Usted está aquí: lunes 10 de octubre de 2005 Deportes Destacan el rejoneador Pedro Louceiro, Los Forcados Mexicanos y Juan Silis

Los de Santa Rosa de Lima, repetidores y deslucidos, exhiben a los alternantes

Destacan el rejoneador Pedro Louceiro, Los Forcados Mexicanos y Juan Silis

Empeños infructuosos de Luis Gallardo y Pepe López

Otra entrada simbólica

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen Juan Luis Silis, en una ajustada y emocionante gaonera al primero de la tarde FOTO Rafael S�hez de Icaza Foto: Rafael S�hez de Icaza

Quizá como preámbulo a algunos de los carteles de relumbrón que habrá de imponer durante la próxima temporada grande -más de lo mismo pero más caro-, la empresa de la Plaza México tuvo a bien ofrecer para la decimonovena novillada un megacartel, no tanto por la importancia de los alternantes cuanto por la duración del festejo: tres horas y cuarto en las que desfilaron siete novillos, un rejoneador y su cuadra, un grupo de forcados y tres novilleros con sus respectivas cuadrillas. Todo por 75 pesos.

Bueno, es un decir: 75 pesos por cabeza en cualquier localidad del segundo tendido de sombra. En un matrimonio y dos hijos, ya son 300 de las entradas, más cuatro cojines, 20 pesos, más cuatro cervezas, 80; más seis donas, 90; más cuatro alegrías, 40; más una revista taurina que no dice nada sobre lo que ocurre en México, 40.

¿Que quién les manda ser tan tragones? Hombre, el público grueso -es un decir- asiste a la plaza en busca de emociones, no de diversiones, por lo que si aquéllas no las encuentra en el ruedo, las consigue en el tendido y por la boca.

Así que por 570 pesos entre cuatro, difícilmente la empresa puede ofrecer algo más que un desfile de buenas intenciones taurinas por parte de todos los actuantes: empresario, ganadero y toreros de a pie y de a caballo. Y háganle como quieran, que esto lo hacemos por pura afición y no por interés económico, ni importa que a los autorregulados el público no nos comprenda.

Así las cosas, y sin que la empresa haya logrado romper el récord de inasistencia que impuso hace ocho días, hicieron el paseíllo el rejoneador Pedro Louceiro III, los Forcados Mexicanos y los novilleros Juan Luis Silis, Luis Gallardo y Pepe López, para enfrentar una novillada de Santa Rosa de Lima, propiedad de José Martínez Ramírez.

Y si no es por la monta enterada, la sólida técnica y el estilo clásico, es decir, sin hermoseadas emergentes ni acrobacias efectistas, a cargo del rejoneador Pedro Louceiro III, así como por la meritoria pega de los Forcados Mexicanos, la tarde hubiéramos podido ofrecerla por las almas de los precandidatos, dado el suplicio que significó para la escasa concurrencia el esfuerzo infructuoso de los alternantes de a pie.

En descargo de éstos, sobre todo de Silis y de Gallardo, hay que decir que, salvo en España, en los países taurinos latinoamericanos los toreros no se hacen toreando sino de milagro, por conversaciones e intuición, más que por una experiencia acumulada y una evolución dirigida.

Juan Luis Silis tuvo en sus manos el mejor lote y habiendo estado empeñoso y con deseos de triunfo, apenas si logró unas bellas verónicas, alguna gaonera y una brionesa con su primero, Don Pepe, negro listón con 445 kilos, que inicialmente tuvo un comportamiento prometedor para acabar, como sus hermanos, soso y deslucido.

Revestido de oro, sobre todo la casaquilla, Silis, ya con 24 años, toreó con calidad por ambos lados al primero de lidia ordinaria, haciendo cosas muy toreras por el izquierdo, en donde había que forzar la embestida. Luego intercaló un cambio de mano por la espalda, más naturales, un martinete preciso y un desdén dibujado. Y cuando tenía la oreja en sus manos, necesitó de dos pinchazos y tres cuartos de acero para terminar con Don Pepe, que incluso fue aplaudido en el arrastre. Silis agradeció en el tercio la sonora ovación.

Con su segundo, de Los Ebanos, de nombre Américo y con 404 kilos, repetidor, suelto de cabeza y en ocasiones incierto, Silis consiguió buenas tandas con la diestra... de nueva cuenta emborronadas con la espada. Cuatro pinchazos, tres de ellos arriba, entera y un aviso, volvieron a reducir a una salida al tercio lo que debió ser otra oreja.

Luis Gallardo pechó con lo peorcito de Santa Rosa, es decir, lo que menos trasmitió, aunque por su repetitividad pareciera que eran propicios para el lucimiento convencional. Eso sí, a los dos los mató muy mal, escuchando un aviso en su primero y dos avisos en su segundo, que brindó al doctor Rafael Vázquez Bayod, médico de plaza, seguramente en agradecimiento a su desempeño profesional cuando fue gravemente corneado por un novillo de San Marcos, en La Florecita.

Por su deslavada parte, el prometedor Pepe López, luego de sus dos primeras actuaciones no sólo no avanza sino que retrocede con paso firme. Destacaron en banderillas Raúl Bacelis y con la vara Delfino Campos.

 
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