Usted está aquí: viernes 18 de noviembre de 2005 Sociedad y Justicia Damnificados de Chiapas improvisan viviendas

Continúa el abandono oficial en zonas marginadas

Damnificados de Chiapas improvisan viviendas

ELIO HENRIQUEZ, ANGELES MARISCAL Y RODOLFO VILLALBA CORRESPONSALES

Ampliar la imagen Familias de Vega de Guerrero construyeron modestas chozas para sustituir sus viviendas da�s por Stan FOTO V�or Camacho Foto: V�or Camacho

Invadidas por el sentimiento de abandono gubernamental, decenas de familias afectadas por el huracán Stan en el municipio de Siltepec, en la sierra de Chiapas, han retornado a sus viviendas dañadas en zonas de riesgo o han construido pequeñas chozas con techos de lámina y "paredes" de nailon en terrenos prestados.

Después de mes y medio de ocurrido el desastre, allí reinan la falta de coordinación interinstitucional y la desorganización de las dependencias encargadas de atender la emergencia.

Históricamente olvidados por las autoridades estatales y federales, la tercera parte de los 40 mil habitantes de Siltepec sufrieron daños. Muchas comunidades continúan incomunicadas y los pobladores reprochan el abandono gubernamental.

De las casi 700 personas albergadas los primeros días después del desastre, esta semana sólo quedaban 54 en el auditorio municipal, pero su futuro es incierto, pues, aseguran, el gobierno no les ha dicho si les va a construir casas nuevas o qué van a hacer con ellos. ''Ni siquiera les han pagado a los de la cocina comunitaria como prometieron.''

Los de Toquián, por ejemplo -donde los derrumbes y las grietas en el cerro acabaron con muchas casas y hasta con el panteón-, han comenzado a regresar a sus viviendas dañadas o en zonas de riesgo, o bien a buscar algún pedazo de terreno menos inseguro donde construir una choza provisional. Otros están refugiados con familiares o amigos.

A la comunidad Vega de Guerrero -a 45 minutos de la cabecera y donde el río se llevó 43 viviendas- también ya regresaron los cientos de afectados. Algunas familias han construido, con sus precarios recursos, modestas chozas con techos de lámina y de nailon que no las protegen del frío, menos de la lluvia.

Conforme se avanza hacia las comunidades más alejadas de la cabecera se observa que la situación es aún peor para los damnificados. Es el caso de Honduras -a dos horas y media de la cabecera por una deteriorada carretera de terracería-, donde están albergadas 36 familias originarias de Nueva Argentina, desde donde llegaron el 9 de octubre después de caminar 12 horas por veredas y cruzar ríos con lazos, pues la zona quedó incomunicada. La otra mitad de la población se quedó allá.

Estas familias, que permanecen en la bodega de café del ejido padeciendo la falta de agua y leña, están convencidas de que no podrán regresar a vivir a su comunidad, porque las casas fueron destruidas y no es posible reconstruirlas, pues es zona de riesgo.

La situación para estas familias -180 personas- es cada día peor, porque los habitantes de Honduras los presionan para que abandonen el albergue. Argumentan que no hay agua ni leña suficiente para que continúen en ese lugar. La solidaridad de las primeras semanas se ha ido diluyendo.

El abasto es otro motivo de discordia, pues los pobladores de Honduras, que no resultaron afectados, exigen que también se les entreguen despensas, y hasta han tratado de presionar a las madres franciscanas Misioneras de María para que les den alimentos.

Las autoridades ejidales mantuvieron bajo llave varias semanas más de 300 despensas destinada a los damnificados. Sólo han dado una parte. Su argumento es que el abasto debe ser para todos, no sólo para los que sufrieron daños.

En las comunidades que están más adentro todavía, dicen las franciscanas, la situación está peor, debido a que a muchas sólo se puede llegar a pie después de varias horas y es imposible llevar abasto.

Invaden viviendas de Consorcio Viva; se niega a indemnizar

Un grupo de damnificados del fraccionamiento La Primavera, en Tapachula, invadió un centenar de viviendas de interés social de Consorcio Viva, debido a que las casas que habitaban las construyó esa empresa y ésta se negó a reparar los daños.

Los damnificados explicaron que permanecerán en el lugar en tanto no los indemnicen por la pérdida de sus hogares.

Aumentará el número de niños sin educación

Antes de los desastres provocados por Stan, en Chiapas había 92 mil niños que no tenían acceso a la educación, de los cuales Tapachula ocupaba el primer lugar con 7 mil 500, ahora se considera que son muchos más, comentó Mauricio González Oviedo, funcionario de Políticas Públicas del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia en México.

Reconoció que los desastres mermaron los buenos resultados que estaban logrando y que ahora tendrán que duplicar los esfuerzos, porque no sólo se trata de volver a iniciar con los que por factores como la pobreza no podían ir a la escuela, sino también con los que no están tomando clases porque sus escuelas desaparecieron.

Archivos en peligro

En el municipio de Suchiate, las graves inundaciones provocaron también la destrucción de parte de la memoria histórica de ese pueblo y de cerca de una veintena de lugares del Soconusco.

El director general del Archivo General de la Nación, Jorge Ruiz Dueñas, dijo que si bien las recomendaciones internacionales son conservar los archivos históricos en zonas de riesgo no se puede hacer mucho en el sureste mexicano porque toda la región es zona de riesgo.

 
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