Usted está aquí: miércoles 27 de abril de 2005 Mundo Expulsa el Congreso de Ecuador a 11 diputados "independientes"

El presidente Palacio anuncia que respetará el convenio con EU sobre la base aérea de Manta

Expulsa el Congreso de Ecuador a 11 diputados "independientes"

Pachakutik, entre los partidos beneficiados, recupera cinco diputaciones que había perdido

Ubican al ex mandatario Abdalá Bucaram en Panamá, donde ya vivó durante ocho años

ARTURO CANO ENVIADO

Ampliar la imagen Ind�na ecuatoriana se manifiesta a las puertas del Congreso, ayer en Quito FOTO Reuters

Quito, 26 de abril. Ruedan las primeras cabezas detrás de la del ex coronel Lucio Gutiérrez. Con el eufemismo de la "autodepuración", el Congreso de Ecuador expulsa de sus filas a 11 diputados (de 100), cuyo denominador común es haber abandonado sus partidos para sumarse a la mayoría que permitió al exiliado presidente deshacerse de una Corte Suprema de Justicia incómoda y regalarle a su ex jefe, Abdalá Bucaram, el regreso al país con un expediente limpio.

Lucio Gutiérrez estrena exilio en Brasil y El Loco Bucaram es reincidente, desde este día, en Panamá, donde ya vivió ocho años. Su regreso a este país fue la gota que derramó a los forajidos por las calles de esta capital y culminó con la caída de su antiguo edecán.

Mientras las agencias de noticias informan al mundo que Bucaram está de nuevo en Panamá, Omar Quintana, presidente del Congreso ecuatoriano apenas hace una semana, miembro del Partido Roldosista (PRE), dice a este diario que el ex presidente está "en algún lugar del mundo" y se fuma tranquilamente un cigarro.

A unos pasos, en el salón de sesiones, la nueva mayoría -alianza del Partido Socialcristiano, Izquierda Democrática y el indígena Pachakutik, entre otros- corta cabezas y echa atrás las reformas que dejaron a Ecuador sin Suprema Corte y con tribunales Constitucional y Electoral al gusto del ex coronel Gutiérrez.

La expulsión de los diputados que se sumaron al gutierrismo -o que se vendieron, según la nueva mayoría- es el trofeo que el Congreso entrega al movimiento ciudadano quiteño que precipitó la caída del presidente Gutiérrez. No nos vamos todos, pero sí se van los peores, es el mensaje.

Y los forajidos -como se llama a los insurrectos de la semana pasada- lo entienden, porque apenas una decena de despistados llegan a las afueras del Congreso, con carteles que insisten en "que se vayan todos".

La decisión es muy cuestionable, si se atiende a una simple lectura del Código de Etica del Congreso, que habla, por ejemplo, de todo un complicado proceso que pasa por un juicio dentro de cada partido. Pero Ecuador no está para darse el lujo de formulismos legales. La nueva mayoría interpreta el texto reglamentario y se impone.

El principal beneficiado es el partido ligado al movimiento indígena, Pachakutik, que de un solo golpe recupera los cinco diputados que había perdido.

Los diputados Mesías Mora, José Columbo, Rodrigo García, Felipe Tsenkush y Héctor Orellana, todos ex miembros de Pachakutik que se sumaron al gutierrismo, salen del Congreso. Lo mismo que Rocío Jaramillo y Luis Almeida, antes socialcristianos, y Aurelio Llori, alguna vez miembro de Izquierda Democrática. Completan la lista Julio Vega, Otton Ordoñez y Vicente Olmedo, de formaciones políticas menores.

Algunos de ellos renuncian antes de que les corten la cabeza. Y otros, que estaban en una lista inicial de 17 "independientes" remplazables, renuncian al Congreso antes de que los saquen.

Sólo un diputado, Carlos Vallejo, renuncia con el argumento de que "es una insensatez no escuchar al pueblo".

Los discursos de los diputados de la nueva mayoría son de venganza pura. Se acusa a los "independientes" de "haber abandonado sus bloques legislativos y haberse entregado a uno de los gobierno más corruptos, nefastos e ineptos del Ecuador".

Los miembros de la nueva minoría -el partido de Gutiérrez, el de Bucaram y el de Noboa, zar del plátano y ex candidato presidencial- patalean, aunque saben que "la decisión está tomada".

Por eso el diputado Quintana se fuma su cigarro fuera del salón de sesiones -el antiguo vestíbulo de un banco- y aprovecha para quejarse del "tercer golpe de Estado que dan los mismos" y para decir que en Quito nunca hubo más de 30 mil manifestantes en las calles.

Adelanta el diputado Quintana: "Este país va a ser, ya es, ingobernable".

Poco después, dentro del salón, una de las diputadas de su partido se vuelve forajida: "¡Que se vayan todos!", grita, desesperada, impotente ante los votos de la nueva mayoría. Luego, sigue sentada en su curul, mientras sus adversarios eligen al nuevo presidente del Congreso.

El nombramiento recae en William Lucero, de Izquierda Democrática, quien asume el cargo entre gritos de los diputados del PRE de Bucaram y sentencia: "Terminó la hora de los hombres del maletín y de los diputados de alquiler".

La expulsión de los "independientes" es mucho más que simbólica. La nueva mayoría garantiza así que lo seguirá siendo.

Afuera, decenas de policías armados de macanas y gases, con caballos y perros, rodean el Congreso, en previsión de nuevas protestas que nunca ocurren.

Con su sede en remodelación, el Congreso ecuatoriano ocupa en un edificio que fuera del Banco Central, y las sesiones tienen lugar en lo que fuera el vestíbulo. Al centro, frente al principio se ubican los diputados de la nueva mayoría, en los extremos están los legisladores que aliados del depuesto presidente Gutiérrez.

El pasado miércoles 20, el edificio fue atacado por los forajidos al grito de "que se vayan todos". Esta es la primera sesión desde que 60 diputados destituyeron al presidente Gutiérrez y ungieron al cardiólogo Alfredo Palacio.

Las cosas están tan tranquilas que hasta Gilmar Gutiérrez, hermano del ex presidente y diputado llega al Congreso para declarar que no harán más olas.

Radio Luna, la pequeña emisora que fue clave en la rebelión ciudadana, vuelve a transmitir tras 48 horas fuera del aire por fallas técnicas. Una forajida llama y exige "hacer presión para castigar al diputado Gilmar, porque él daba las órdenes a la policía". Pero los afanes de "autodepuración" del Congreso no son para tanto, aunque sirvan para que un diputado bucaramista recuerde "a ese indígena mexicano Benito Juárez" y lo cite mal: "El derecho al respeto ajeno es la paz".

En busca de la paz

Y la paz es lo que quiere el nuevo presidente Palacio, luego de que sus ministros abrieron fuego contra el Plan Colombia, la dolarización, la carga de la deuda, el Tratado de Libre Comercio y el Fondo Monetario Internacional.

Ayer desayunó con la embajadora estadunidense y luego declaró que Ecuador respetará el convenio que autoriza a Estados Unidos utilizar la base aérea de Manta en su lucha contra el narcotráfico.

Estados Unidos mantiene en ese lugar 400 efectivos militares que, según lo dicho por el presidente, ahí seguirán hasta 2009. En el nuevo gobierno no hacen mucha alharaca, pero presumen que cancelaron un aeropuerto militar -la joya de Gutiérrez porque se construiría en su tierra, Tena-, que costaría 60 millones de dólares para aviones que aterrizarían en medio de ninguna parte. O en el centro mismo del Plan Colombia.

 
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