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México D.F. Miércoles 8 de septiembre de 2004

Magdalena Gómez

El informe del PNUD y la democracia mutilada

Al buscar referentes para ubicar a los pueblos originarios dentro de las concepciones y prácticas dominantes acerca de la democracia, nos encontramos con el informe sobre La democracia en América Latina del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que resulta representativo no sólo por el organismo que lo promueve, sino porque para realizarlo reunió a un grupo de académicos y realizó diversas encuestas a líderes políticos de América Latina.

De su lectura observamos que sus conclusiones centrales, si bien apuntan problemáticas críticas, olvidan el vínculo de la democracia con la dimensión pluricultural, si asumimos que ésta no se agota en unos cuadros sobre el clásico cuántos son y qué tan pobres, con el agravante de que los clasifican, pues a su lado colocan a los mestizos. A pesar de contar con elementos teóricos de los que se podría derivar, simplemente no se cuestiona en serio el paradigma liberal de los derechos individuales y las naciones homogéneas. Las reiteradas referencias del informe a la ciudadanía social o integral eluden el complejo tema de las ciudadanías multiculturales, aquellas que debería partir del previo reconocimiento a la base de derechos colectivos de los pueblos originarios y a la readecuación de la ingeniería constitucional interna para darles real cabida.

La exclusión del cuerpo de tesis y conclusiones generales, así como la muy marginal referencia a pueblos indígenas en el estudio, guardan excepciones significativas en trabajos específicos realizados por diversos analistas. Destacaría el de Catherine M. Conaghan, Fernando Calderón, además del de José Nun, quien en su ensayo Estado y ciudadanía anota la cuerda individualista que se advierte en los textos base del estudio: "si el observador calza únicamente lentes racionales individualistas para interpretar la democracia en América Latina puede simplemente no ver el potencial democratizante que hoy contiene, por ejemplo, la movilización de las comunidades mayas de la jungla (sic) lacandona".

También se podría llegar al espacio indígena cuando se reconstruye la trayectoria en la formación del Estado. O'Donell, quien escribió un texto base para el informe, habla de la "la expropiación de los medios de legalidad", por la cual varios tipos de derecho consuetudinario, feudal, urbano y religioso "fueron progresivamente anulados o absorbidos por la legislación emanada desde el nuevo centro. Ya que esta expropiación es frecuentemente ignorada y destaca como con la colaboración estrecha de juristas que "eran versados en el derecho romano", vieron la legalización como "un medio de poder político del Estado para afirmar una voluntad central uniformemente en el conjunto de la comunidad". El derecho, señaló, ya no sería entonces emanación de la tradición o de la religión, sino resultado de la voluntad del gobernante, quien lo usaba no sólo para eliminar otros tipos de derechos y asociaciones políticas, sino también para crear un poder judicial.

Ahí estaba una veta para jalar hacia la reconceptualización del derecho a la libre determinación y abordar cómo esa transmutación de derechos originarios en " derecho consuetudinario" es el paradigma de la exclusión jurídica histórica. No se aborda, pero se anota y no debemos dejar esa pista, por ejemplo para nuestras discusiones en torno al que hoy se llama costumbre de derecho internacional a los proyectos de derechos que los estados no dejan pasar. También se eludió la implicación de la afirmación de O' Donell sobre el hecho de que la nación, frecuentemente interpretada como un todo orgánico, suele ser el principal referente del discurso estatal, no la sociedad o los ciudadanos. Ni los pueblos, agrego.

Ahí queda esta exploración, que sólo nos reafirma en la necesidad de cubrir ese vacío: repensar a la nación, al Estado, a la democracia, a la ciudadanía son temas que no son frecuentes en nuestra agenda, no desde la lógica inclusiva porque no se trata de pensar en una nación, un Estado, una democracia y una ciudadanía sólo para indígenas.

Habría que tener presente que no porque el informe los eluda desaparecen los procesos en curso, con organizaciones indígenas que reivindican el conjunto de los derechos de los pueblos y construyen pacientemente sus redes desde abajo. Este elemento es fundamental para la cuestión indígena; mientras no existan alternativas de participación política que incorporen las formas de democracia directa y establezcan mecanismos de representación para los pueblos indígenas en cuanto tales y se propicie el ejercicio de la autonomía y libre determinación, habrá quienes se "enreden" en la participación política formal y excluyente, mientras que otros mantendrán, como los zapatistas mexicanos, sus bolsones de resistencia.

Ahí quedaron esas lucesitas que se perdieron al final del túnel, perdón, del informe del PNUD, el cual está atravesado por la tesis central que hace de la democracia representativa el continente y contenido de la democracia.

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