Usted está aquí: martes 27 de septiembre de 2005 Política México 2012

Marco Rascón

México 2012

Lo que hoy sembremos germinará en el país que tendremos dentro de siete años. Por eso la clave del voto en 2006 no radica en la visión inmediatista de los candidatos de hoy, salvadores de la patria, sino en la estructura de fuerzas y los intereses que prevalecerán y harán uso del poder político.

Para ese año las reservas petroleras probadas (RPP) estarán a punto de agotarse. Habremos despilfarrado la herencia energética que marcó y financió el proyecto de la Revolución Mexicana, la que creó a los grupos oligárquicos que hicieron sus fortunas a partir de los subsidios del Estado. El debate estará marcado por un mea culpa de lo que hicimos con ese patrimonio malbaratado.

Como van las cosas con George W. Bush, en 2008 estarán en plena madurez las contradicciones y debilidades provocadas por la invasión a Irak, el déficit financiero estadunidense y la debilidad del dólar.

Quien quiera que haya ganado en México las elecciones de 2006, según dicen ahora y por las reglas que respetan, estaremos atados a la suerte de Estados Unidos, por lo cual a la mitad del sexenio estaremos enfrentando las consecuencias del debilitamiento económico interno a causa de una integración desventajosa y entreguista negociada durante la usurpación de Carlos Salinas de Gortari.

De haberse impuesto en 2006, Roberto Madrazo moverá México... pero en contra. Andrés Manuel López Obrador planteará que todo se debe a una conjura contra él y América Latina, que erigieron la Unión Europea y China. Felipe Calderón dirá que se necesita mano de hierro contra las movilizaciones sociales.

La ciudad de México estará cercada debido a las obras hidráulicas que dejaron de hacerse. La escasez de agua, las inundaciones y el hundimiento de la ciudad contrastarán con los puentes elevados, atestados de coches con sus conductores irritados por los altos precios de la gasolina.

Si para 2006 no hay una revolución económica y de empleo, para 2012 las consecuencias se verán en las calles. Las tentaciones represivas y autoritarias se habrán fortalecido. Estados Unidos habrá reaccionado convirtiendo a los migrantes del sur en aliados del terrorismo, emergerá el viejo racismo y el valor de las remesas habrá disminuido.

Ante el desgaste del gobierno y la frustración por el cambio, la alternativa o la restauración priísta, adquirirá protagonismo un consejo político empresarial, liderado por Carlos Slim, recelado por el actual Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN), que considerará un error salir de la clandestinidad con la cual gobernaron el país de facto y por encima de las leyes y las instituciones a lo largo de 30 años. La oligarquía profundizará sus diferencias internas, pero estará alerta y unificada ante la posibilidad de un agrupamiento con fuerza política propia, que presente antes de las elecciones la posibilidad de hacer un gobierno. Mientras, seguirán medrando, financiando campañas y negociando pragmáticamente con quien gane.

El inmovilismo del Congreso reflejará la parálisis del país ante el deterioro estadunidense y la presión social y económica. Considerará que su debilidad es relativa ante la debilidad existente en la izquierda, tras el desplome y desintegración del PRD. Todo reagrupamiento con credibilidad social y desde abajo será acusado de atentar contra el país y medrar frente a sus dificultades.

En ese sexenio estaremos viviendo las consecuencias en salud pública tras más de 25 años de mala alimentación, que derivarán en diabetes (que alcanzará a más de 20 millones), tuberculosis, sida y dependencia del alcohol y del consumo de drogas baratas y de diseño.

Las cárceles, síntoma de descomposición social, estarán marcadas por el hacinamiento, los motines y la violencia. Las prisiones, presagio de agotamiento y de cambios profundos, serán espacios protagonistas y expresión de la crisis del futuro.

El deterioro del oficio político, los intereses inmediatos y la falta de certidumbre acrecentarán las posibilidades de la violencia política. El escándalo y la credibilidad de los medios de comunicación, en particular radio y televisión, habrán entrado en una etapa de franca descomposición. Toda la cultura y la dictadura del espot, de los noticieros editorializados, de las encuestas (en crisis tras la elección de 2006 y la caída del PRD, que duró dos años punteando) nos hará pasar del culto y la credibilidad total al escepticismo.

El año 2006 marcará un punto de inflexión entre haber ganado el voto libre y haberse convertido en el voto inútil que no cambia nada. La alternancia no fue cambio.

La siembra de hoy es el resultado de plantar semillas vacías. El vacío dejará como cosecha condiciones de aridez en un país donde la única escapatoria sería romper para enfrentar debilidades muy profundas y credibilidades muy perversas.

Todos somos víctimas hoy, ya sea por miedo, imaginario ingenuo o conservadurismo, del voto por el menos peor, que es pésimo para labrar el México del año 2012.

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A mi padre. Por todo

 
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