Usted está aquí: domingo 7 de agosto de 2005 Política La guerra entre cárteles, sin cuartel; 800 ejecutados en lo que va del año

Ex militares de grupos de elite lideran y entrenan a bandas de sicarios como Los Zetas

La guerra entre cárteles, sin cuartel; 800 ejecutados en lo que va del año

Las organizaciones del Golfo y de Sinaloa, protagonistas de la violenta lucha por las plazas

Los puertos, centro de la disputa; temen que el Pacífico se convierta en otra frontera norte

GUSTAVO CASTILLO GARCIA

La guerra del narcotráfico recorre de extremo a extremo el país, y ya ha dejado, sólo en 2005, una estela de más de 800 ejecuciones, que incluyen a policías, funcionarios y familiares de capos. La lucha incesante por el control de plazas, zonas de cultivo y centros de recepción y distribución de enervantes se da, de manera concreta, entre los cárteles del Golfo y de Sinaloa.

Se trata de organizaciones con grupos de sicarios liderados por desertores del Ejército Mexicano y corporaciones policiacas, abastecidos de armas de alto poder, tales como granadas de fragmentación, lanzacohetes, rifles de asalto y presumiblemente hasta bazucas.

Ambos cárteles protagonizan un combate sin cuartel que se extiende a casi todas las entidades. Como prueba están, además de los hechos violentos en la frontera norte, sobre todo en Tamaulipas, la detención de sicarios fuertemente armados en Michoacán, el decomiso en los últimos meses de arsenales en Acapulco y Coahuila, el estallido de dos granadas en Tonalá, Jalisco, y el anuncio del cártel del Golfo de que está listo para disputar a su similar de Sinaloa el control de Guerrero.

El cártel del Golfo lo dirige desde el penal de máxima seguridad de La Palma -como reconoce la Secretaría de Seguridad Pública federal- Osiel Cárdenas Guillén, con apoyo de lo que queda de la organización de los Arellano Félix, mientras el de Sinaloa lo encabeza Joaquín El Chapo Guzmán en combinación con el cártel de Juárez.

En esta lucha por el control del negocio de la droga se ha transgredido lo que hasta hace poco se consideraba una de las reglas no escritas pero respetadas entre los capos mexicanos: a la familia de un jefe no se le toca.

En septiembre de 2004 Rodolfo Carrillo Fuentes fue asesinado en Culiacán, Sinaloa, supuestamente por acuerdo de sus socios de los cárteles de Juárez y de Sinaloa, porque estorbaba a sus intereses.

La transformación de las organizaciones criminales antagónicas, así como sus áreas de influencia, se hace patente al comparar dos mapas, uno elaborado por la Procuraduría General de la República (PGR) en 2001 y otro de este año, realizado con datos de la dependencia.

Con instrucción militar

El brazo armado del cártel del Golfo está conformado por desertores del Ejército Mexicano que se han autodenominado Los Zetas. Estos sicarios tienen presencia en al menos seis estados de la República, y han capacitado a nuevas generaciones en el manejo de armas de grueso calibre, como las que utilizan los cazadores, como se denomina a los francotiradores que operan en zonas de conflicto.

De acuerdo con información recabada por organismos de inteligencia mexicanos, este grupo, que actúa con estrategias militares, ya tiene una segunda generación. Se trata de individuos entrenados y capacitados por desertores del cuerpo de elite conformado a raíz del levantamiento armado en Chiapas, en 1994.

Fuentes militares admiten que los elementos del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes) que pasaron a las filas del narcotráfico se convirtieron de sicarios del cártel del Golfo a encargados de dirigir, entrenar y equipar una fuerza armada delictiva capaz de tener presencia simultánea en varios estados, con movimientos de logística en los que ponen en práctica los conocimientos adquiridos en su momento en Fort Bragg, Estados Unidos, cuando fueron entrenados para combatir a la guerrilla.

Según declaraciones del secretario de la Defensa Nacional, general Clemente Ricardo Vega García, el grupo de Los Zetas no sólo está integrado por militares desertores, sino también por ex elementos policiacos estatales y municipales.

Aunque, de acuerdo con información de diferentes órganos de inteligencia del Estado, los mandos de esta banda delictiva están dominados precisamente por ex Gafes.

La geografía del control

Versiones no desmentidas hasta el momento por instituciones mexicanas indican que Diego Montoya Sánchez, Don Diego, el narcotraficante colombiano más buscado por Estados Unidos y a quien se le considera el sucesor de Pablo Escobar, opera desde México y podría haber sido el objetivo del ataque con dos granadas de fragmentación en Tonalá, Jalisco, la madrugada del lunes 1º de agosto.

De acuerdo con fuentes de la PGR, esta guerra entre cárteles tiene su origen en la detención, en los últimos cinco años, de algunos grandes jefes del narcotráfico, pues líderes rivales aprovecharon el cautiverio de aquéllos para buscar el control de sus plazas. Pero el encarcelamiento, lejos de afectar sus operaciones, unió a los capos.

Ejemplo de ello es que en el penal de máxima seguridad de La Palma se aliaron Osiel Cárdenas Guillén (del Golfo) con Benjamín Arellano Félix, y dentro de esa misma cárcel ordenaron el asesinato de dos operadores del cártel de Sinaloa: Miguel Angel El Ceja Güera Beltrán, en noviembre de 2004, y Arturo El Pollo Guzmán, el 31 de diciembre de ese mismo año.

Estos hechos provocaron una crisis penitenciaria que obligó a que el Ejército Mexicano cercara las prisiones de máxima seguridad de La Palma y Puente Grande, en enero pasado.

Esas mismas circunstancias transformaron el mapa de las organizaciones criminales y sus centros de operación.

De acuerdo con información obtenida, la asociación entre organizaciones ha permitido que, para este 2005, la unión Golfo-Arellano Félix tenga presencia y busque por conducto de Los Zetas la hegemonía en 22 estados: Nuevo León, San Luis Potosí, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Baja California, Baja California Sur, Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Michoacán, Puebla, Oaxaca, Chiapas, estado de México, Distrito Federal, Zacatecas y Tamaulipas.

Sus principales bastiones, que defiende de los embates de El Chapo Guzmán, son Tamaulipas, Veracruz, Quintana Roo y Yucatán.

Las únicas entidades en la que supuestamente tiene pleno control serían Yucatán, Puebla y San Luis Potosí.

La importancia que tiene para esta organización entidades como Yucatán, Veracruz y Quintana Roo consiste en que son puertas de entrada para la droga proveniente de Colombia, principalmente por vía marítima. Pero Veracruz además es un corredor que conecta de manera directa con los tres principales puntos de trasiego hacia Estados Unidos: Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, en Tamaulipas.

La sociedad Carrillo Fuentes-Sinaloa (El Chapo Guzmán)-Milenio (Valencia Valencia) tiene centros de operación en 20 estados: Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Durango, Coahuila, Tamaulipas, Zacatecas, Nayarit, Michoacán, Distrito Federal, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Tabasco, Chiapas, Campeche, Quintana Roo, Baja California, Guanajuato y Nuevo León.

Las entidades en las que aparentemente no tiene competencia son Morelos, Durango, Zacatecas, Coahuila, Guerrero y Guanajuato.

Morelos fue hasta hace unos años santuario de la organización de los Carrillo Fuentes; sin embargo, tras la muerte de Amado Carrillo, El señor de los cielos, esa entidad se volvió peligrosa para la libertad de algunos integrantes, como Vicente Carrillo Fuentes y Vicente Carrillo Leyva, este último hijo de Amado.

Asimismo, cuatro de las ocho entidades que controlaban en 2001 los hermanos Amezcua Contreras -dedicados a la producción y distribución de drogas sintéticas- han sido ocupadas por otros cárteles. Ahora, según informes de inteligencia, estarían operando en Colima (una de las más grandes puertas de entrada para sustancias químicas provenientes de Asia), Jalisco, Baja California y Michoacán, según el informe de actividades de la Procuraduría General de la República elaborado en diciembre de 2001.

Disputa desbordada

Para los organismos de inteligencia, tanto mexicanos como estadunidenses, Los Zetas merecen especial atención por su gran poder de fuego y capacidad estratégica. Según reportes a los que La Jornada tuvo acceso, el brazo armado del cártel del Golfo tiene células en Veracruz, Distrito Federal, Yucatán, Quintana Roo, Guerrero, Michoacán y, por supuesto, Tamaulipas.

Fuentes estadunidenses señalaron a La Jornada que el cierre del consulado del país del norte en Nuevo Laredo no fue sólo por los enfrentamientos y el uso de armas de alto poder, sino por la información que sus órganos de inteligencia poseen de la guerra entre cárteles y su expansión hacia la mayor parte de las entidades federativas.

Funcionarios de primer nivel del gobierno mexicano reconocen que la confrontación entre cárteles traerá aparejada en los próximas semanas cambios en los mandos de la Secretaría de Seguridad Pública federal y la Policía Federal Preventiva, así como en altos mandos de la PGR relacionados con el tráfico de drogas y otros ilícitos en materia de delincuencia organizada, a pesar de que en fechas recientes hubo movimientos en áreas de la subprocuraduría que dirige José Luis Santiago Vasconcelos.

Según organismos de inteligencia, como el Centro Nacional de Planeación e Información para el Combate a la Delincuencia y la Sección Segunda del Ejército Mexicano (inteligencia militar), los ajusticiamientos no son sólo de y entre pistoleros, sino también contra integrantes de las estructuras de transportación, negociación, lavado de dinero y operación de organizaciones.

De allí que el mensaje de que 120 zetas están listos para disputar a Joaquín El Chapo Guzmán el control de Guerrero se ha entendido en áreas del gobierno mexicano como un viso de que la guerra que se inició en la frontera norte podría tener en la zona del Pacífico el mismo nivel de violencia.

Los representantes del Golfo -Ezequiel Antonio Tony Tormenta Cárdenas Guillén y Gregorio El Goyo Sauceda- encontrarán grupos que dependen del cártel de Sinaloa, como son Los Negros, Los Güeritos, Los Contras y Los Pelones, que también cuentan con armamento sofisticado y, según algunas agencias estadunidenses, también tienen entre sus filas a desertores del Ejército, igual que Los Zetas.

 
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