México D.F. Viernes 12 de noviembre de 2004
El presidente fue el más moderado de
los dirigentes de la ANP, dice el embajador
Más allá de divergencias, Arafat fue
un guía para los palestinos: Fawzi Youssif
"Realizó tres revoluciones: contra los regímenes
árabes, contra Israel y por la paz", afirma
BLANCHE PETRICH
El libro de condolencias en memoria del presidente Yasser
Arafat fue colocado sobre dos kuffias con el diseño típico
palestino. A su lado un gran ramo de rosas blancas y al fondo una imagen
del rais. A partir de hoy, la embajada de la Autoridad Nacional
Palestina (ANP) abrirá su puerta y recibirá las expresiones
de duelo de los mexicanos. El representante palestino en México,
Fawzi Youssif, se afana por dejar todo listo en la modesta sala de la misión
diplomática.
"Puede
ser que los palestinos tuvieran al-gunas diferencias de opinión
con Arafat", dice. "Pero no diferimos sobre lo esencial de él. Hay
una forma de entender su persona, su papel en la historia, que nadie traspasa.
Los opositores pueden señalar que centralizaba las decisiones, que
concentraba el poder. Pero al mismo tiempo admitían que muchas veces,
cuando era momento de to-mar decisiones difíciles, él estaba
solo para tomarlas. Más allá de divergencias y disidencias,
para todos nosotros fue un guía, un conductor del movimiento libertario
del pueblo palestino".
Para Yousif han sido largas las noches pendiente de los
canales de radio y televisión árabes esperando el desenlace
de la ago-nía de Arafat. El insomnio y la pena de su propio duelo
se reflejan en el rostro del embajador, vestido de negro. En pleno Ra-madán,
espera la hora en la que simbólicamente se oculta el sol para el
iftar,
el fin del ayuno que guarda desde el amanecer. Inicia la frugal comida
con los tradicionales tres dátiles. Comparte con los periodistas
el pan árabe, los fideos, la horchata.
Resume sus sentimientos respecto del líder: "Fue
el Espartaco del siglo XX, capaz de enfrentar al gigante, la hegemonía,
el imperio representado por Estados Unidos e Israel, George W. Bush y Ariel
Sharon. Fue como el ave fénix que renacía de las cenizas.
Su fuerza radicaba en su debilidad; la supo convertir en apoyo de los pueblos,
de su gente, de las masas".
-Cuando el primer ministro Ariel Sharon hizo su primer
pronunciamiento sobre el deceso de Arafat no pronunció su nombre.
¿Qué esperan de Israel en la era sin Arafat?
-Aunque no lo quieran reconocer los israelíes,
era su mejor interlocutor en Palestina. Un artículo del Bloque de
Paz definía así su papel frente a Israel: "la importancia
del irrelevante". Los israelíes repitieron una y mil veces: "Yasser
Arafat es irrelevante". Siempre quisieron desconocer su credibilidad. Y
Arafat sostenía: "esta mano va a firmar la paz". Lo hizo.
"Llevaba en la solapa las dos banderas, la de Palestina
y la de Israel. Cuando Sharon decía que su gobierno no tenía
contraparte para dialogar del lado palestino, Arafat se reía y señalaba
su pecho: 'Esta es su contraparte, nosotros somos sus interlocutores. Los
palestinos somos los que no tenemos con quién dialogar del otro
lado'".
-¿Cree que las autoridades israelíes terminen
por extrañar al hombre que odiaron?
-Puede ser. También puede ser que al-gún
día los israelíes lleguen entender que no hay manera de acabar
con el pueblo pa-lestino. Porque por ahora, pese a las palabras de Sharon,
no es verdad que quieran convivir con un Estado de la ANP. Lo que quieren
es la paz de la tierra ocupada, de la discriminación.
-Precisamente
en su primera reacción el presidente Bush habló de esa convivencia
pacífica entre los dos estados.
-Quizás fue un acto que reflejó inconscientemente
su sentimiento de culpa. El, que lo etiquetó como un terrorista
y lo desconoció como presidente de los palestinos, debería
saber que Arafat era el más moderado de los dirigentes, el más
dispuesto a dar todos los pasos para una paz verdadera.
Pese a diagnósticos que prevén que la sucesión
de Arafat no será tersa sino conflictiva y posiblemente violenta,
el embajador Youssif confía en que prevalecerá la conciencia
sobre la responsabilidad histórica entre los dirigentes políticos
de todas las fracciones palestinas.
Se refiere al acuerdo alcanzado en la reunión del
domingo anterior, en Gaza, en-tre las 13 organizaciones que comparten la
seguridad en los territorios que gobierna la ANP, con el primer ministro
Ahmed Qureia y los líderes parlamentarios.
En el cónclave en que participaron además
de los gobernantes palestinos los dirigentes de las organizaciones armadas
radicales, como Hamas, Jihad Islámica, el ala radical de Fatah y
el Frente Popular para la Liberación de Palestina, no sólo
se llegó al pacto de mantener la unidad y prescindir de las armas
para resolver diferencias internas, sostuvo el diplomático, "sino
que también se acordó preservar el legado histórico
de Arafat para nuestro pueblo".
Un pacto de este tipo no es menor ya que varias de las
organizaciones armadas rompieron con la conducción de Arafat en
el momento en que éste reconoció el derecho de existir del
Estado de Israel y la necesidad de buscar vías de convivencia.
Sobre ese legado, Fauzi abunda: "Arafat hizo tres revoluciones.
La primera fue contra los regímenes árabes, no contra ellos
si-no con ellos. Dialogó y los aprovechó a todos, a los de
derecha y a los de izquierda. Nunca permitió que estos líderes
colocaran al pueblo palestino bajo su tutela. Pero logró su apoyo.
Arafat fue capaz de anteponer la identidad nacional palestina, la toma
de de-cisiones, su carácter de pueblo árabe. Consideraba
al pueblo árabe como retaguardia, no como vanguardia. Así
logró conservar a Pa-lestina en el mapa del mundo.
"La segunda batalla fue contra Israel, la batalla de Al
Karama, cerca de Jericó, al frente de Fatah. En esa época
el mundo no le daba importancia a ese pequeño grupo de militantes
que, a final de cuentas, logró de-mostrar la fuerza del derecho
del pueblo palestino a defenderse. Eso llevó al reconocimiento de
la Organización para la Liberación de Palestina, fundada
poco después, en 1964, en Jerusalén.
"La tercera batalla fue la de convencer a su propio pueblo
a negociar la paz aun a costa de dolorosas concesiones. Nadie más
en Palestina fue capaz de convencer al pueblo que era necesario negociar
la paz sobre una base de 22 por ciento de nuestro territorio. No la mitad,
no una tercera parte. ¿Por qué lo hizo? Porque había
consenso mundial, la resolución 242 del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, que se emitió como resultado de la Guerra de los
Seis Días, en 1967. Allí se estableció el principio
de no admitir la adquisición de territorios por guerra u ocupación
militar, lo que obligaba a Israel a regresar a las fronteras de antes de
la guerra. Arafat tuvo el valor de negociar sólo por ese 22 por
ciento de territorio de dónde Israel tendría que retirarse.
Ningún otro dirigente de la Organización para la Liberación
Palestina, independientemente de su carisma y su personalidad, fue capaz
de convencer a nuestro pueblo a dejar de luchar y de dar pasos hacia la
paz haciendo las concesiones que nosotros hicimos.
"Lamentablemente, con los años esta ba-se de acuerdo
mínimo retrocedió en lugar de avanzar. Israel mantuvo el
control, siguió confiscando tierras, ocupando nuevos territorios,
colonizando, discriminando nuestros pueblos. Eso es lo que produjo la segunda
intifada.
No empezó, como se asegura, con la visita de Sharon a los territorios
ocupados, eso fue apenas la gota que derramó el vaso. El vaso se
llenó de muchas humillaciones, de muchas violaciones contra los
acuerdos con la constante colonización israelí".
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