Son mujeres maltratadas las futuras bailarinas

Un ballet contra la violencia

• La apuesta es por la danza para que recuperen su cuerpo
• Después de vivir situaciones violentas se pierden las sensaciones

Aleyda Aguirre

Es un salón de cinco por cinco, alfombrado. Está colmado de mujeres. Las acompañan algunos de sus hijos e hijas de uno o dos años, hay incluso recién nacidos/as. Están ahí con la intención de aprender a quitarse la violencia de encima, para evitarla, sacarla de sus vidas.

La terapia parece sencilla, si bien se complica conforme avanza la hora de clase: plies, relevé, posiciones de brazos, espalda, cabeza, primeras, segundas y terceras posturas de pies, son algunas de las solicitudes de la directora del incipiente ballet: Ana Lourdes Lara o Jana, como prefiere que la llamen sus alumnas. Es danza contemporánea, empezó en junio de este año con cerca de 150 personas de escasos recursos de entre 16 y 23 años de edad, víctimas de violencia de sus familiares o parejas. Forman parte de las acciones de los programas: Jóvenes en riesgo y Amores sin violencia, coordinados por el Instituto de la Juventud del Distrito Federal y el Instituto de las Mujeres de la ciudad, apoyados por organizaciones civiles como APIS, Fundación para la Equidad A.C.

Las futuras bailarinas se ordenan dentro del pequeño espacio, colocadas una tras otra, mientras sus hijas e hijos, son recostados o ubicados en la parte trasera del salón o a un lado de ellas. Lloran... cuando empieza la música se calman y permiten a sus madres reconocer su cuerpo de nuevo, estirarlo, levantar una pierna, un brazo y sentir sus músculos.

No obstante, algunas no logran concentrarse, inician a destiempo, no consiguen el movimiento ni ir a ritmo con la música. Mariana es una de ellas. Se le hicieron algunas preguntas antes de que impidieran entrevistarla “para no obstaculizar su proceso de sanación”. Tiene 21 años, cuatro hijos, su ex pareja la golpeaba porque no le daba para la droga. De vez en vez abandona la danza para darle la mamila a su pequeño de menos de un año o para calmar sus chillidos.

Por ahora menguar el dolor

Jana espera instruirlas de tal modo que puedan constituirse en un verdadero ballet, entonces podrán ejecutar grand plies, suplies, cambres, port de bras, rond de jambe... tener la técnica del baile contemporáneo. Por ahora se conforma con menguar el dolor y hacerlas autovalorarse para después proyectar esa seguridad en un escenario. Hace dos años, explica Tania Robleso Banda -terapista de Apis desde hace cinco años-, se logró también conformar un grupo de teatro que puso en escena Biografías amorosas, donde las mujeres contaban sus propias historias. La obra ha sido presentada en las diferentes preparatorias del Gobierno del Distrito Federal. Ahora la apuesta es por la danza "se intenta que recuperen su cuerpo porque regularmente, después de vivir situaciones de violencia, lo primero que se pierde son las sensaciones".

Este tipo de trabajo inició en Casa Alianza hace ocho años con niñas de la calle. Pequeñas que no sólo recibieron violencia, sino que por lo vivido, también se volvieron agresivas, atestigua Jana. "Nos dimos cuenta que bailar nos hace comprender aun sin palabras. Le apostamos a que el arte por sí mismo tenía que ayudar porque libera, fluye, puede darnos la oportunidad de rencontrarnos y dio resultados".

Con sus grupos actuales, hubo al principio "una atmósfera tensa", por sus primeras terapias con las que hacían catarsis, "yo les decía, vamos a soltar el cuerpo, a sentirlo, a manejarlo, a controlarlo... Hay chicas que todavía están muy duras, yo creo que es miedo, bloqueo, falta de conciencia, no estar aquí sino en los problemas. Vamos lentas, si hoy no logran llegar hasta abajo, mañana tal vez, el chiste es el compromiso contigo misma, porque quien no maneja su cuerpo no está completa" dice convencida Jana.

"Cuando eres maestra de danza se te hace callo para ver cuerpos, sabes quien arquea, quien sube un hombro; empiezas a conocer y te vas dando cuenta del problema de cada quien; las que no ponen atención las haces que vengan aquí, a la clase, a las que no tienen coordinación, también las ayudo", puntualiza la coreógrafa, egresada del Sistema Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

La danza va a traerles bienestar, se darán cuenta que podrán trabajar con independencia cada una de las partes de su cuerpo y eso les dará dominio y al mismo tiempo capacidad de decidir, entonces "tendrán otro nivel de contacto con la cultura, con el arte, con ellas mismas", argumenta la artista, quien también estudió en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea.

Trabajo multidisciplinario

Antes de sus clases de danza, estas mujeres platican en terapias de grupo sus experiencias personales. Después de un año, serán ellas quienes trabajarán apoyando en los diferentes Institutos de las Mujeres de las delegaciones de la ciudad de México, explica Robles Banda.
Durante esos 12 meses, asegura, se busca retomen sus estudios, si comprueban sus gastos escolares se les pagan y se les proporciona una ayuda de 500 pesos mensuales por parte del programa Jóvenes en riesgo.

Las narraciones de estas jovenas "son terribles", describe, tienen que ver con abusos sexuales por parte de sus familiares, violencia física y verbal, violaciones tumultuarias, prostitución, abortos, anorexia, bulimia, sobrepeso entre muchas cosas más. Todo esto las hace pensar que "merecen ser maltratadas". "Están en tal situación de riesgo que en algunas situaciones sus embarazos les han salvado la vida, pues los hijos son su motivo para vivir”.

"Han vivido abuso por parte de papás, tíos, abuelos, de vecinos que las han amenazado que si dicen algo las van a matar o a sus padres. Además, cuando se enamoran, se enganchan de alguien que las maltrata. Tratamos de que miren que esa no es una forma de vida, aunque lo hayan vivido en la infancia, no se tiene que repetir".

Aunado a las clases de ballet, acuden a museos, exposiciones y tienen convivios entre ellas. Todo esto con objeto de conducirlas a obtener su autonomía y que no dependan de la familia, la pareja o de sus grupos de autoayuda, manifiesta Robles.

Sin embargo, reconoce que estos programas no son la panacea y que algunas de ellas desertan o continúan con relaciones violentas, pero la gran mayoría logra salir adelante evitando las agresiones.

(Para mayor información llamar a Fundación para la Equidad A.C. 5659 0548. Correo electrónico: [email protected])

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