Usted está aquí: sábado 28 de mayo de 2005 Política La carga del liderazgo

Gustavo Gordillo

La carga del liderazgo

1. Dice un personaje de Mulholland Falls, la película de Lee Tamahori: "Aquellos que aceptan la carga (the burden) del liderazgo entienden que cuentan con ciertas consideraciones, ciertos atenuantes. Tú proteges a la sociedad... al hacerlo puedes a veces romper alguna ley, violar la Constitución, la carta de los derechos humanos... pero nada pasa, porque se entiende que esto es parte del peso, del costo del liderazgo. Y lo aceptas, aceptas los pecados del liderazgo."

2. Aunque es un enorme mérito de Tony Blair haber ganado con el Partido Laborista la tercera elección consecutiva, casi todos los comentaristas la catalogan como una victoria agridulce o, como lo puso El País, "la victoria menos dulce". En términos de votos el partido de Blair se ha quedado con uno de los porcentajes más bajos que haya tenido un gobierno mayoritario británico.

3. Otros analistas ven este triunfo como uno de la moderación. The Economist le acredita a Blair como su mayor triunfo haber llevado el debate británico, alejándolo de los extremos, hacia el centro del espectro político. Entre tantos aspectos sorpresivos uno llama la atención. En un sistema recientemente tripartidista el voto de desafecto al laborismo se fue no a los conservadores sino a los liberales democráticos. Pero dado el sistema electoral, los liberales han necesitado poco más de 96 mil votos para obtener un escaño, en tanto que los conservadores han requerido para lo mismo de 44 mil votos, y los laboristas de cerca de 27 mil. Por eso las diferencias de votos en números absolutos: casi 6 millones para los liberales y 9.5 millones para los laboristas se han traducido en 355 escaños para los laboristas frente a 197 para los conservadores y sólo 62 para los liberales.

4. La pregunta relevante la hace un agudo analista de El País: ¿cómo se hace para que los tres principales contendientes de una elección queden contentos con el resultado? La respuesta es que habiendo habido un triunfo tan impresionante del laborismo en 2001, que le agenció 413 escaños, su retroceso actual, notorio pero no fatal, pudo repartirse de manera equilibrada en los otros partidos como para que todos salvaran su cara y se declararan triunfadores. De todas formas, una mayoría reducida, aunque más que suficiente para gobernar, expresa una sensación de desilusión en el gobierno de Blair y ejerce una presión para que éste ceda el liderazgo al eterno heredero del nuevo laborismo, Gordon Brown, el canciller del Exchequer.

5. Lo más fascinante, empero, es esta sensación de fin de época ante un fenómeno que desde 1994 comenzó a encarnar una aparente renovación del socialismo bajo el apelativo después teorizado por Anthony Giddens de la "tercera vía". The Economist resume el fenómeno como una paradoja. Blair transformó a Gran Bretaña al tiempo que la desilusionó. La transformó entronizando el centrismo como una forma de evitar el cambio, más bien, los cambios bruscos. Quizás el clásico dictum de John Womack a los zapatistas mexicanos podría aquí aplicarse, aunque levemente. Esta la historia de una elite política que no quería cambiar y para lograrlo transformó el escenario político. Más allá de las paradojas que toda política moderna contiene -y la de Blair lo ha sido-, hay sin embargo dos lecciones importantes a extraer. Coaliciones tan amplias como las logradas por el laborismo a partir de 1998 -que llevó a The Economist a motejar a Blair como "el más extraño conservador jamás vendido"- son aptas para gobernar, pero por su misma complejidad interna, difíciles de mantener unificadas cuando se emprende una ruta de reformas profundas.Se recurre entonces a lo que a juicio de esta misma revista es la caracterización central de estos fenómenos políticos: enfásis en la presentación frente al contenido y supremacía de la conveniencia política frente a los principios.

6. Está por otra parte, desde luego, la sombra del debate sobre Irak que acompañó toda la campaña electoral, como claramente lo reconoció Blair en la disminución del apoyo popular al laborismo. Aquí nuevamente la verdadera discusión fue no sólo sobre la conveniencia o no de la participación británica en esa guerra, sino también sobre la confianza y la verdad en las razones esgrimidas. La segunda lección es, por tanto, lo difícil que es obtener la confianza del electorado y lo relativamente rápido que es perderla.

7. Sin embargo, Blair ha tenido una enorme capacidad para convertir a un partido derrotado y proclive a recrearse en la marginalidad en una poderosa maquinaria política que ha gobernado un largo periodo de prosperidad británica. Antes de cantar la exequias a este talentoso político habría que recordar el dicho de un personaje de la serie de sci-fi más interesante hoy por hoy en la televisión y que se intitula Battle Galactica. La política, dice la señora presidenta de esta teleserie, es como la guerra, pero en la guerra te mueres una sola vez, en tanto que en la política uno se puede morir y resucitar una y otra vez.

8. O quizás debamos recordar con el memorable Vogler de la película Persona, de Bergman: lo más importante es el esfuerzo, no lo que conseguimos.

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