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Martes 14 de diciembre de 2004

* Acusa a Aznar de intentar "engaño masivo" y de borrar datos oficiales de computadoras

Con pruebas, Rodríguez Zapatero desliga a ETA de los atentados del 11 de marzo

* Responde el mandatario durante 13 horas a cuestionamientos de los grupos parlamentarios

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 13 de diciembre. Con pruebas, el presidente del gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, desvinculó hoy a ETA de los atentados del pasado 11 de marzo en Madrid, adjudicó los hechos a organizaciones islamitas radicales, y acusó a su predecesor, el conservador José María Aznar, de haber practicado un "engaño masivo" al responsabilizar a la organización armada vasca.

En su comparecencia ante la Comisión de Investigación parlamentaria de los atentados del 11-M, Rodríguez Zapatero acusó a Aznar de dejar "vacía la memoria de todos los ordenadores (computadoras) de la presidencia del gobierno".

El mandatario respondió durante más de 13 horas a los cuestionamientos de todos los grupos parlamentarios en relación con los atentados que dejaron 191 muertos y mil 900 heridos, para lo que presentó varios informes policiales inéditos como base de sus conclusiones preliminares en torno a la investigación judicial.

"La preparación, la autoría y la responsabilidad de los atentados corresponden en exclusiva al terrorismo internacional de tipo islamita radical", pues "los autores no estaban ni en montañas ni en desiertos lejanos, estaban en Lavapiés, en Leganés y en Morata de Tajuña (Madrid)", expresó.

Explicó que desde la tarde del 11 de marzo, sólo unas horas después de la matanza, los responsables de la investigación policial establecieron una "sola línea de investigación" en virtud del hallazgo de diversas pruebas: "la del terrorismo de carácter islamita radical".

Este dato choca frontalmente con la información que divulgaron los entonces responsables del gobierno, desde el presidente Aznar, el ministro del Interior, Angel Acebes, hasta el vocero del Ejecutivo, Eduardo Zaplana.

"Nunca hubo una línea de investigación que apuntara a ETA", ya que los propios hechos desmentían esa posibilidad, añadió.

Rodríguez Zapatero manifestó así su total convencimiento de que su antecesor en el cargo intentó llevar a cabo "un engaño masivo", para lo que utilizó todos los mecanismos del Estado para difundir hasta la extenuación -tanto dentro como fuera del país- la falsa tesis de que la "principal vía de investigación era ETA".

Una tesis que fue, de acuerdo con el presidente, "fruto del delirio político grave" de Aznar, al que acusó de sembrar "dudas", "mentir" y defender una serie de hechos sin la más mínima prueba ante la comisión parlamentaria.

"Están atrapados en su propio laberinto. Entiendo que asumir la verdad de los hechos y reconocer los errores de su gestión es una salida difícil de aceptar, pero vine aquí con informes policiales y he aportado pruebas incontestables que confirman que no hay ningún indicio, prueba, huella, documento o persona material que establezca la relación entre ETA y los integristas islamitas radicales que perpetraron la masacre del 11-M."

Esto, añadió, "lo que demuestra es que ustedes mintieron de forma reiterada y que llevaron a cabo un engaño masivo, que después completaron con un borrado masivo" de información oficial.

Se lamentó de no poder aportar más pruebas y conclusiones sobre la gestión de la crisis del anterior Ejecutivo, al denunciar que cuando se formalizó el traspaso de poderes descubrió a su llegada al Palacio de la Moncloa que Aznar, antes de entregar el poder, ordenó la destrucción de la memoria de todas las computadoras de la oficina de la presidencia con la intención de eliminar informes y actas oficiales de relevancia relacionados con aquellos trágicos días.

La aniquilación de estos archivos se hizo mediante una empresa especializada en informática, que recientemente exigió a las arcas públicas el pago por su trabajo, que ascendió los 15 mil dólares. El gobernante confirmó así informes aparecidos en el diario madrileño El País, que precisó que ese "vacío informático no se limita a los atentados del M-11 (...) abarca los ocho años de mandato del PP (Partido Popular), de mayo de 1996 a abril del 2004".

El presidente relacionó el atentado al apoyo irrestricto de Aznar a la guerra de ocupación de Irak y a la política de guerras preventivas impulsada por el mandatario de Estados Unidos, George W. Bush. Rodríguez Zapatero no alberga duda de que estas decisiones "elevaron el riesgo" de España como "objetivo preferente de estos grupos criminales".

Subrayó que a pesar de esta amenaza, el gobierno de Aznar no intensificó las medidas de seguridad. Ni siquiera, añadió, se adoptó "ninguna medida" tras el atentado de Casablanca de 2003, cuyo objetivo fue la Casa de Negocios de España en esa ciudad marroquí, que despertó las primeras sospechas de que era un acto de agresión contra España en respuesta a su posición en Irak.

En relación con las manifestaciones espontáneas del 13 de marzo ante las sedes del PP, el mandatario rechazó que éstas hayan sido organizadas por dirigentes de su formación, como acusa la derecha en afán de sustentar la versión del complot político.

Rodríguez Zapatero sugirió entonces a sus adversarios que, en lugar de aferrarse al pasado y sumirse en un "delirio político grave", deberían hacer un "ejercicio de autocrítica" para descubrir por qué la ciudadanía les retiró su "confianza" en las elecciones del 14 de marzo, para las que antes de los atentados el PP aparecía como favorito en las encuestas.

De otro lado, el gobernante propuso a los partidos políticos presentes en el Parlamento, una alianza o pacto multilateral con el objetivo de garantizar la cohesión frente a la amenaza del terrorismo internacional, similar al que rubricó en 2001 con el PP para eliminar a ETA y a su entorno.

En tanto, Zaplana, en calidad de líder del grupo parlamentario popular, interpeló al mandatario, cuyas respuestas, detalladas y contundentes, produjeron su exasperación e incluso interrumpió la intervención de Rodríguez Zapatero para gritarle que era "indigno" de ser presidente del gobierno español.

Ante la comparecencia de Rodríguez Zapatero se registraron dos concentraciones antagónicas que fueron disueltas por la policía por "motivos de seguridad".

Por un lado, los familiares y las víctimas de los atentados del 11-M se limitaron a exigir de forma pacífica a las autoridades "transparencia", con breves consignas en pancartas y camisetas.

A unos metros se manifestó un puñado de jóvenes de extrema derecha afines al PP, que acusó a Rodríguez Zapatero de "manipular" y "mentir" en la jornada electoral para llegar al poder.

Tras la matanza se integró una comisión parlamentaria con el fin de analizar y localizar los posibles fallos en el funcionamiento de los cuerpos de seguridad, así como la identificación de hipotéticas responsabilidades políticas.

Rodríguez Zapatero desbarató cada argumento del anterior Ejecutivo con datos, pruebas e informes elaborados durante los últimos ocho meses por las fuerzas policiales españolas, en colaboración con los servicios de inteligencia de países como Francia, Estados Unidos y Marruecos.

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