Usted está aquí: domingo 13 de febrero de 2005 Mundo Responsabiliza Castro a Bush de eventual magnicidio contra Chávez

Admite que en Cuba han surgido casos de corrupción "fuera de todo control"

Responsabiliza Castro a Bush de eventual magnicidio contra Chávez

"No se sabe cuántos muertos carga sobre su conciencia el caballero, cuántos asesinatos", dice

En reunión sobre globalización, defiende el líder cubano a Lula de las críticas de la izquierda

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Castro habla en el S�imo Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalizaci� Problemas del Desarrollo FOTO Reuters

La Habana, 12 de febrero. El presidente Fidel Castro culpó hoy directamente al jefe de la Casa Blanca, George W. Bush, de un eventual magnicidio contra el líder venezolano Hugo Chávez; salió en defensa del mandatario brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, ante críticas de la izquierda; reconoció que en Cuba han surgido casos de corrupción "fuera de todo control", defendió enérgicamente el reforzamiento del poder económico del Estado y celebró la pérdida de poder de que disponía aquí un núcleo gerencial que cifró en unas 3 mil personas.

Con su habitual uniforme militar verde olivo, Castro caminó lentamente y sin ayuda hasta su lugar en el centro del escenario del Palacio de las Convenciones, el viernes por la noche.

La madrugada del sábado salió en la misma forma, tras improvisar desde su asiento un discurso de cinco horas y 10 minutos, al que le agregó media hora de charla informal, de pie y a voz en cuello, con algunos de los asistentes.

Aunque salpicó su intervención, como suele, con decenas de temas, a veces sólo con frases incompletas, el líder dirigió ahora los reflectores con mayor interés hacia América Latina y la isla.

Era la sesión de clausura del Séptimo Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, que sesionó aquí esta semana con unos mil 400 participantes, en su mayoría académicos.

En las últimas dos semanas éste fue el tercer discurso prolongado del líder cubano, quien ha transmitido así, tácitamente, la señal de que está en recuperación física, tras el accidente que le produjo lesiones en un hombro y una rodilla hace casi cuatro meses.

Evocando un tema recurrente en sus alegatos públicos -el de los intentos de Estados Unidos por asesinarlo o aprovechar su muerte-, Castro dijo que sin dejar de considerar sus propios riesgos, hoy se preocupaba más por Chávez y la situación de Venezuela.

"Ya conmigo perderían el tiempo", señaló el mandatario. "Esto no tiene remedio: esto ha avanzado mucho. Pero aquello está en una etapa importante, decisiva. Y quiero decir aquí, ante todos ustedes, que si a Chávez lo asesinan, la responsabilidad caerá por entero sobre el presidente de Estados Unidos, George W. Bush".

"Sé lo que digo desde aquí. Lo digo ante la opinión mundial, porque hay que luchar por preservar un líder antes que lo maten, frente a un imperio que tiene de método predilecto matar dirigentes", dijo.

"En estos momentos, el papel de él es muy decisivo", añadió Castro, cuando pasaban las 2 de la madrugada. "He meditado mucho sobre eso", y en un contexto en el que aludía a Bush y anteriores gobiernos estadunidenses, agregó: "Analicé los riesgos de los métodos que usan los caballeros. Y no se sabe cuántos muertos carga sobre su conciencia el caballero, cuántos asesinatos".

Bordando los escenarios de riesgo de Chávez, Castro dijo que se puede alertar al mandatario, pero que éste insiste en tener contacto directo con la gente. Que dispuso hacer su programa radiotelevisado en el Palacio de Miraflores, pero finalmente sale a la calle... "y los riesgos sobran".

En ese tramo, recordó sus propias credenciales para hablar de un magnicidio, con el historial de "algunos cientos" de atentados en su contra: "Ya que fracasaron, tienen que aguantar lo que les diga, lo que les digo con la moral y la autoridad con que lo digo. Lo dice un superviviente".

Defensa del presidente brasileño

En el repaso de América Latina irrumpió Brasil y Castro fue al grano, colocando sobre la mesa la crítica que sectores de izquierda, dentro y fuera del Partido de los Trabajadores (PT) hacen al desempeño del jefe del Planalto, centradas, en sustancia, en que se ha excedido en la atención a la macroeconomía y faltan resultados en los bolsillos de la gente común.

"Sé que hay inconformidades", dijo Castro a un auditorio en que destacaba en segunda fila de butacas la espumosa cabellera blanca de Theotonio dos Santos, uno de los más severos críticos de Lula.

"Pero nada más digo esto", siguió el líder cubano: "Yo no he perdido la esperanza ni mucho menos. Ni en el PT ni en Lula. Lo digo con franqueza".

Castro hizo un rápido recuento de la nación endeudada, con bajas reservas y amenaza de fuga de capitales, que recibió el obrero metalúrgico al convertirse en presidente hace ya dos años.

"Yo siempre pido, cuando se juzgue, que se analicen las condiciones concretas. Comprendo perfectamente todas las inquietudes, pero digo que no he perdido la esperanza. Quizá en una segunda elección la correlación de fuerzas sea mucho más favorable".

Y citó partes simbólicas de los límites que alcanza ya el debate sobre Lula: Frei Betto está "radical pero constructivo" y Chávez "no ha perdido la esperanza en el proceso brasileño".

Castro planteó a los críticos de Lula el dilema de qué hubiera pasado en Brasil si, con un gobierno de izquierda y 180 millones de habitantes, se le disparan los déficit comercial y presupuestal en un entorno mundial en que sólo a Estados Unidos se le permite descontrol semejante.

El Estado vuelve como Ave Fénix

El mandatario centró su exposición sobre Cuba en el contraste entre el momento del colapso de la Unión Soviética ("este país hace aproximadamente 14 años vio cómo el sol no salía por el horizonte") y la situación actual ("hay un motor nuevo que se llama China y una revolución bolivariana en Venezuela").

Recordó el ciclo de limitada apertura a mecanismos de mercado y la circulación del dólar durante la década pasada: "Tuvimos que retroceder, crear desigualdades que no existían en grado tan alto".

Pero celebró su política de regreso del control de la economía al núcleo del gobierno central. A la vuelta de tres lustros, dijo Castro, en Cuba "el Estado vuelve convertido en Ave Fénix, con alas de largos vuelos".

Citó entonces parte de los costos que ha pagado la isla por su experiencia reciente. El autofinanciamiento en divisas (la autonomía de gestión empresarial de la década anterior, ya cancelada), "fue método nefasto", dijo Castro. "Un método que conducía al abismo: puso a todas las empresas a robarse unas a otras".

El presidente cubano llegó a la conclusión que ese mecanismo arrojó una capa de alta gerencia de unas 3 mil personas "que decidían sobre las divisas en el país".

Aunque la pérdida de poderes de los ejecutivos empresariales de Cuba es proceso conocido, Castro no había tocado el punto en estos términos en público.

Luego expuso una forma de corrupción como siguiente saldo de la experiencia: aparecieron intermediarios extranjeros y ofrecieron obsequios. "Errores hubo y

bastantes. Y se escaparon del control de cualquiera", señaló

Fidel Castro dijo que los administradores cubanos empezaron a cambiar su forma de vida, sus costumbres y sus bienes; frecuentaron buenos hoteles y adquirieron prebendas. Hubo "buenas personas que terminaron mal".

"Todo se probó", añadió, sin dar detalles. "No critico a nadie, no condeno a nadie. Todos somos responsables. Pero vimos, descubrimos y adoptamos medidas."

Puso un ejemplo: en la industria ligera se pagaban sobreprecios en suministros del exterior de hasta 40 por ciento, que finalmente repercutían en los precios internos.

Tras el control de cambios impuesto a las empresas el año anterior, Castro calculó que de un gasto de unos 5 mil millones de dólares anuales el país tendrá un ahorro de entre 500 y mil millones de esa moneda.

Debido al control centralizado de la política comercial, el ingreso que dejará el níquel -principal producto de exportación- será este año de 800 millones de dólares brutos y de unos 500 millones netos, estimó el mandatario.

Optimista y feliz

"Me siento optimista, feliz", señaló Castro, entre comentarios de satisfacción por lo que parece describir el final del ciclo de reformas y la recuperación del Estado como protagonista económico.

Al concluir su discurso se puso de pie y así permaneció unos 30 minutos, apoyado con ambas manos en la mesa. Un estudiante ecuatoriano, una hija de Chávez y un gobernador venezolano se acercaron y entre ellos y Castro deslizaron una tertulia, siempre con tópicos latinoamericanos.

Castro reveló entonces que lo que se conocía como fisura en su hombro derecho, a raíz de la caída que sufrió el 20 de octubre del año pasado, fue en plural; es decir, fueron varias fisuras, equivalente a fractura. Explicó que "piadosamente" se dejó el parte médico en singular.

Agregó que sigue atendiendo la fisioterapia ordenada y se siente bien. Dejó sin complacer a estudiantes que le pedían una fotografia y empezó a disolver la reunión, caminando lentamente hacia la salida, casi a las 4 de la mañana.

 
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