salvador Allende, en el Parlamento un sector que le es adverso, pero que no sigue a Quiroga y al embajador yanqui, podría darle sus votos, democráticamente (aunque después comenzase a sabotearlo). En tal caso tendría el gobierno pero no el poder, que debería conquistar en las calles en vista de la Constituyente. Si los anti Evo, en cambio, se uniesen en el Parlamento (como sucedió en la elección general presidencial última en la que, pese a triunfar Evo, eligieron a Sánchez de Lozada, con las consecuencias conocidas), habría un conflicto de poder entre las cámaras y los políticos que están muy desprestigiados y el poder popular, que derribó primero a Goni y después a Meza de la presidencia. También en ese caso, o las instituciones salen del paso (cosa difícil, ya que el ejército, por ahora teme reprimir, porque podría romperse) y se abre un gran periodo de inestabilidad social que podría desembocar en un estallido, o la voluntad popular se impone sobre las instituciones y se espera la prueba de fuerza final en la Constituyente y en la elección de prefectos (o sea, en la formación de los poderes estatales locales).

Para estos enfrentamientos Evo Morales no tiene partido sino un frente, una organización laxa. Además, los infantiles de todo tipo se niegan a apoyarlo y a votar como hará el pueblo diciendo que es un nuevo Lula, aunque la derecha demuestre con su odio y su temor que es algo más que eso, porque el problema no es el cocalero sino quienes votarán por él. Es de esperar, sin embargo, que al cuarto para las doce maduren y pongan el interés general de los trabajadores y oprimidos de Bolivia y de América Latina por sobre sus intereses mezquinos y sus odios y rencores.

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