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México D.F. Viernes 15 de octubre de 2004

La güeras y las prietas, coloquio femenil auspiciado por la UNAM

Atisbos para explorar cómo el color de la piel condiciona la vida de las mujeres

ARTURO GARCIA Y ALEYDA AGUIRRE

Ser güera en México, Ƒes un privilegio? Ser prieta, Ƒes una maldición? ƑHay rubias que se sienten discriminadas? ƑHay morenas que darían lo que fuera por tener blanca la piel? ƑHay güeras que se sienten culpables de serlo? ƑNada hay peor en nuestra sociedad que ser al mismo tiempo mujer, pobre y morena? Los caballeros -supone el título generalizador de una película- las prefieren rubias. Las mujeres, Ƒcómo se prefieren?

Un grupo de escritoras, académicas, activistas, políticas y artistas se reunieron ayer para analizar, desde una perspectiva de género, cómo el color de la piel condiciona a las mujeres en el contexto sociocultural mexicano. Los primeros pasos en la exploración de un tema inmenso.

Convocadas por el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la UNAM al coloquio Las güeras y las prietas. Raza y género en la construcción de nuevos mundos, las participantes tomaron como punto de partida el ''Día de la Raza", y ''una de sus representantes femeninas más debatidas, La Malinche".

La escritora Carmen Boullosa dictó la conferencia inaugural y dio cuenta de lo relativo que pueden ser categorías como ''güera" y ''prieta". Ofreció testimonio de los privilegios que en otro tiempo le representaba ser una ''güerita" en México, y de la discriminación que enfrenta al ser confundida con una ''gitana" en Berlín, donde ahora vive.

Denostó la existencia de un sistema de castas ''imbécil", en el que una minoría establece un código de autoadmiración que al mismo tiempo desprecia a la belleza autóctona. Al respecto, también hizo notar que la democracia no ha llegado a los estudios de mercado, dirigido a quienes representan ''lo que nuestras abuelas que-rían que fuéramos": güeritas de ojos claros.

''Yo -enfatizó la novelista- no soy blanca ni lo quiero ser. Todos en este país somo tan indios como moros, como negros y por no querer aceptarlo peleamos contra nuestro origen, todo en un terreno imaginario, porque para verle lo morenita o lo güerita a una persona no existe un medidor científico, todo es una idea arbitraria."

Estereotipos y patrones

En su ponencia Mi madre es güera, ergo, yo soy prieta, la escritora María Teresa Priego relató su experiencia dentro de una familia en la que tener piel blanca estaba asociada a los valores más aceptados socialmente. De ese modo, era güera cuando se portaba bien, pero era prieta cuando se rebelaba; era güera cuando iba a la iglesia y prieta cuando veía las revistas pornográficas de su hermano.

También recordó que el placer sexual, la alegría, la impudicia, la libertad, estaban relacionadas con las mujeres morenas, mientras que las rubias eran las decentes. Al final expresó que, no obstante los privilegios presuntos o reales de que disfrutan las güeras en México, ella siempre se ha sentido profundamente discriminada por güera.

En la primera de las dos mesas de trabajo -titulada ''Los días y sus razas" y moderada por Marta Lamas- la activista Pilar Muriedas, de Salud Integral para la Mujer (Sipam), se refirió a la relación entre el color de la piel y la belleza. Explicó que en el caso de México, los estereotipos y patrones de belleza que tiene como referencia la piel blanca, provienen de la Colonia y fueron reforzados por el mestizaje.

Luego de subrayar lo complejo de un fenómeno en el que se cruzan cuestiones de género, de clase y sexuales, Muriedas se negó a admitir la equiparación que también hacerse, desde una perspectiva políticamente correcta, de güero como sinónimo de malo y moreno como sinónimo de bueno.

En su turno, la académica Lucía Melgar habló de su experiencia como ''güerita" en México y la incredulidad que generaba durante distintas estancias en Estados Unidos, inclusive en ámbitos universitarios, cuando decía que era mexicana.

Elsa Leticia García enfocó el asunto desde la perspectiva de las escritoras chicanas, específicamente de Gloria Anzaldúa y Cherrie Moraga, autoras, respectivamente, de los libros La prieta y La güera.

El coloquio prosiguió con una mesa vespertina con la participación de Bárbara Iyllán, Luisa Calderón, Sandra Lorenzano, Sara Lovera y Hortensia Moreno.

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