Usted está aquí: lunes 30 de mayo de 2005 Cultura Pino Cacucci, el escritor más chilango de Italia

Cuatro de sus novelas están ambientadas en México

Pino Cacucci, el escritor más chilango de Italia

Es desconocido en este país y olvidado por las editoriales

JAIME AVILES

Ampliar la imagen Pino Cacucci radic� nuestro pa�entre 1984 y 1989. Durante ese lapso recorri�conoci�a cultura que despu�nutrir�su narrativa FOTO La Jornada

Llama por teléfono el escritor italiano "más chilango del mundo", según la atinada descripción de Paco Ignacio Taibo II. Autor de cuatro novelas ambientadas en México -Puerto Escondido, que fue llevada al cine por Gabriele Salvatore; Tina, San Isidro Futbol y Demasiado corazón, que a pesar de su título original no ha sido todavía traducida al español-, así como de numerosos libros de viaje y de cocina acerca de nuestro país, adonde ha venido, según sus cálculos, "de 30 a 40 veces", Pino Cacucci me hace una petición insólita:

-Quieren que entregue un premio al ganador de una carrera en el Hipódromo de las Américas y no tengo quién me tome la foto. ¿Puedes?

Mi respuesta afirmativa será desastrosa para la causa. Acudiré a la cita con una cámara digital prestada, repetiré varias veces los pasos del sencillo protocolo de su funcionamiento, y cuando esté frente a las exóticas caballerizas del remodelado óvalo de las Lomas de Sotelo, al ver las melenudas cabezas de los pura sangre asomando a las ventanas como personajes de una fábula de Swift, apretaré un botón indebido y borraré todas las imágenes de la memoria, convirtiéndome en el Alzheimer del aparato.

Nacido 50 años atrás en Alessandria, un pueblo de la región norteña del Piamonte, Giuseppe (José), quien al ganar una sílaba -para convertirse en Giuseppino- acabó perdiendo las dos primeras, muy pronto fue llevado por sus padres a las cercanías de Génova, donde creció hasta que en 1976 se trasladó a la Universidad de Boloña para inscribirse en los cursos que impartía Umberto Eco. Eran tiempos muy calientes en aquella hermosa Italia hoy para siempre desaparecida. El Partido Comunista, bajo la batuta de Enrico Berlinguer, había roto con la línea oficial de la Unión Soviética de Leonid Brezhnev, al declarar antidemocráticos y obsoletos conceptos tales como "marxismo-leninismo" y "dictadura del proletariado", para impulsar en cambio las ideas del socialismo científico, mientras buscaba el "compromiso histórico" para cogobernar con la Democracia Cristiana, en tanto las Brigadas Rojas, muy probablemente penetradas por la CIA, preparaban el secuestro y el asesinato del dirigente Aldo Moro para echar por tierra ese acuerdo, a la vez que grupos impacientes, como Lotta Continua, combatían en las calles con las fuerzas ultraderechistas del Movimento Sociale Italiano (MSI), los ''misinos'' neofachos que hoy, paradójicamente, gobiernan a la sombra de Berlusconi.

Sólo desde los territorios culturales de la izquierda italiana de aquella época era posible contemplar sin asco el resto del maravilloso país donde en el interior del Vaticano la masonería reaccionaria de la logia P2 (léase "pi-dúe" para evitar la cacofonía escatológica) lavaba dólares de sucia procedencia a través del Banco Ambrosiano, lo que tras la muerte de Paulo VI derivaría en la elección del enérgico reformista Juan Pablo I y en su muy sospechosa muerte casi instantánea, atribuida al veneno, que dio paso al reinado de Karol Wojtyla. Esa era también la Italia de los aristócratas retratados por Fellini en La dolce vita, donde en un clima de anticomunismo galopante uno encontraba en los muros proletarios de Roma o de Florencia cartelones que proclamaban con letras enormes la palabra Dibatitto y debajo de ésta los nombres de los políticos e intelectuales rojos que iban a participar en la discusión, mientras los programas de concurso de la RAI obsequiaban millones y millones de liras a los televidentes y las pequeñas y ruidosas Vespas de la Mafia (Morte Alla Francia Italia Avanti) en Sicilia y de la Camorra en los estrechos callejones de Nápoles disparaban ráfagas de metralleta en un clima de escándalo, a la vez que los cines urbanos -donde las películas se veían divididas invariablemente en "primo" y "secondo tempo"- estrenaban las más recientes creaciones de Bertolucci o de Antonioni, pero los cortos proyectaban anticipos de las comedias eróticas de Lando Buzzanca, pletóricas de muchachas deslumbrantes como la danesa Birte Tove.

En ésa, la Italia de los pastelitos Buondí y del movimiento sindical más intenso y extenso del mundo, donde la resistencia de los pueblos de América Latina, la gesta del Che, la caída de Salvador Allende, los desaparecidos de Argentina y las dictaduras del Cono Sur inspiraron un vasto movimiento de solidaridad, que fue también ejemplo de no pocas batallas locales, como aquella de los Indios Metropolitanos del nordeste, Pino Cacucci militó semiclandestinamente en las filas de los anarquistas y fue un activo participante de la revuelta de Boloña, el movimiento estudiantil más importante en Europa después del mayo francés, que fue sofocado mediante una represión terrible en 1977 y 78.

A la vista de sus compañeros encarcelados, perseguidos, sin retaguardia, en 1982 Pino escapó de Italia del brazo de Gloria, su novia, con la que se casaría 20 años más tarde, y en el inicio de un viaje que iba a llevarlo de Chapultepec hasta Buenos Aires se enamoró de México y se quedó, intermitentemente, en distintos periodos -el más largo de ellos de cinco años completos-, hasta 1989.

El polvo de México

Durante su etapa mexicana más estable (1984-1989), Pino vivió entre el Distrito Federal y San Miguel de Allende y, desde esa doble base de operaciones el inminente narrador, quien aún no se encontraba con su vocación más profunda, empezó a recorrer el territorio al que alguna vez Carlos Fuentes le viera forma de cornucopia. Fue así como subió a las cumbres de los hongos, bajó a los desiertos del peyote, recorrió las costas del sur por ambos lados, penetró en el mundo maya, en las gastronomías regionales del sureste, en los mitos de la Baja California, en los rituales taurinos del Bajío.

Absorbiendo la cambiante energía de los paisajes vernáculos, escribió en 1988 Outland Rock, su ópera prima. En 1990, de vuelta en Italia, publica Puerto Escondido; en 1991, Tina, la biografía de Tina Modotti, que es también la de Vittorio Vidali, el tenebroso agente de la URSS infiltrado en México y en España, quien fue amante de la abnegada fotógrafa comunista, "pero sobre todo un asesino", lectura del personaje que en su momento le depararía un choque brutal con Elena Poniatowska, porque, afirma Cacucci, la autora de Tinísima conoció a Vidali en la senectud y ''no lo vio con ojos críticos, sino como un dulce viejito romántico, que estaba muy lejos de serlo''.

También en 1991 aparece San Isidro Futbol, historia de un pueblo mexicano cuyos habitantes encuentran un costal de cocaína, que los muchachos utilizan para pintar las rayas de la cancha de futbol, ocasionando con esto un sinfín de situaciones humorísticas. En 1992 da a conocer La polvere del Messico (El polvo de México), guía turística alternativa que rápidamente adquiere el rango de best-seller.

Consolidado como escritor gracias a la aceptación del público italiano, Pino continúa produciendo de manera incansable. En 1994 sale su novela In ogni caso nessun rimorso (En todo caso ningún remordimiento); en 1996, Caminando; en 1999, Demasiado corazón, intriga político-policiaca ambientada en Tijuana y la península de Baja California, que ganó el premio Giorgio Scerbanenco.

Para celebrar el inminente cambio de siglo, en 2000 publica Puntos de fuga; en 2001, Rebeldes -colección de viñetas de los anarquistas más entrañables de todos los tiempos-, y Gracias, México, obra más plástica que literaria, en la que combina etiquetas de cervezas, cajas de cerillos, boletos de camión y muchos objetos más recogidos a lo largo de sus viajes por nuestro país, con fotografías de restaurantes y letreros de negocios. Al año siguiente entrega otra novela, Mastruzzi investiga, y en 2003 Oltretorrente, que evoca las revueltas antifascistas en la norteña ciudad de Parma.

Además de su intenso trabajo narrativo, Pino se ha dado tiempo y maña para traducir al italiano a decenas de escritores de habla hispana, labor que lo acredita como uno de los más importantes divulgadores de las letras latinoamericanas en su país.

Con todos estos antecedentes a cuestas vamos, pues, al hipódromo donde, finalizada la tercera carrera de la tarde, que ha ganado un cuarto de milla rebautizado como Tirant Lo Blanc, en honor de la principal novela de caballería escrita en lengua catalana, Pino baja al cuadro de ganadores y le entrega al jinete Isaías Cárdenas un ejemplar de Don Quijote de la Mancha que tiene el tamaño y espesor de un ladrillo. Arriba, mientras tanto, las bocinas del sonido local proclaman:

''Está haciendo entrega del premio tercer Festival de la Palabra el señor Pino Cacucci, escritor de novelas y textos'', descripción a la que habría que agregar: "Desde hace algunos años, ninguno de sus libros está disponible en México, ni siquiera los que se refieren a México, algo que deberíamos agradecer a la industria editorial dizque mexicana, lo que, señoras y señores, es una suprema vergüenza''.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.