BAJO LA LUPA
¿Existe un "plan B" alemán para la Unión Europea?
Crisis del modelo luego del doble rechazo
NO SE TRATA del "plan B" de Pepe Escobar, capaz analista de Asia Times (primero y 3 de junio), quien desnuda el trucaje de darle la vuelta jurídica al tratado constitucional con mínimas reformas que edulcoren ciertos aspectos "humanos" (sic). Le Monde (3 de junio) entierra el "plan B" de renegociación del tratado constitucional: los rechazos de Francia y Holanda, dos de los seis países fundadores de la Unión Europea (UE), "sellaron la suerte del tratado", cuyo "texto se encuentra virtualmente muerto; salvo esperar una nueva consulta en los dos países, Europa debe aceptar su deceso". Como había analizado Bajo la Lupa (1º de junio), Le Monde pone en evidencia el rechazo a la globalización: "pesada derrota de los promotores del tratado (léase: el filoatlantista Valery Giscard d'Estaing y su centrismo amorfo salpicado de su intransigente monetarismo centralbanquista). También es un cruel revés a la UE (...) Los franceses como los holandeses expresaron su rechazo a una Europa que niega, a su juicio, la especificidad de su cultura, sus tradiciones, su modelo, y que fracasa en protegerlos contra la globalización". El rotativo francés resalta la "grave crisis en Europa que ha abierto el doble rechazo (...) Aun si funciona bajo el régimen del tratado de Niza, el impulso político se resquebrajó". Regresa el nacionalismo que bajo diferentes manifestaciones se ha generado en todo el planeta, incluso en Estados Unidos, un país de muy corta historia en comparación con Europa, donde se expresa como "fundamentalismo religioso" en la Jesusland, la muy peculiar Tierra de Jesús sureña.
LA PRENSA ANGLOSAJONA lanzó toda su jauría rabiosa a enterrar el proyecto europeo. En Estados Unidos, los medios cercanos a la administración Bush se refocilan con la balcanización europea y no ocultan lo que los alemanes llaman schadenfreude, la alegría por el dolor ajeno. Están de plácemes los enemigos de una UE poderosa y han llegado hasta realizar las exequias del euro para ceder su lugar al dólar. Desde Gran Bretaña, el caballo de Troya de la UE, la prensa thatcheriana neoliberal, como The Economist (2 de junio), exulta el "triunfo de la pérfida Albión" y revela lo archisabido de que "por lo menos durante 50 años los británicos habían tenido dos principales objetivos en Europa: primero, detener el impulso hacia la unión política europea; y segundo, prevenir el dominio franco-alemán de la política europea". Nada nuevo dice la revista neoliberal: "Gran Bretaña ha tenido siempre el mismo objetivo en su política exterior en los recientes 500 años: crear una Europa desunida". ¿No será más conveniente crear una nueva UE sin enemigos internos que hacen el juego de Gran Bretaña, el títere de Estados Unidos?
A PARTIR DE la toma de la presidencia rotatoria de la UE el primero de julio, Gran Bretaña intentará meter con calzador el thatcherismo neoliberal, de mayor desregulación y flexibilidad laboral, lo cual el periódico socialista francés Libération apoda en forma despectiva el "plan B(lair)". El "plan B" alemán no corresponde desde luego al "plan B(lair)" ni al otro plan B" de Escobar y Le Monde: la versión alemana fue develada 16 días antes al rechazo francés por De Defensa (13 de mayo), centro de pensamiento estratégico-militar con sede en Bruselas: "el canciller Schroeder podría proponer una fórmula para la formación de un 'núcleo duro' europeo, eventualmente por fuera o al lado de las estructuras formales de la UE". La fórmula se centraría en la "cumbre de Tervueren", de abril de 2003 en Bruselas, adonde asistieron Francia, Alemania, Bélgica y Luxemburgo, y a la que pudiera adherirse la "España de Zapatero", con el fin de "avanzar en materia de defensa", lo que es anatema para la dupla anglosajona Bush-Blair. Las "fuentes diplomáticas alemanas" que devela De Defensa puntualizan que los "alemanes han evolucionado de manera fundamental" en el tema de la seguridad: "colocan a Europa en primer lugar como marco de organización y a la OTAN en segundo lugar, cuando la fórmula había sido inversa, con la OTAN en primer lugar". Lo más importante es que "dicha evolución no es sólo del gobierno y la izquierda alemanes. La oposición demócrata-cristiana se adhiere también y marca su distancia de su atlantismo tradicional". ¿Influirá el ascenso de un alemán de Baviera, Benedicto XVI, a la silla pontificia de San Pedro, para impulsar un proyecto europeo más continental que trasatlántico? Las reacciones despectivas de la prensa británica anglicana contra el cardenal Joseph Ratzinger, quien busca la unificación cristiana con la incorporación de la Iglesia ortodoxa de Rusia, pueden bastar como barómetro. Lo más interesante es que la misma Francia haya participado en la conformación del "núcleo duro" con Alemania en la "Cumbre de Tervueren".
THE DAILY TELEGRAPH (28 de mayo), cercano a los neoconservadores straussianos y al partido Likud, prevé que los seis meses de presidencia rotatoria británica serán de pleitos agrios entre Blair y Chirac sobre la "dirección futura de la UE": el presidente francés haría "responsable" al premier británico de la "Europa 'anglosajona' en temas económicos y de haber sumido a Europa en una crisis como consecuencia"; revela que "los diplomáticos británicos creen que Chirac llamará a Francia, Alemania y otras naciones a formar un 'núcleo duro' europeo, donde puedan empujar la integración sin ser detenidos por rezagados como Gran Bretaña".
NICHOLAS WATT, un especialista de asuntos europeos de The Guardian (30 de mayo), ha puesto en relieve que "Gran Bretaña, así como otros de la 'nueva Europa', puedan ser dejados al margen si Francia forma un 'núcleo duro' que concluya la expansión, lo cual sería resistido por Tony Blair". Al respecto, De Defensa (30 de mayo) comenta que el canciller alemán "Schroeder afronta una elección difícil, y una iniciativa como el 'núcleo duro' podría ser una forma de volver a la palestra". Tampoco se puede pasar por alto que Chirac haya recurrido en forma significativa como nuevo primer ministro al poeta Dominique de Villepin, quien por cierto habla un perfecto español, que grabó su nombre en la historia al haber rechazado en la ONU la invasión ilegal anglosajona a Irak. Le Monde reporta que en los meses recientes De Villepin ha realizado un "diagnóstico de un país hundido en la crisis por el impacto de la globalización", y su nuevo programa versa sobre el "empleo, la solidaridad y la investigación". El poeta aristócrata francés está dispuesto a "relanzar" la inversión pública mediante proyectos de infraestructura, pero antes tendrá que liberarse de las cadenas monetaristas centralbanquistas de Maastricht. Como sucedió en la posguerra, De Villepin podría intentar la reconstrucción regulada de Francia, con incentivos financieros para los jóvenes y la creación de nuevos empleos en la investigación científica, lo que, a nuestro juicio, marcaría el abandono del pacto de estabilidad europeo que obliga a un límite de 3 por ciento de déficit presupuestal (que no es tan respetado), cuando Estados Unidos, su principal competidor económico, se despacha con la cuchara grande al desfondar todos los límites restrictivos de su presupuesto. De Villepin, quien venció a la dupla anglosajona en geopolítica, ¿podrá repetir su hazaña ahora en lo económico y pasar otra vez a la historia como el sepulturero del neoliberalismo anglosajón? Aquí lo interesante radicará en saber qué tanto podría resistir el euro, lo cual amerita un análisis especial. Por lo pronto, las críticas, en particular de Alemania, han sido feroces contra el Banco Central Europeo (Le Monde, 4 de junio).
GANA EN LO táctico el eje anglosajón, y lo canta a los cuatro vientos Stratfor (2 de junio), el centro de pensamiento israelí-estadunidense vinculado a los intereses petroleros anglosajones. Pero también, a nuestro juicio, gana Rusia en lo estratégico, al poder someter más fácilmente las veleidades de Ucrania, que busca arrojarse en forma imprudente a los brazos anglosajones, además de Polonia, los países bálticos y el resto de los países de Europa del este. Paradójicamente, el nuevo posicionamiento de Rusia jala en lo geopolítico a Alemania y Francia, susceptibles de conformar un eje poderoso que colisionaría con el irredentismo del eje anglosajón y su penetración en Europa del este, desde el mar Báltico hasta el mar Negro. El problema es que el eje anglosajón carece de la fortaleza económica para proseguir su irredentismo militar-financiero. No es gratuito que George Friedman, director de Stratfor (31 de mayo) se preocupe de la suerte de "Europa central, atrapada entre París y Moscú".
EL GRADO DE debilidad financiera del euro deberá ser comparado con el dólar, mucho más endeble frente al alza del petróleo, así como la vulnerabilidad geopolítica de la UE deberá ser ubicada en los términos en que Rusia -la única potencia nuclear que todavía puede frenar el hipermilitarismo de Estados Unidos- se coaligue con el núcleo franco-alemán para contrarrestar al eje anglosajón y sus satélites europeos; estos últimos han quedado seriamente vulnerables tanto en términos financieros (aún más si Alemania recupera su marco y se desliga del euro, como piden los sectores nacionalistas) como geopolíticos, al quedar muy aislados, en especial, los países de Europa del este, desde el mar Báltico hasta el mar Negro, y que podrían quedar atrapados entre el yunque ruso y el martillo alemán si se fían demasiado en las promesas vacías del eje anglosajón.
SIN ANIMOS DE desmerecer a nadie, pero sin tampoco caer en espejismos alucinatorios, el nuevo gran juego mundial es entre gigantes. Una alianza entre Francia, Alemania y Rusia, bajo cualquier óptica, sería mucho más poderosa que la actual UE de 25 miembros, aun con la adición de países muy respetables como Ucrania y Turquía, ya no se diga de una UE balcanizada. El "plan B" alemán, en caso de ser aplicado, se incrusta en la lógica de la creación del eje geopolítico Francia-Alemania-Rusia que ya se había adelantado con la cumbre cuatripartita de París, a la que se sumó la "España de Zapatero".