Usted está aquí: domingo 7 de agosto de 2005 Política Alarmante deserción en el Ejército; casi 100 mil durante este sexenio

Unos mil 400 fueron miembros de las fuerzas de elite; algunos sirven de sicarios a narcos

Alarmante deserción en el Ejército; casi 100 mil durante este sexenio

"Fracaso en política de reclutamiento y falta de estímulos para hacer carrera militar", entre las causas

JESUS ARANDA

El Ejército Mexicano enfrenta un grave problema de "identidad, espíritu de cuerpo, formación y profesionalismo" de sus integrantes, como resultado de la deserción de casi 100 mil soldados, de 2000 a la fecha, lo que significa que en estos últimos cinco años prácticamente se ha renovado la mitad del instituto armado, que cuenta actualmente con unos 190 mil efectivos.

Un hecho preocupante es que entre estos desertores se encuentran mil 383 integrantes del cuerpo elite del Ejército denominado Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes), algunos de los cuales pasaron a ingresar las filas de grupos de narcotraficantes y que actualmente encabezan a sicarios al servicio del cártel del Golfo, conocidos como Los Zetas.

En su momento, el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), general Ricardo Clemente Vega García, reconoció que hay ex gafes que se pasaron del lado del narcotráfico, aunque ha señalado que Los Zetas no se integran sólo con ex militares, sino también con ex integrantes de diversas corporaciones policiacas estatales y municipales.

Fuentes oficiales señalan que Los Zetas de "primera generación" son los líderes de los grupos de sicarios, mientras los de "segunda generación" son los que fueron capacitados y entrenados por los ex gafes, que recibieron instrucción militar de elite en Fort Briggs, Estados Unidos, con la encomienda de combatir el alzamiento de los zapatistas y otros grupos armados.

En cambio, en la Armada de México los desertores son menos: de 2001 a la fecha, 8 mil 921 marinos dejaron su cargo, de un total de 50 mil.

Según datos oficiales de la dependencia, la cifra disminuyó 15 por ciento en la actual administración, en comparación con la pasada, bajo el mando del almirante José Ramón Lorenzo Franco.

De acuerdo con fuentes militares consultadas, la cifra de desertores en el Ejército "es alarmante" y demuestra "el fracaso en la política de reclutamiento y en la falta de estímulos para que los soldados consoliden una carrera al interior del instituto armado".

Así, bajos salarios, pocas posibilidades de superación -quien entra de soldado raso nunca llegará a oficial sin pasar por las academias militares- y la ausencia prolongada de sus hogares -los 18 mil soldados que participan en operativos de destrucción de plantíos de drogas llegan a estar hasta cuatro meses en la sierra- son las causas principales de que cada vez sea más difícil reclutar soldados, reconocen militares entrevistados.

Afirman que quedan en entredicho los conceptos vertidos por el alto mando en cuanto a la calidad de los integrantes de las fuerzas armadas, su nivel de capacitación y su compromiso con el Ejército.

Los militares señalaron que el alto mando ha cerrado los ojos ante el problema, al grado de que, pese a que la deserción es uno de los delitos más graves en el ámbito castrense y que según la circunstancia -en tiempo de paz o de guerra, si fue durante el servicio o no- puede tener una pena de hasta siete años de prisión, hoy día pocas veces se castiga este acto.

Los informantes dijeron que se llega a dar el caso de enfermeras militares que en su momento desertaron y que después buscaron su reinstalación, pero en la dependencia les aconsejaron que mejor se retiraran, antes de iniciar un procedimiento penal en su contra. El hecho, indicaron los informantes, es que en éstos como en otros asuntos, el alto mando prefiere no enjuiciar a los responsables, porque "no habría cárceles suficientes para castigar a los desertores".

Aunque tal parece, expresaron, que hay sectores que resultan beneficiados de que anualmente abandonen su empleo en promedio 20 mil efectivos. Tan sólo en los tres primeros meses de este año desertaron 5 mil 177 soldados.

Explicaron que los integrantes de la tropa -cabos, soldados y sargentos- que constituyen la inmensa mayoría de los miembros del Ejército, porque los oficiales, que van de subteniente a generales, son egresados de las escuelas de formación militar, al ingresar al Ejército son inscritos en un fondo de ahorro que les sirve para su retiro o si causan baja les queda como capital ahorrado.

No existen cifras oficiales sobre el destino de esos recursos, y si se multiplican por los casi 100 mil desertores de los últimos cinco años -"quienes lógicamente no se presentarán a reclamar su dinero, porque saben que serían sujetos a proceso penal"- resulta un monto millonario que debe transparentarse y hacerse del dominio público.

Según la Sedena, en 2000 abandonaron el servicio 23 mil 629; en 2001, 21 mil 172; en 2002, 15 mil 503; en 2003, 14 mil 774, y en 2004, 18 mil 349. Mientras, los consejos de guerra en que se analizaron estos delitos no pasaron de 233 en promedio anual.

Por su parte, en el documento El Ejército y la Fuerza Aérea mexicanos -balance del estado actual de la institución- se afirma que "uno de los activos más importantes del Ejército y Fuerza Aérea es el sistema de valores que guían pensamiento y acción del personal militar. Este sistema de valores comprende: honor, honradez, espíritu de sacrificio, disciplina, lealtad y amor a la patria".

Los entrevistados señalaron que no es posible hablar de una política adecuada de reclutamiento de soldados, "cuando son cooptados a la salida de las estaciones del Metro", porque si bien muchos jóvenes ingresan al servicio de las armas como alternativa para mejorar su situación económica, quien ingrese en el Ejército debe estar convencido de ello, conocer las ventajas, pero también el sacrificio que implica esa decisión.

Comentaron que otro factor que se deja de lado es el costo millonario que representa adiestrar y capacitar a los reclutas. La deserción anual de más de 10 por ciento del personal tiene un costo incalculable en equipo, adiestramiento e instalaciones.

La Sedena sostiene que una función "básica y permanente" es el adiestramiento, el cual comienza "desde que el individuo causa alta" e incluye un proceso permanente mediante el desarrollo de cuatro actividades básicas: planeación, ejecución, evaluación y supervisión.

El adiestramiento para los soldados de tropa se centra en tres niveles: básico o individual; permanente, de acuerdo con la función o puesto, y el del Ejército, que es para operaciones regulares e irregulares y se ejecuta en los 12 centros de Desarrollo Regional.

Situación en la Armada de México

Según información oficial de la Armada, no sólo se ha reducido el número de desertores, sino que aumentó 40 por ciento el ingreso de elementos al instituto.

A diferencia del Ejército, donde un soldado raso no tiene más aspiración que llegar a sargento, en la Armada la ley orgánica permite a sus integrantes agregar a su currículum naval los estudios, diplomados o doctorados que obtengan sus elementos, lo que les permite pasar a oficiales y hasta llegar a almirantes, y esto, según marinos consultados, representa un enorme estímulo para permanecer en la institución.

Se ha instaurado un curso de capacitación para los aspirantes a reclutas, el cual sirve como filtro, pues detecta quiénes tienen vocación para el servicio de las armas en el mar, y sólo después de que pasan el curso son dados de alta.

Los marinos con cinco años de servicio generan antigüedad laboral, lo que les representa beneficios económicos y en el servicio.

La Armada tiene detectado que la gran mayoría de las deserciones se dan entre los seis meses y el primer año de servicio, pero afirma que este índice ha disminuido después del filtro que constituyen los cursos de capacitación, porque quien decide continuar como marino militar "sabe a lo que le tira".

 
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