.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
La Jornada Michoacán
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones
Obituario

P O L I T I C A
..

México D.F. Sábado 11 de septiembre de 2004

Ilán Semo

El nuevo centro (como programa)

Nunca dejan de llamar la atención las proporciones que alcanzó esa suerte de mexicocentrismo -un penoso ombliguismo histórico- que caracterizó a la escritura de la historia nacional durante los años 70 y 80. Penoso por su pobreza conceptual y por las dosis de ideologización que arrojó sobre las investigaciones del pasado nacional. Cada vez que nos observamos en ese espejo encontramos una ficción absorta en sí misma, orgullosa de su propio autismo, urgida de saberse singular, especial. ƑEl ave (ya desdentada) de Minerva que levantó el vuelo en la noche del nacionalismo revolucionario?

La mayoría de sus versiones datan la crisis que alcanzó al "Estado populista" a finales de los años 70 hasta llegar al hundimiento de 1982, en el que la nacionalización bancaria decretada por José López Portillo lanzó al país (durante la siguiente década) por la ruta exactamente contraria a la que ya seguían la mayoría de las economías occidentales. Pero ninguna de tales versiones logra -ni siquiera se propone- reconstruir esa fecha, crucial por cierto, como la continuación de un fenómeno más profundo, acaso una historia global, que afectó las estructuras esenciales del mundo bipolar que emergió de la Segunda Guerra Mundial, y que es la antesala inmediata del que habitamos actualmente.

Lo que concluye con la caída de Willy Brandt en Alemania, la regresión del laborismo inglés (y el ascenso de Margaret Thatcher) y los últimos y esforzados días de Jimmy Carter (que desembocan en la victoria de Ronald Reagan) es la era del Estado de bienestar. Le sigue una auténtica revolución en las prácticas y el pensamiento del liberalismo. Y lo que llamamos vulgarmente "neoliberalismo" data un auténtico revival del espíritu del mercado y la empresa libre como no se había visto desde mediados del siglo XIX. Sus huellas son parte elemental de las vivencias de nuestra generación: la cibertransformación del mundo, el hiperindividualismo, la apología del empresario, la vida reducida al acto de consumir, la privatización a ultranza y la deslegitimación de las formas sociales y colectivas de producción y existencia. Si la nueva era liberal comenzó como un giro en Inglaterra y Estados Unidos, la caída de la Unión Soviética la transformó en una inflexión mundial, tecnológica y cultural, social y moral. A dos décadas de distancia, sus saldos fijan un paisaje de extremos: la reinvención de Occidente y la regresión de la periferia, la riqueza y la pobreza súbitas, la reindustrialización del segundo mundo y su devastación ecológica, la sociedad de los tráficos (narcotráfico, tráfico de gente, de niños, de órganos, tráfico de armas, etcétera) y la disolución del término "frontera".

Hacia mediados de los años 90 surgieron los primeros ensayos de articular respuestas coherentes al giro liberal. La más afamada, aunque no necesariamente la más rigurosa, fue: la Tercera Vía. Anthony Giddens imaginó una sociedad que podía capitalizar las ventajas del giro sin verse sometida a sus abusos y obvias desventajas. Supuso que el viejo Estado de bienestar podía ceder en algunos campos y coinciliar en otros con las nuevas formas económicas inducidas por la privatización. El nombre de Tercera Vía proviene precisamente de esta ilusión. Lo acertado de la obra de Giddens fue acaso el llamado a revisar dos pasados que anunciaban (el liberal, a temprana edad) su caducidad. Su error residió en suponer que lo nuevo sería una simple combinación de prácticas ya recorridas.

En cierta manera, en México hay un correlato de esta historia, si bien un correlato empobrecido. 1988 marca una crisis doble. Por un lado, el PRI se divide en dos antípodas: el salinismo (que estableció un bloque con el PAN) y el neocardenismo (que propició un aglutinamiento de la vieja izquierda); por el otro lado, la transformación del régimen autoritario, aunque lenta, se volvió irreversible. La doctrinaria y esquemática aplicación de las reformas liberales a la realidad mexicana conduce al país, en unos cuantos años, a la más grave de sus crisis económicas en el siglo XX: 1995. Pero quien responde desde la oposición, el neocardenismo, es una corriente que vuelve los ojos atrás, hacia los años 70, sin siquiera proponerse la actualización de algunas facetas del viejo populismo.

Se enfrentan así el dogma contra el anacronismo, la tecnocracia contra el neocardenismo.

A más de una década y media de esta confrontación, sus saldos han sido evidentemente pobres. En 2004, es decir, en 2006, el problema reside en cómo superar los automatismos que han movilizado a ambos, partiendo de la más simple (y más compleja) tarea que aguarda a la política mexicana: la construcción de un nuevo centro que parta no de la suma o resta indiscriminada de aspectos del dogma y el anacronismo, sino de la superación de ambos. No una (pobre) Tercera Vía a la mexicana, sino una vía inédita.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm

Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Coordinación de Publicidad
Tels: (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00 Exts: 4900 y 4104

Email
Coordinación de Sistemas
Teléfonos (55) 91 83 03 11 y 91 83 03 77

Email

  © Derechos Reservados 2003 DEMOS, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V.
Todos los Derechos Reservados. Derechos de Autor 04-2003-08131804000-203.
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido sin autorización expresa del titular.
El título y contenido se encuentran protegidos por la legislación de la materia en la República Mexicana.