Usted está aquí: martes 17 de mayo de 2005 Cultura En su nueva novela, Margo Glantz explora la conexión cuerpo-lenguaje

Es una autobiografía ficticia que juega con los lugares comunes, comenta

En su nueva novela, Margo Glantz explora la conexión cuerpo-lenguaje

Encima de vericuetos literarios revela el amor por el mundo

Escribe el tercer libro con Nora García como protagonista; "no la quiero matar", confiesa la autora

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen Historia de una mujer que camin�r la vida con zapatos de dise�r ser�resentada hoy a las 19 horas en Casa Lamm FOTO Jes�llaseca

De nuevo aparece Nora García en un relato de Margo Glantz. Nora va por la vida con bellos zapatos y una memoria obsesiva, escrupulosa, como su creadora. A Nora la conocimos en El rastro (novela finalista del Premio Herralde 2002 y ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2003), donde hablaba de los males de amores, la muerte, la música, el corazón.

Ahora, en Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador (Anagrama), Nora habla (escribe) con una voz jovial que hilvana acontecimientos aparentemente triviales para sacarle el tuétano a la vida (y a las palabras), y ofrecerlo sin pudores al lector.

A veces la pluma de Glantz se confunde con la de Nora. Y viceversa. Se trata de un "acto de destrucción" que Margo explica en entrevista con La Jornada: "La gente piensa -lo he comprobado- que Historia de una mujer... se trata de un libro autobiográfico. Obviamente tiene elementos y materiales autobiográficos, como cualquier otro texto. Pero, justamente, el juego de humor, el juego de fragmentación y el juego de rescritura aniquilan lo autobiográfico. En esa medida, la escritura es un juego de destrucción, para construir otro texto.

"No es una autobiografía literal. Es una autobiografía ficticia. Una autobiografía construida, o que se construye con la destrucción de la propia autobiografía."

La nueva narración de Glantz recoge varios textos ya publicados en revistas y hasta en un libro, pero, añade la autora, "la forma de ahora es muy diferente: es importante recalcarlo, esta rescritura es una reinvención, la recomposición de una historia obsesiva que se ha reconstruido sin cesar, a lo largo de muchos años, muchos más probablemente de los que el texto reconoce, que son de 1992 a 2004".

Historia de una mujer... "es una rescritura ininterrumpida, a cuentagotas, histérica, datos que se subrayan explícitamente en el texto que abre el libro y que se llama 'Memoria de las apariencias', a la vez nota aclaratoria e inicio de la narración", explica la escritora.

En ese primer texto, de apenas cinco líneas, "se proporcionan las claves del libro, una especie de memorial instalado en el recuerdo, pero como recuerdo ficticio que pareciera remitir a la realidad, si ésta existe, pero que en el relato es solamente el pretexto para la fabulación.

"Este título, Memoria de las apariencias, remite asimismo a lo que en el teatro barroco constituían las acotaciones escénicas, es decir, aquello que determina el espacio de la teatralidad, su apariencia."

Glantz detalla que este libro "trabaja con el fragmento, como una casa que se construye con ladrillos, pero sin que la obra negra se disfrace, o más bien, dejando al descubierto su estructura.

"Una tenue trama constituye el marco narrativo, un marco elástico y abierto, susceptible de alargarse o acortarse, y que a menudo se interrumpe con frecuentes intercalaciones, variaciones que subrayan y redondean el tema principal, o si se quiere, que realzan la obsesión que modula el relato."

En Historia de una mujer... se exploran también "las conexiones que el cuerpo tiene con el lenguaje, a partir de su más inmediata literalidad y fragilidad. Es un libro que juega con los lugares comunes, con la banalidad, con lo doméstico, con la moda y sus tiranías. En este juego interviene el cuerpo, un cuerpo que, como el relato, se fragmenta, pero que, como dice Kafka en alguna parte: 'mi cuerpo entero me advierte ante cada palabra; cada palabra, antes de que permita que yo la escriba, mira primero en torno suyo'".

Aprendo de los lectores

Nora camina, compra zapatos, recuerda su vida, cuida a sus perros, bebe ginebra, anda, de arriba abajo, por el Metro londinense, tiene cáncer, chilla. Sobre todo, establece un intenso diálogo con el lector.

"Cuando la gente me habla de mi libro, de sus lecturas de mi libro, aprendo cosas. Esto sucede generalmente cuando uno tiene la suerte de encontrarse con lectores que nos han leído con gusto y con inteligencia. Eso es muy importante, pues un libro no funciona si no tiene un lector. El lector es quien completa el libro", afirma la escritora.

Añade que se encuentra escribiendo una tercera novela donde aparece Nora de nuevo. "Amigos muy queridos me dicen 'mata ya a Nora García'. Y les digo que no la quiero matar, que le quiero dar otra oportunidad. Entonces ahora le estoy dando una tercera oportunidad en un libro que habla también de fragmentos del cuerpo, esta vez de los dientes y los pelos. Ya tengo como 70 páginas donde Nora está con el dentista, ¡que es una experiencia horrible! Para que Nora suavice esta experiencia se va a peinar al salón de belleza y se hace las uñas. Ese es el juego.

"Alguien me dijo que le parecía interesante cómo trabajo con lo que es aparentemente menos memorable de la vida y cómo lo hago memorable. Y sí, trabajo con cosas aparentemente banales, tan sin forma, tan poco estructuradas, que uno las desecha. Yo las recojo. Les doy carácter. Les doy su sentido.

"Eso se hace mucho en la pintura. Por ejemplo, Picasso trabajó durante 10 años un gesto pictórico, que es narrativo, pero plástico: una mujer que está en la playa abriendo un vestidor portátil. Ese juego lo plasmó en miles de cuadros realizados durante cerca de 10 años, es una imagen que exploró y exploró. Yo hago lo mismo en mi libro.

"Pero, a veces, a un escritor no se le permite hacer esto. A los críticos les parece poco legítimo. Y creo que hay que legitimar el gesto que se trabaja en dos dimensiones, que se explota y explora en todas."

Por encima de todos los vericuetos literarios, Nora García, como Margo Glantz, revela a través de sus narraciones un gran amor por el mundo. "Vivir", puntualiza Margo con una gran sonrisa, "vivir es un gran amor: el placer de vivir, de comprarme zapatos, de leer, de viajar, de observar."

Y de escribir, aunque las palabras chillen como las personas, aunque se atoren en la garganta y al escritor le suceda lo que bien describe Nora, con todo y sus zapatos bellos: "Trato de darles vuelta, las azoto, les doy azúcar en la boca, las llamo putas, las cojo del rabo, las seco, las capo, las piso, las tuerzo, desplumo, destripo, arrastro, trago. Anda putilla del rubor helado, anda, ven, vámonos al diablo".

Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador, novela de Margo Glantz, se presenta este martes a las 19 horas en el salón Tarkovski de la Casa Lamm, Alvaro Obregón 99, colonia Roma. Participan Laura Emilia Pacheco, David Lida y la autora.

 
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