Usted está aquí: miércoles 26 de octubre de 2005 Sociedad y Justicia Promesas incumplidas enardecen a los habitantes de la zona rural

Un pequeño mar los separa de la otra civilización

Promesas incumplidas enardecen a los habitantes de la zona rural

HUGO MARTOCCIA CORRESPONSAL

Cancún, QR. 25 de octubre. Los vecinos de Santa Cecilia, ubicados en el Cancún rural -que nada tiene que ver con la zona hotelera, salvo porque la mayoría de quienes ahí viven lavaban los pisos de lujosos hoteles o regaban sus prados-, no tienen comida y un pequeño mar los separa del resto de la civilización.

Habían recibido la promesa de las autoridades de que a las seis de la tarde del lunes un camión pasaría a dejarles víveres. Un contingente de ellos se preparó para ir a buscar la comida. Con el agua hasta el pecho, agarrados a un cable de la luz que les sirve de guía entre las aguas lodosas, literalmente nadaron hasta llegar a la carretera a Mérida, donde debía esperarlos la ayuda oficial.

El contingente era diverso: una mujer embarazada, dos o tres hombres, unos cuantos muchachos y tres niños que fueron trasladados encima de las aguas en un refrigerador improvisado como bote.

Llegaron a la orilla de la carretera mucho antes de la hora pactada. A las diez de la noche, sin comida ni agua y con la carga de una nueva promesa rota, debieron remontar las aguas en la oscuridad.

''Los niños casi se ahogan; no veíamos nada, yo ni sé nadar'', dice la mujer embarazada. Ahora está en la plaza de toros de Cancún, controlada por el Ejército; allí se almacenan las despensas. Vino hasta aquí con 30 personas de Santa Cecilia y vecinos de Tierra y Libertad, dos de los asentamientos más pobres, a buscar las despensas que nunca llegaron.

''Acá nos dicen que somos poquitos y que las despensas las están llevando a las regiones. ¿Entonces qué hacemos?'', pregunta otra mujer. Una joven funcionaria de la secretaría estatal de Hacienda les dice que las despensas van a llegar a donde el día anterior no llegaron.

''¿Seguro?'', pregunta un hombre. ''Nos quedamos acá'', acota la mujer embarazada. ''Esa es una decisión de ustedes, pero acá no se dan despensas'', termina la funcionaria. Luego se dirige a los reporteros: ''Me están alborotando a la gente'', los increpa. El problema no es privativo de esos dos asentamientos. En algunas zonas de Cancún el escenario sigue siendo desolador. Vecinos contra vándalos; policías contra ciudadanos; autoridades que nunca llegan; miles de personas sin casa ni comida.

El reporte oficial dice que han desaparecido 7 mil 708 palapas de gente que vive en pobreza extrema. Ese número supone no menos de 30 mil personas en condiciones de calle, de desesperación.

Esas son las condiciones que obligaron a un grupo de vecinos a parar un camión de víveres en la colonia Valle Verde; hicieron que les dejara despensas. En la región 100 un albergue que tiene el tesoro de 60 despensas es constantemente apedreado por vecinos de los alrededores que no tienen qué comer.

En la región 237, los colonos cansados y desesperados por la falta de agua, asaltaron el cárcamo y comenzaron a llevarse agua en cubetas. Seguridad Pública intervino y la Comisión de Agua Potable del estado coordinó una improvisada entrega.

A pesar del ''toque de queda'' o ''invitación respetuosa''a no salir después de las 19 horas, impuesta por la autoridad, los habitantes de muchos fraccionamientos han decidido que la vigilancia no es suficiente contra el vandalismo y arman barricadas con automóviles para frenar el embate de los saqueadores que van sobre las viviendas.

 
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