México D.F. Viernes 12 de noviembre de 2004
Jaime Martínez Veloz
Mexicanos en Estados Unidos, šuníos!
Con una serie de escenas míticas, la creencia popular ha elevado a condición de verdad histórica el intercambio desigual entre los conquistadores europeos y las civilizaciones indígenas de América. Ya de todos es conocida la expresión intercambiar riquezas y tesoros por espejitos y cuentas de vidrio. Pues bien, ahora, como antaño, "el gobierno del cambio" pretende engañarnos con moderna bisutería, esta vez en la figura del seudo acuerdo migratorio con Estados Unidos.
Ante el fracaso evidente de su proyecto político, la administración federal quiere vender la esperanza desproporcionada de regularizar a millones de mexicanos indocumentados como un elemento distractor, pero altamente redituable en un país que se sostiene con las remesas de los braceros: 16 mil millones de dólares en 2004, cuando menos. Sin embargo, las posibilidades reales de una regularización son nulas, lo cual es una verdad evidente para cualquier persona con simple sentido común.
En todo caso, las agencias de seguridad estadunidenses lo que buscan es un censo de indocumentados en esa nación, para echarles el guante cuando llegue el momento de lanzarlos de regreso. Es ilógico creer que los gobernantes de un país imperialista, que está arrasando una nación destruida como Irak, van a tener algún sentimiento de simpatía para nuestros paisanos indocumentados.
El gobierno federal, aprovechando el reciente encuentro bilateral, pretende destacar el conflicto migratorio de la agenda, cuando el tema ni interesa ni preocupa a los estadunidenses. Para consumo interno, los políticos de Estados Unidos pueden darse el lujo de utilizar la retórica y afirmar socarronamente que la migración es asunto importante para ellos, de la misma forma como dirían que los pingüinos del polo son la "más alta prioridad" para su gobierno. Pero, Ƒquién nos puede tomar en serio cuando el presidente Fox recibe a Colin Powell en Los Pinos con un "quihúbole", familiaridad más propia de compadres en pulquería?
Los estadunidenses ni siquiera tienen que aguantarse la risa mientras los funcionarios federales se marean y les arrebatan las modernas cuentas de vidrio, creyéndose el cuento que escuchan. Y no tienen nada que disimular, porque lo más seguro es que sea en México donde se está sobredimensionando el hecho. Mientras, desde el patio trasero, el gobierno federal puede seguir comprometiendo hasta la dignidad, y ofrecerse a cuidarles la retaguardia.
Con quintacolumnistas disfrazados de académicos o de analistas se propalan rumores absurdos de que hay "árabes locos" mutándose entre mexicanos para desde aquí atacar con "armas de destrucción masiva" (cretinismo de mucho éxito propagandístico) el territorio estadunidense. Porque, además de estar preparando sicológicamente a la sociedad mexicana para que vaya perdiendo la capacidad de asombro ante el entreguismo panista, ya hay muchas acciones concretas que demuestran el colaboracionismo con el gobierno del norte. El mismo Fernando Elizondo reveló la interdependencia México-Estados Unidos en materia de seguridad hemisférica, pero lo dijo de una manera tan explícita que debió retractarse cuando lo contradijeron desde la Presidencia. Por menos, cualquier funcionario priísta estaría desterrado o en la cárcel.
Una prueba del colaboracionismo estrecho del gobierno federal es la provisión energética de México a Estados Unidos no sólo abaratándoles el petróleo, sino acelerando la construcción de enormes depósitos en Baja California para surtir gas a la vecina California, que casualmente impide la instalación de esas plantas en su territorio. Es muy curioso que entre la histeria artificial por el riesgo "terrorista" desde nuestro país, nada se mencione del eventual riesgo que corremos en Baja California por prestar nuestro territorio para proveer energético a un estado donde se encuentra la poderosa base naval de San Diego.
Para desgracia de la administración federal ni siquiera estas pruebas de fidelidad no pedidas le servirán para congraciarse con el patrón, que sigue blandiendo las míticas cuentas de vidrio, mientras seguimos deslumbrándonos sin darnos cuenta de que somos nosotros quienes contribuimos a crear estas fantasías.
Mientras esto pasa la clase política mexicana, preocupada de sus quehaceres domésticos, pugnas y vendettas partidarias, ni remotamente percibe la necesidad de los verdaderos acuerdos estructurales (no privatizaciones disfrazadas) que reclama la nación. Cada partido se preocupa por ganarse la simpatía de los mexicanos en el extranjero, tratando de aparecer en forma oportunista, como los primeros que demandan que nuestros compatriotas voten en las elecciones de México, pero olvidamos, o nos importa poco adentro de Estados Unidos, la definición de las políticas que afectan en nuestro país.
La propuesta de Kerry en materia migratoria era mejor que la de Bush, sin embargo, un sector de mexicanos ciudadanizados estadunidenses apoyaron la propuesta discriminatoria de Bush, escudados en el viejo adagio popular de "que entre menos burros más olotes". Con esos amigos, para qué queremos enemigos. ƑEsos son los que queremos que desde el exterior, bajo la influencia mediática guerrerista, inculta e imprudente de los grupos de poder estadunidense voten por quien nos dirija en México?
Afortunadamente en Estados Unidos existe un sector importante de mexicanos, no sólo trabajadores, lúcidos y brillantes, capaces de articular una política que beneficie y apoye el desarrollo de nuestro país.
Por ello creo pertinente cambiar las coordenadas y promover el voto de los mexicanos, pero en Estados Unidos, es ahí donde se definen las principales directrices que nos afectan a los mexicanos. Somos 25 millones de mexicanos en Estados Unidos. šHagamos valer nuestra fuerza! Promova-mos la unidad de los mexicanos en Estados Unidos para cambiar el rumbo de las políticas estadunidenses. [email protected]
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