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México D.F. Lunes 29 de noviembre de 2004

 

Ucrania y su largo camino hacia la democracia

El sábado pasado, el parlamento de Ucrania resolvió declarar inválidas las elecciones presidenciales al considerar que fueron fraudulentas, haciéndose eco de los reclamos de la oposición -que respalda al candidato pro occidental Viktor Yushchenko, jefe de la coalición liberal Nuestra Ucrania- y de la comunidad internacional, encabezada por la Unión Europea y Estados Unidos. Si bien esta resolución no es jurídicamente vinculante -falta que sea ratificada este lunes por la Corte Suprema-, es fruto de las movilizaciones populares contra la manipulación de los resultados de los comicios, que favorecían al candidato pro ruso Viktor Yanukovich. Esas masivas protestas abrieron las puertas a una solución negociada para resolver la grave crisis en la nación de Europa del este, e incluso se habla ya de convocar a nuevas elecciones.

Los acontecimientos en Ucrania son relevantes para el mundo y para la estabilidad en la región debido al peso y la importancia que tiene este país. Ucrania posee un fuerte sector militar y es un punto clave en las rutas comerciales en la zona (en especial el petróleo), fungiendo como un puente entre Asia y Europa. En términos económicos, Ucrania era el componente más importante de la ex Unión Soviética después de Rusia. Sin embargo, tras su independencia, en 1991, este país, con una población de poco más de 47 millones 700 mil habitantes, no ha logrado deshacerse de su dependencia de Moscú. Ochenta y cinco por ciento de sus importaciones energéticas proviene de Rusia, que además es su principal receptor de exportaciones. Tales cifras convierten a Rusia en el principal socio económico de Ucrania. Esta circunstancia quedó en evidencia cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, felicitó al "presidente electo" Yanukovich y calificó los comicios de "transparentes", aun cuando en el resto del mundo se hablaba de un fraude electoral de gran magnitud. En ese contexto, tanto la Unión Europea como Estados Unidos amenazaron con desconocer los resultados de las elecciones. Así, las masivas manifestaciones en Ucrania están marcando un alejamiento de su dependencia hacia Rusia y un acercamiento con Occidente.

Asimismo, estas protestas cuidadanas reafirman la necesidad de transparencia en los procesos políticos en esa región del mundo. Hay que recordar que muchas de las antiguas repúblicas soviéticas, de las cuales Ucrania es la nación más avanzada en materia de democracia, cayeron en el caos luego de su independencia. Por ende, el conflicto poselectoral es señal de debilidad y de los rezagos de las instituciones democráticas implantadas en esas naciones y un indicativo de lo que falta por hacer para consolidar sus sistemas políticos. Ante esta situación, no hay que perder de vista que la crisis está lejos de resolverse. Por un lado persiste el riesgo de secesión, pues el país da signos de una profunda división: el oeste, nacionalista y pro occidental enfrentado al este y el sur, pro rusos e industriales. De hecho, en Donbass (este), Odessa y Crimea (sur) se comenzarán a recabar firmas este lunes en favor de un referendo para proclamar su autonomía si el poder pasa a manos de Yushchenko. Por otro lado, falta la decisión de la Suprema Corte, que analizará los reclamos de la oposición, cuya sede se encuentra rodeada por la multitud para respaldar a los "jueces honestos", como afirman los propios manifestantes.

Es un hecho que sin la presión popular e internacional, el parlamento ucraniano no hubiera tenido la iniciativa de anular las elecciones. Es importante destacar el civismo de la gente, que en un clima de completo orden salió a las calles a defender su voto, y de los cuerpos de seguridad, policía y ejército, que no cayeron en la tentación de reprimir a las masas y, por el contrario, se sumaron al reclamo.

Para finalizar, lo que sucedió en Ucrania demuestra que los movimientos populares sí pueden ser la diferencia en la transición a la democracia, sobre todo cuando se da tiempo a la política y se opta por la prudencia y la mesura en vez de la confrontación. La ciudadanía ucraniana enfrenta el reto de preservar su país sin convertir las diferencias políticas en diferencias étnicas y regionales. Toca a la comunidad internacional, sobre todo a las grandes potencias, respetar el proceso interno de este país y evitar injerencias, como las que produjeron la sangrienta guerra en Yugoslavia y su posterior fragmentación.
 

 
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