Usted está aquí: lunes 5 de diciembre de 2005 Política Devino show televisivo la toma de protesta de Calderón Hinojosa

El PAN gastó $4 millones en la ceremonia, a la cual asistieron unas 18 mil personas

Devino show televisivo la toma de protesta de Calderón Hinojosa

Se reúne la plana mayor del blanquiazul; Fox, Abascal y Cabeza de Vaca, los ausentes

A manera de consuelo, los derrotados Creel y Cárdenas Jiménez ocupan lugar en la zona VIP

CLAUDIA HERRERA Y JOSE ANTONIO ROMAN

Por una larga pasarela iluminada, Felipe Calderón Hinojosa y su familia caminaban, saludaban, lanzaban besos. Era su día. El "hijo desobediente", representante del panismo de cepa, entró por la puerta grande después de tiempos difíciles, del predominio del foxismo y de los llamados pragmáticos del PAN.

Sin la sombra del presidente Vicente Fox, ausente para evitar la polémica, el político michoacano fue entronizado candidato. "Aquí tenemos a nuestro líder, al próximo presidente de México", exclamó exaltado Manuel Espino, el dirigente nacional del blanquiazul, que apenas hace unas semanas no ocultaba sus diferencias con el calderonismo.

Los panistas no escatimaron recursos: gastaron 4 millones de pesos -según cifras oficiales-, lo cual se tradujo en que la capacidad del Palacio de los Deportes fuera rebasada -18 mil personas adentro y cientos afuera-. Se instalaron seis macropantallas, cuatro unidades móviles, hubo ráfagas de confeti, animadoras en bikini, deportistas, artistas, luces...

Por momentos, la ceremonia hizo recordar los shows políticos estadunidenses y siguió rigurosamente los requerimientos de una transmisión televisiva. Media hora en Televisa y Televisión Azteca representaron la oportunidad para catapultar mediáticamente a su candidato.

Como escenografía de la "unidad panista" había un mosaico de personajes del partido detrás de Calderón Hinojosa.

Ahí estaban gobernadores, miembros del gabinete, con excepción del secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza, y del procurador general de la República, Daniel Cabeza de Vaca, cuyas ausencias fueron evidentes. Los propios calderonistas confiaban en que fue lo mejor para evitar controversia por la línea de ultraderecha del inquilino de Bucareli.

Al michoacano también lo arroparon sus ex contendientes, Santiago Creel y Alberto Cárdenas Jiménez, y los más allegados, aquellos que apostaron por él antes de la contienda interna: Luis H. Alvarez, Josefina Vázquez Mota, Rodolfo Elizondo, Ana Teresa Aranda, Francisco Ramírez Acuña y Florencio Salazar Adame.

Como hace cinco años en la toma de protesta foxista, Diego Fernández de Cevallos, ex candidato presidencial y senador, no fue visto en la celebración.

En una demostración de fuerza como partido en el poder y que gobierna un mayor número de estados y municipios que hace seis años, el PAN le apostó a una gran concentración.

Deportistas, actores y bikinis

Aunque no todos portaban la credencial azul. Los había de Morelos, que llegaron invitados por algún dirigente local con la promesa del paseo y un refrigerio, como Amelia González quien sostenía una pancarta: "En Morelos seguimos con el cambio. No importa lo que digan".

Mientras se preparaba el desfile de los políticos, en la pantalla aparecieron futbolistas como Zague y Kikín Fonseca; Erick del Castillo -el actor de batalla de las campañas panistas-, y el corredor de autos Mario Domínguez, quien reconoció "no estar capacitado para hablar de política, pero sí de éxito".

Jovencitas en bikini se movían cadenciosamente al ritmo de una batucada, mientras otros, con zancos y trajes de lentejuela, bailaban como si se tratara de un carnaval.

"Estamos de fiesta. Felipe hizo lo imposible", exclamaba un muchacho de San Luis Potosí, que se desgañitaba en busca de que el candidato volteara a verlo.

Reflejo del reacomodo de fuerzas en el PAN, los seguidores calderonistas tuvieron acceso a las zonas VIP, mientras los creelistas y simpatizantes de Cárdenas Jiménez debieron conformarse con las gradas más cercanas al escenario. Sólo los ex contendientes pudieron subir al estrado.

Sentados en al graderío, como cualquier panista, podía verse a Armando Salinas Torre y Humberto Aguilar Coronado, los estrategas del ex secretario de Gobernación, y al senador Jeffrey Max Jones y al diputado Fernando Guzmán Pérez Peláez, aliados de Alberto Cárdenas Jiménez.

Al mediodía se dio la aparición de Calderón Hinojosa, quien iba acompañado de su esposa, la diputada federal Margarita Zavala, se armó la gritería. Ambos hicieron rápido baño de pueblo azul y después, como ídolos juveniles, caminaron por la pasarela, que fue espacio exclusivo para ellos y sus tres pequeños hijos.

"¡Felipe, Felipe, Felipe!", exclamaba al unísono un entusiasta auditorio que, al mismo tiempo, hacía sonar manitas aplaudidoras de plástico y matracas, y que desplegaba sus mantas para que el candidato distinguiera de dónde venían. En cumplimiento del ritual de unidad azul, Calderón recorrió el presídium, integrado por los panistas renombrados y los representantes de la sociedad civil. Le dio la mano a cada uno de los gobernadores, a los integrantes de la cúpula panista, de la comisión que vigiló la elección interna y a los representantes de la sociedad.

En el último grupo figuraban "líderes sociales" casi desconocidos, salvo el dirigente de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas, Alvaro López Ríos; representantes seccionales del Sindicato Unico de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal; el empresario Manuel Arango, y se nombró a la velocista Ana Gabriela Guevara, pero nunca fue vista.

Ante la exaltada audiencia, Calderón Hinojosa ya no hizo alusión a los rencores del pasado, de cuando el foxismo y los pragmáticos hicieron a un lado a su grupo. Apenas dedicó una frase para enviar un saludo al ausente mandatario y entonces lanzó sus dardos contra sus enemigos de enfrente: el perredista Andrés Manuel López Obrador y el priísta Roberto Madrazo Pintado.

Luego, sin regateos, Espino -antes adversario del calderonismo- lo declaró su "querido amigo, nuestro líder..."

Apenas concluyeron los discursos, un exultante Calderón Hinojosa y su familia desfilaron otra vez, en medio de una catarata de papeles de colores.

"¡Esa banda... que toque El hijo desobediente!", exclamó en una convivencia final con los que se quedaron en la explanada del Palacio de los Deportes.

No había duda. El michoacano, el defensor de la doctrina blanquiazul, fue por la revancha y ganó, recobró el liderazgo en el PAN.

 
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