¿Un freno al fundamentalismo
u otra discriminación para las musulmanas? - Un debate en que feministas, intelectuales, izquierdistas y las propias musulmanas se contradicen Fabiana Sánchez Plata ¿Por qué las mujeres deben ocultar sus cabellos a la mirada de los hombres? ¿Por qué la mujer debe responder por el honor del hombre? y ¿por qué la mentira de que el hombre se deshonra si una mujer desobedece sus reglas del pudor? Estas y otras preguntas se formulan en el prolongado debate sobre la ley laica, implementada en Francia por el Ministerio de Educación. Ley que, entre otras cosas, prohíbe a las niñas, adolescentes y jóvenes musulmanas portar el velo en sus múltiples variantes al interior de los establecimientos académicos, por considerarlo un símbolo religioso que coloca a la mujer musulmana en estado de opresión. Ese hecho revive el debate de la religión islámica, en particular el eje del islamismo tradicional, aclarando que existe el islamismo progresista, que es tema de otro análisis. Desde lo académico las posiciones
ideológicas difieren. Los intelectuales y grupos feministas se
dividen mientras militantes de izquierda y derecha se contradicen con
pronunciamientos a favor y en contra. Para algunas feministas francesas
era necesario elaborar una ley constitucional que liberara a las mujeres
de llevar el velo en los establecimientos públicos en aras de
beneficiarlas. Por su lado, los feminismos musulmanes empezaron por
pensar en una ley escolar que prohibiera a las niñas, jóvenes
y adultas, portar el velo, porque solo así se podría presionar
a los musulmanes tradicionales a flexibilizar la cultura, y por considerar
que el velo es una cárcel en la que han vivido y viven millones
de mujeres, lo que ha orillado a muchas musulmanas a huir de sus países.
Desde que apareció la iniciativa de la ley laica, se pensó
que ello vendría a concretar dicho objetivo. Sin embargo, ésta
se elaboro desde una perspectiva institucional sin dar lugar a las propuestas
de los grupos feministas e incluso de otros grupos. La crítica
que se le hace a dicha ley es que se aplica con extremismo, pues si
bien uno de sus principios es que las niñas y jóvenes
se desprendan de todo distintivo de sumisión, en la práctica
las excluye de otros derechos. Djauann, en experiencia propia tuvo
que salir de Irán huyendo –como lo han hecho otras mujeres-
por atreverse a transgredir las leyes musulmanas que la obligaban a
portar el velo. Su crítica va hacia los intelectuales y los políticos
de izquierda que ingenuamente están en contra de la ley laica
y defienden el uso del velo en las escuelas, colocándolo como
elemento de identidad y código de pertenencia. Para esta feminista,
con el argumento del velo como reivindicación de una nueva identidad,
"los intelectuales confunden y abusan de su poder intelectual para
sostener un discurso que no favorece a las mujeres musulmanas. Ellos
suponen que todas las mujeres son felices al portar el velo, no entienden
que detrás hay un padre o un hermano que las obliga a usarlo".
Si antes de asumir una postura ideológica, tuvieran un poco de
empatía hacia las musulmanas, comprenderían que no se
puede hablar de identidad y pertenencia cuando no se les otorga el derecho
a elegir entre portarlo o no. “¿Cómo se puede pasar
por alto que una niña o joven porte un trapo en la cabeza que
la hace pasar por las burlas de sus compañeros de clase, y que
en plena actividad deportiva tienen que hacer ejercicio con la cabeza
tapada soportando una temperatura de hasta 42 grados durante el verano?
Adentro los discursos, en la calle,
las acciones Atraer al análisis a este movimiento es una manera de mostrar cómo el debate no se puede reducir sólo al discurso, ni dejar a las musulmanas en el banquillo de la victimización, porque esto ayuda muy poco a la reflexión, sino visibilizar las diferentes formas de vivir y enfrentar el problema desde dentro, desde la condición de mujeres musulmanas. Así, para este ciclo escolar,
de alrededor de 600 niñas y adolescentes que portaban el velo,
unas 500 se lo quitaron para evitar pasar por el Consejo de Disciplina;
otras 70 niñas y adolescentes musulmanas fueron sometidas a consejos
de disciplina para decidir sobre su ingreso. No se sabe bien cual ha
sido el destino escolar de esas niñas, si acaso se habló
de la posibilidad de utilizar las mezquitas para reanudar sus clases.
En Seine-Saint-Denis, Paris, se dio la expulsión de tres alumnas
sikhs. La inspección académica les propone entrar al sistema
de educación a distancia y disponer de fondos sociales para el
pago de la educación; nada seguro. Mientras tanto el activismo
de las jóvenes musulmanas se vio fortalecido por otras organizaciones
que el 7 de noviembre pasado salieron a la calle a protestar con la
consigna “una escuela para todos y todas”. |