Usted está aquí: viernes 18 de noviembre de 2005 Política Pirómanos

Jorge Camil

Pirómanos

Parece que a Bush se le está complicando la cosa, porque a pesar de la invasión los "terroristas" salen ahora de las alcantarillas para poner en jaque al gobierno francés. Y Abu Musab al-Zarqawi, hasta ayer únicamente jefe de la insurgencia iraquí, y hoy quizá sustituto de Osama Bin-Laden como cabeza de Al Qaeda, transportó el movimiento fuera de Irak para atacar Jordania. Bush no debería sorprenderse, al-Zarqawi sólo está actuando como fiel discípulo de la globalización, que amenaza involucrar a Medio Oriente en una guerra civil y servir de inspiración para que los movimientos autóctonos incendien el continente europeo.

Alejado de la historia, o ignorante de sus enseñanzas, Bush enfrenta ahora el anunciado choque de civilizaciones, pero insiste en aislar a Estados Unidos tras una muralla interminable de detectores de metales refugiándose cada vez más en las fuerzas armadas. Las últimas revelaciones sobre los motivos para la invasión han dejado claro que el rey va desnudo, y que está perdiendo la guerra en casa. Pero como la "guerra contra el terrorismo" es el único programa de gobierno, el rey continúa visitando bases militares e instalaciones castrenses con un apremiante mensaje de patriotismo: "criticar la guerra es alentar la insurgencia, y poner en riesgo a las fuerzas de ocupación".

En Francia, en cambio, donde el primer ministro Dominique de Villepin se levanta de madrugada a escribir poesía, "porque es la hora en que fluyen las ideas", el gobierno ha resistido la tentación de recurrir al ejército, y está sofocando la rebelión juvenil con programas que garantizan integración a la cultura francesa y apoyos económicos para incrementar el empleo; el objetivo es alentar la esperanza de las juventudes musulmanas olvidadas.

Veinte millones de musulmanes en la Unión Europea y 70 en Turquía (que no obstante el rechazo de la Europa de los 25 insiste en considerarse país europeo) son suficientes para darse cuenta de la magnitud del problema, y del peligro. Bush sabe que Chirac no lo quiere, que De Villepin se opuso a la invasión en Naciones Unidas y que Francia no es un pequeño país petrolero al que pueda intimidar. Por eso no ha dicho esta boca es mía. Pero en Jordania, un aliado ambivalente, cuya realeza reza el Corán con el pueblo, pero va de compras a Nueva York, envió a Giuliani Partners a encargarse de los medios: "los atentados no tienen relación alguna con la guerra en Irak", repetía una y otra vez Amman Bernard Kerik, socio del ex alcalde de Nueva York que prometió erradicar la inseguridad mexicana a cambio de una suma multimillonaria.

Para quienes no lo conozcan, Kerik es el típico incondicional de Bush: ajeno a los secretos del Islam, pero sabe hacer negocios y controlar a los medios. Fue jefe de policía en Nueva York y ex ministro de gobernación en Irak, hasta que abandonó el país acusado de recibir sobornos. En el segundo mandato de Bush fue designado secretario para la Seguridad del Territorio, pero renunció vergonzosamente antes de tomar posesión, asediado por dos escándalos extramaritales.

Y hay quienes se preguntan por qué el ataque a Jordania... Al norte de Ammán, en Zarca, cuna de al-Zarqawi, los vecinos atribuyen los atentados a Israel, porque se niega a creer que uno de los suyos haya ordenado la matanza. Pero el mensaje fue de una claridad meridiana: el fundamentalismo del jefe insurgente ha trascendido la lucha contra Estados Unidos para alcanzar las dictaduras complacientes de los Emiratos Arabes, Arabia Saudita y el reino de Jordania. Todos, aliados incondicionales de Estados Unidos por razones económicas.

En Europa, los pirómanos franceses han comenzado a ser imitados por activistas musulmanes en Bélgica, Holanda y Alemania, y amenazan revivir el fantasma ultranacionalista de Jean-Marie Le Pen, derechista más intransigente que Bush. Su partido, el Frente Nacional, fue fundado para detener la inmigración africana y expulsar a los indocumentados.

Tras los recientes disturbios los partidarios de Le Pen volvieron a subir a Internet el video utilizado para las elecciones europeas de 1999, sólo que ahora con el sugestivo título de "inmigración: explosión en los barrios".

Tras una vista de pájaro de escenas dantescas de destrucción urbana y deterioro ambiental, que culminan con los recientes incendios nocturnos, aparece en el cielo un cometa luminoso con una estela esplendorosa de la bandera francesa. El meteoro desciende sobre París para limpiar el desorden mientras se escuchan lejanos, hasta convertirse en un tutti orquestal ensordecedor, los acordes de La Marsellesa. El cometa efectúa un recorrido por las demás ciudades afectadas y termina pasando revista a los gloriosos monumentos de la cultura europea: la Torre Eiffel, el Partenón, el Coliseo Romano, la Torre de Pisa, Stonehenge. Al final aparece un mapa continental en tercera dimensión del que surgen enhiestas, entre los cañonazos espectaculares de la Overtura 1812, de Chaikovsky, las banderas nacionales de la Unión Europea: "¡Le Pen lo advirtió: cambiemos Europa!" Bush estaría orgulloso de Jean-Marie.

 
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