Usted está aquí: domingo 10 de abril de 2005 Política Una misa, pretexto para intimidar al jefe de Gobierno

El subprocurador Santiago Vasconcelos visita un templo con una docena de guaruras

Una misa, pretexto para intimidar al jefe de Gobierno

ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ

Aún no era mediodía, faltaban unos 10 minutos, cuando la pequeña calle de Odontología se convirtió en escenario de algo muy parecido a un operativo "de intimidación" policiaca. Tres camionetas Suburban, una Expedition y una Explorer, ésta sin placas, parecían escoltar un automóvil Mustang rojo. Uno tras otro, los vehículos frenaron a unos 50 metros del edificio marcado con el número 57, donde habita Andrés Manuel López Obrador.

De cada unidad descendieron, amenazantes, cuando menos una docena de hombres armados que escoltaban al subprocurador de Investigaciones Especializadas en Delincuencia Organizada de la Procuraduría General de la República (PGR), José Luis Santiago Vasconcelos, quien viajaba en la camioneta sin placas, a su hijo, que iba a bordo del Mustang, y a otros miembros de su familia. La gente que caminaba por la calle de Odontología sintió el miedo ante ese pequeño ejército.

Antes, confundiéndose con parroquianos que asistían a una boda, agentes federales trajeados apartaron los lugares para estacionar los vehículos del subprocurador, su familia y escoltas, mismos que tomaron posiciones en el parque, donde horas antes López Obrador dio su conferencia de prensa, y frente a la parroquia universitaria Santa María de la Asunción, abriendo paso al funcionario federal que descendió seguido de cuatro hombres armados con los que entró a la parroquia por una reja que corta el camino hacia el recinto pasando junto a la oficina parroquial.

Al dirigirse a la entrada hizo un ademán de alto a los reporteros que se aproximaban y uno de sus hombres impidió que un fotógrafo tomara al subprocurador empujando su cámara.

"Pensé que venían por él", atinó a decir Concepción Reséndiz, llevándose la diestra al pecho tras el paso del convoy, seguido por camarógrafos, fotógrafos y reporteros que hacían guardia frente a la casa del mandatario capitalino y apresuradamente siguieron al grito de uno de ellos: "¡Es Santiago Vasconcelos!"

"¿No lo hubieran permitido, verdad?", preguntó la mujer de unos 60 años, como para terminar de aplacarse. Mientras, varias trabajadoras jubiladas de la Universidad Nacional Autónoma de México comentaban frente al edificio del gobernante: "Ya ni chinga, ¿no podía buscarse otra iglesia, la que está por acá arriba?", dijo una, señalando con la cabeza hacia la izquierda. "Por eso hay que estar aquí, compañeras, tenemos que protegerlo", contestó otra.

"Si esto es así por una misa, imagínese si vinieran a detenerlo. Ni se les ocurra, imagínese si están aquí los estudiantes", señaló el empleado de un establecimiento frente a la casa de Andrés Manuel, "con razón dijo que va a entregarse".

La misa estaba programada para las 11:30 horas, Vasconcelos llegó a las 11:50 en una Explorer verde sin placas, acompañado por una Suburban negra, matrícula 615RNY; otra de color verde (523RCK); una azul (853RCY), y una Expedition verde, placas 657SJF, así como un automóvil Mustang, color rojo, de su hijo, con permiso provisional 757THC.

El pretexto de la "sorprendente" misa fue la conmemoración del séptimo aniversario luctuoso de Ramón Santiago Ruiz. No obstante, datos de la curia parroquial indican que es la primera vez en siete años que se realiza una misa para esta persona precisamente en esa parroquia.

Antes de retirarse, Santiago Vasconcelos preguntó al sacerdote Rafael Marañón Muñoz si había otra salida. Este le respondió que no, por lo que tuvo que salir por la puerta por la que entró. Unos 20 minutos después, los escoltas se acercaron a los vehículos.

Primero salió de la parroquia Vasconcelos, a quien se intentó entrevistar:

_¿Por qué tardará tanto la consignación de López Obrador? -se le preguntó.

-Creo que hay momentos, ¿no? -respondió, mientras los escoltas apartaban a los reporteros a empujones.

Los familiares salieron por la entrada principal y subieron a sus vehículos, protegidos por sus escoltas. Uno de ellos, donde viajaba la esposa del funcionario, bajó en forma retadora para encarar a una fotógrafa que retrataba a la mujer. "¿Ya tomaste tu pinche foto?", le espetó. "¿Tú qué, quién es tu jefe?", reviró ella, y antes de subir al vehículo le gritó: "el peor enemigo del Peje".

Tras el sobresalto, entre bromas, algunos seguidores del mandatario capitalino, calificaron el hecho como una "provocación", y propusieron: "¿por qué no van a ver si dejaron por ahí algunos agentes?".

 
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