Usted está aquí: miércoles 2 de febrero de 2005 Cultura Reproduce Yovanovich la vida carcelaria de las mujeres

Presenta su exposición-instalación Soledades sonoras en el Centro de la Imagen

Reproduce Yovanovich la vida carcelaria de las mujeres

La artista reúne ''testimonios emocionales'' de reclusas mediante 88 fotografías y 13 audios

Gracias a Francisco Toledo, en Oaxaca varias internas han recuperado la libertad

MERRY MAC MASTERS

Ampliar la imagen La soledad, el abandono y el rechazo social son temas recurrentes en el universo est�co de Vida Yovanovich, que vuelven a tener cauce de expresi�n la obra que la fot�fa presenta en el recinto cultural de Plaza de la Ciudadela 2, Centro Hist�o FOTO Vida Yovanovich

Para entrar a la exposición/instalación Soledades sonoras, de la fotógrafa Vida Yovanovich, que se exhibe en el Centro de la Imagen, se necesita recorrer un largo pasillo, dar vuelta a la izquierda, luego a la derecha y salir a un pequeño patio.

Sin embargo, eso no es todo. Al penetrar en la galería el visitante encuentra que hay una estructura -concebida por la expositora- que lo obliga a transitar por otro pasillo, a la vez que se ve sumergido en la más absoluta oscuridad, antes de arribar a tientas al espacio donde se exhibe la pieza.

Al adentrarse, la sombra del espectador se confunde con las escenas que lo deslumbran, proyectadas sobre las paredes. Las 88 imágenes en blanco y negro se acompañan, aunque en forma independiente, de 13 audios que ponen de manifiesto la soledad, el abandono y el rechazo, aspectos recurrentes en la obra de la fotógrafa.

Yovanovich sabía muy bien lo que hacía cuando pidió las gale-rías de la sala sur del Centro de la Imagen, para mostrar el resultado de un lustro de trabajo en siete cárceles de mujeres en el Distrito Federal (dos), Oaxaca, Veracruz, Acapulco, Islas Marías y la Tarahumara. Quiso reproducir la sensación del confinamiento.

Impotencia, rebeldía y odio

Conocida por sus series sobre la vejez, en las que siempre ha tratado los temas de la mujer, Yovanovich comenzó ese trabajo, primero, por la curiosidad de saber qué era la vida de la mujer en la cárcel.

Después ''descubrí que ella es castigada no sólo por la sociedad, sino mucho más por su familia inmediata".

Explica la artista: ''En México el 'delito' es permitido en el hombre, pero no en la mujer, que no abandona a su hombre en la cárcel. Viene y lo visita, también la mamá, la abuela, la tía, las hermanas, así como el papá. Todo mundo lo apoya, pero a la mujer, no. Para ella es muy duro".

Yovanovich cree que ''en la vida hay proyectos que le tocan a uno".

Así que un día se dijo: ''qué es lo peor que me puede pasar, que me digan que no puedo entrar".

Empezó, entonces, a tramitar permisos y de repente ya caminaba por los pasillos de la prim era cárcel, cuyo nombre omite porque, de cierta manera, así lo prometió.

Para el presente proyecto la entrevistada empleó su cámara y una pequeña grabadora. A las internas les costaba trabajo entender lo que hacía. Yovanovich les explicaba su deseo de que sus historias se escucharan, porque ''hay una diferencia en el trato entre la mujer y el hombre en reclusión. Cuando mencionaba eso se me quedaban viendo y decían: sí, es cierto.

''Entonces me topé, como se percibe en la instalación, con historias de mujeres que aguantan, porque la mujer aguanta, pero que llegan al límite, matan al marido y acaban en la cárcel.

''Como aquella reclusa cuyo marido llegaba drogado todas las noches con una mujer diferente y hacía el amor allí en la cara de ella y sus hijos.

''O mujeres que vienen de entornos de pobreza, de drogas y sin otra salida de educación, donde los hermanos empiezan a violar muy temprano a sus hermanas. Es una situación compleja y a ratos de mucha impotencia que genera rebeldía y odio."

Deseos de hablar

Soledades sonoras no es un trabajo documental, pues Yovanovich fotografió y grabó ''testimonios emocionales" de mujeres ''abandonadas, golpeadas, encarceladas, con o sin justicia. De repente, les quitan a los hijos y no saben ni cómo están sus procesos. En Oaxaca han habido casos de mujeres que ni siquiera hablan español. Gracias a Francisco Toledo varias han salido de la cárcel".

A modo de broma, a Yovanovich le gusta decir que lo más difícil de su proyecto fue conseguir los permisos. Pero, cuando por fin se le abrieron las puertas, tuvo la oportunidad de visitar varias cárceles y decidir en cuál quería trabajar. Si escogió la primera, donde la llevaron se debió a la directora:

''Cuando estábamos en la presentación, de repente esa maravillosa mujer volteó y me dijo: 'seguramente lo que quieres es que te lleve a conocer toda la institución'. Sí, me encantaría, contesté. Bueno, la visita duró dos días. No sé si aprovechó mi visita o más bien salí beneficiada de lo que ella hizo. Porque en lugar de llegar y sólo decir, okey, esta es Vida Yovanovich, va a estar haciendo este trabajo. Llegaba con cada una de las mujeres, se sentaba en la cama, platicaba con ellas y aprovechaba la ocasión para tratar de resolver alguna cosa de la que se acordaba, pero dentro de este contexto como muy amistoso.''

Terminada la presentación, al caminar sola por un largo pasillo, de repente vio venir hacia ella una interna: "Se paró en- frente de mí, me abrazó y me dijo, 'qué lindo que vas a venir a visitarnos', y siguió su camino. Esa fue mi bienvenida".

Hubo reclusas con deseos de hablar, inclusive inventaron historias ''un poco para llamar la atención", pero también hubo otras que la fotógrafa visitó durante meses.

Para su proyecto, concluida la primera parte, Yovanovich contó con las becas Guggenheim y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

Ahora, aparte de afinarlo, sacar un catálogo y algún día publicar un libro, piensa concentrarse en las mujeres que han matado a sus maridos y trabajar ciertos rincones descubiertos en las cárceles. Será la primera vez que retrate algo sin la presencia humana.

Soledades sonoras, de Vida Yovanovich, se presenta en el Centro de la Imagen (Plaza de la Ciudadela número 2, Centro Histórico) y concluirá exhibición el martes 22 de febrero.

 
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