Religión: Problema o potencial de transformación en el conflicto Israel/Palestina

11 agosto 2004
Por Jean Zaru

La mayor parte de mi vida de adulto he luchado con los temas de la teología de la liberación. Y han sido mis experiencias de vida, más que una biblioteca lo que me ha servido como fuente de inspiración. Mis experiencias de vida me han llevado a los cinco continentes, donde con el correr de los años, me he enriquecido enormemente por el contacto con activistas y teólogos comprometidos con diferentes luchas por la liberación. Además, mi experiencia de vida está profundamente arraigada en mi identidad como mujer palestina y cristiana.

A medida que en mis viajes he luchado por afirmar la presencia de más de doce millones de cristianos árabes en el Oriente Medio y de los palestinos que luchan por la justicia y la libertad, continuamente han aparecido nuevos obstáculos y presiones. Para los cristianos liberales, influenciados por la teología del holocausto, la historia europea y la culpa, yo como cristiana palestina NO soy parte de su agenda. Mi sola existencia perturba el equilibrio, como si una cosa parecida al equilibrio pudiera existir en una situación de conflicto y opresión. Par los fundamentalistas, no estoy entre los escogidos; por el contrario, soy uno de los maldecidos. Como palestina, soy un obstáculo en su camino ara comprender el cumplimiento de la profecía de Dios. ¡

No puedo ganar! Pues al parecer no formo parte de la teología de una buena parte de mis hermanos y hermanas cristianas.
Sin embargo, mi vida entera ha sido afectada, incluso determinada por las enseñanzas e interpretaciones bíblicas. Como cristiana, palestina, mujer, árabe y cuáquera, las enseñanzas de las iglesias occidentales me han influenciado, a mi en lo personal y a mi gente en lo colectivo, de manera muy específica. El uso y abuso de la Biblia en la reflexión sobre la legitimidad, políticas y conducta del estado de Israel se ha vuelto práctica común, en particular aunque no de manera exclusiva, entre los cristianos americanos conservadores. Ven un vínculo sólido entre el Israel bíblico y el moderno.

La historia de la condenación del mal en nombre de la alegada justificación bíblica es, por supuesto, una larga historia. La discriminación, la opresión, la desposesión y la guerra son menudo justificadas con referencias a textos bíblicos. En tiempos recientes, David Ben Gurrion se refería a la Biblia como una escritura sacrosanta que avala la propiedad de Palestina por el pueblo judío. Hoy en día en Jerusalén la llamada Embajada Cristiana Internacional es un soporte político abierto de Israel. Sus publicaciones proclaman que Dios otorgó la tierra a los judíos y, por consiguiente, Dios bendecirá o maldecirá a las naciones según el trato dado al pueblo "elegido" de Israel. De hecho, en muchos círculos internacionales cristianos cualquiera que se oponga al sionismo es considerado como un antisemita o bien contrario a Dios o a los designios de Dios -al menos como ellos lo conciben.

Sin embargo, el sionismo es responsable de los 56 años de desposesión, dispersión y humillación de la población árabe de Palestina. Los palestinos que hoy viven en Israel, en el lado poniente de Gaza y en la Diáspora tienen clara conciencia de su devastación, pérdida y expulsión. A diario vivimos la pérdida de nuestra tierra y de nuestros hogares, y se sigue negando nuestros derechos básicos, en especial el derecho a la autodeterminación.
Toda mi vida la he vivido en Ramallah, y más de la mitad de ella bajo la ocupación militar israelí, pero nunca fue tan difícil como ahora. A medida que las tropas israelíes se concentran en los territorios ocupados y con un cerco cada vez más angosto, estamos expuestos a bombardeos persistentes, ejecuciones al azar, asesinatos políticos, toques de queda, empobrecimiento, raptos, prisión, demolición de casas, la confiscación ilegal de nuestra tierra y agua y la destrucción de lo que queda de nuestras cosechas y árboles.

Existen alrededor de 5,700 presos políticos palestinos en las cárceles israelíes y a cerca de 1,200 de esas personas no se les han levantado cargos ni se les ha juzgado, algunos de ellos son niños. No menos de 8.000 hogares dentro de los territorios palestinos ocupados han sido demolidos desde que comenzó la ocupación, dejando a miles de personas sin techo. Los asentamientos coloniales israelíes han brotado en un número mayor a 214 en el lado occidental y 18 en la franja de Gaza, con una población de 400,000 y 6,500 habitantes respectivamente. A fin de conectar estas colonias ilegales, particularmente en el lado poniente, y para imposibilitar un estado palestino independiente y viable, se han construido 350 kilómetros de carretera y desviaciones en tierras confiscadas. Todos estos actos son ilegales según el derecho internacional, principalmente según la IV Convención de Ginebra.
Las restricciones a la circulación incluyen a más de 400 retenes sólo dentro del lado poniente, una separación completa y severas restricciones en la Franja de Gaza, junto con el cierre estricto de Jerusalén para los palestinos del lado poniente y Gaza. Los palestinos de Jerusalén enfrentan la humillación, el estrangulamiento político y la confiscación de sus tarjetas de identificación.

Desde 1967 unos 60,000 palestinos han sido despojados de sus derechos de residencia por el Ministerio del Interior israelí.

La gravedad y frecuencia de las violaciones a nuestros derechos humanos, políticos, sociales y ambientales no hacen sino aumentar. Y quizá la realidad más peligrosa en este momento sea el muro de separación construido por los israelíes contra el cual se estrella cualquiera de los planes de pacificación actuales, incluyendo el Mapa de ruta iniciado por los Estados Unidos, y desprecia cualquier marco basado en el derecho para resolver el conflicto. Más de un cuarto de millón de palestinos será afectado por este muro de apartheid que infringe profundas incisiones en los territorios palestinos de 1967. Hasta ahora se han extraído de raíz 102,350 árboles y más de 11,000 personas están atrapadas en la llamada "tierra de nadie" entre el muro y el estado de Israel, quedando aisladas de la sociedad palestina.

Cincuenta pueblos palestinos pronto se encontrarán dentro del lado israelí del muro, y serán anexados o separados de sus tierras de cultivo. Con la incesante construcción del muro, la propiedad privada sigue siendo pisoteada, las familias se quedan sin hogar y se les priva de transitar libremente a sus fuentes de agua. Además, en medio de una crisis regional de agua, se han destruido alrededor de 35,000 metros de tubería de agua. Aparte de las dificultades y empobrecimiento que este muro ha ocasionado y seguirá induciendo, su significado más amplio se basa en el hecho de que esencialmente hará inalcanzable el establecimiento de un estado palestino contiguo, libre y viable. Sin duda alguna, nuestras desgracias no son pocas.
Ahora apuntemos hacia la religión. Tanto en su forma progresista como reaccionaria la religión ha penetrado y configurado casi todo conflicto y crisis mayor en el mundo actual. Desde la perspectiva progresista, existen movimientos tendientes a la alianza radical de todas las iglesias y de otros grupos con los pobres y los oprimidos. Hay movimientos activistas, feministas, reformistas y pacificadores. Del lado reaccionario, existe la estrechez de ideas, chovinismo y patriarcado de toda tradición religiosa. Este se alía fácilmente con la estrechez, el chovinismo y los intereses económicos nacionales. Cuando la gente habla de los fundamentalistas, algunas personas hablan de los musulmanes fanáticos, olvidando que el ala derechista religiosa existe en todas partes y no menos en Palestina e Israel.

La religión es tanto un problema, o más bien el problema en el que sus estructuras de dominación nos han oprimido como palestinos y mujeres, como una solución donde su visión de liberación e igualdad ha generado poderosos movimientos políticos y sociales a favor de un cambio progresivo. La tradición religiosa misma puede ser lo mismo un problema que una solución. Puede ser cuna fuerza positiva como una negativa. Recordemos tan sólo las masas de movimientos pacifistas que marcharon en contra de la guerra en Irak y los movimientos de masas que luchan por dar fin a la ocupación israelí. Para muchos la motivación proviene de su fe, espiritualidad que llena de energía al alma para dar al mundo aquello de lo que carece. La espiritualidad nos sumerge en la vida lejos de apartarnos de ella. Los más grandes contempladores fueron a menudo nuestra gente más activa. Dorothy Day, Martin Luther King, and Mahatma Gandhi eran simultáneamente visionarios y contemplativos.

La religión es una de las principales fuentes de los derechos humanos. Sin embargo, hemos de reconocer que desde el principio las fuerzas antihumanas también han desfilado bajo la bandera de la religión, alegando la autoridad religiosa como justificación para todo tipo de acciones inhumanas. El agua en su fuente puede ser pura, pero puede enlodarse excesivamente en el camino. Permítanme comenzar con esta afirmación: en lo personal no puedo tomar a la Biblia de manera literal. Entiendo que las historias de la Biblia revelan las percepciones de la gente sobre Dios, pero no la realidad competa de Dios. Existen varias narraciones que son problemáticas, con textos de violencia insuperable. Hay varios pasajes que fomentan la limpieza étnica, la subordinación de las mujeres y de los esclavos y algunos otros versos muy excluyentes.

MI tradición de fe, ética y valores religiosos de equidad contradicen dichos textos. La comprensión de la religión es significativa, tanto para mí como mujer como para los procesos de cambio social y político. La comprensión de los temas religiosos es fundamental si queremos basarnos en la religión como un poder para transformar y no como poder para oprimir.

Por ejemplo, los religiosos excluyentes sostienen que nuestra comunidad, nuestra tradición, nuestra comprensión de la realidad, nuestro encuentro con Dios son los únicos verdaderos, excluyendo a todos los demás. La respuesta de los incluyentes seria que en realidad existen muchas comunidades, tradiciones y verdades, pero que nuestra manera de ver las cosas es superior a las otras. Y cuando los incluimos lo hacemos en nuestros propios términos. El entendimiento ideal para nuestras tradiciones religiosas, si hemos de traer paz y comprensión a nuestro mundo y a nuestro país, sería la respuesta pluralista. La verdad no es propiedad exclusiva ni inclusiva de ninguna tradición o comunidad. Estas tres actitudes, corrientes o formas de pensamiento también son respuestas sociales y políticas a la diversidad.

La exclusividad de los religiosos derechistas se refleja en la marginalización que hacen de los diferentes. El resultado de esto es el racimo, el sexismo y la violencia, para decir lo menos. Vemos esta exclusividad en las acciones de Israel, como sucede cuando niegan derechos iguales a quienes no son judíos. Para cumplir los grandes designios del Apartheid quedamos prisioneros dentro de nuestros pueblos y ciudades. La vida Palestina está siendo socavada, no accidentalmente sino de manera deliberada por las políticas del gobierno israelí. Los partidarios de todos los credos no deben permanecer callados frente a la injusticia, la opresión, el sufrimiento o la pobreza. Si callan, desobedecen los imperativos de su fe.

Hermanas y hermanos, el mal es el mal independientemente de quien lo perpetre. Si la gente de fe ha de sostener la integridad de sus enseñanzas religiosas, debemos entonces de condenar la injusticia, la explotación y la opresión, el arresto arbitrario, l as demoliciones de vivienda y las matanzas extrajudiciales de los activistas y sus líderes. Los palestinos han sido marginados a la periferia, fuera de los corredores del poder. No tienen a nadie que apoye su causa, salvo l os partidarios de las diferentes religiones que ven su religión como una fuente de transformación y otros activistas por la paz y la justicia que responden movidos por la razón a nuestra humanidad común. Debemos levantarnos. Debemos hablar a nombre de los que padecen hambre, de los que no tienen hogar, de los oprimidos, de los cautivos. Esta era la misión de Jesús. Si no nos levantamos, si no hablamos, si no actuamos, nuestra fe se vuelve irrelevante y carente de objetivo.

Yo estoy por el mensaje del primer llamado y no de ciertas interpretaciones del Segundo Llamado. Permítanme explicarme. En una ocasión, en Kansas, Estados Unidos, alguien me acusó de no aceptar la teología del segundo llamado por se Palestina. Yo sonreí y afirmé que la verdad era exactamente lo contrario. Es decir, como cristiana palestina sería fácil ir a casa, levantar los pies y decir, Dios se hará cargo de todo. No obstante, eso sería contrario a mi entendimiento de la realidad de Dios. Semejante teología no respeta al judaísmo, y ve al islamismo como una fe demoníaca y satánica. Se piensa que los cristianos que no están de acuerdo con esta teología simplemente están de paso. Quien apoya la causa de los débiles puede atraer hacia sí el enojo de los poderosos, pero no debemos permitir que eso nos desanime.

La vía de la transformación nos llama a enfrentar las fuerzas de la muerte y del mal que se encuentran en nuestro interior y alrededor nuestro. Los ejemplos no están lejos de nosotros: la guerra, las amenazas de guerra, el aniquilamiento, el hambre, la pobreza, el racismo, el sexismo, el calentamiento global, la deforestación y la devastación de la tierra. Hemos cobrado conciencia de que esto, en gran medida, tiene causas humanas pecaminosas, así como sus raíces y legitimación en algunos presupuestos teológicos y culturales del mundo moderno. Estas causas destructivas y las consecuencias están relacionadas.

La palabra que mejor describe la complejidad y conexión en el mundo es 舠interdependiente舡. Los problemas no pueden aislarse unos de otros, como tampoco puede hacerlo la gente que espera resolverlos. La interdependencia no sólo describe la conexión entre las naciones y economías, sino también entre la gente, las tradiciones religiosas y otras culturas. La gente de fe puede trabajar conjuntamente y formar coaliciones con activistas seculares para crear las condiciones que permitan la implantación y protección de los derechos humanos. Porque no sólo carece de sentido tratar de hacerlo de manera aislada, sino que resulta imposible. Simplemente nos necesitamos unos a otros. Además, la formación de tales redes es particularmente urgente hoy en día cuando vemos cómo las fuerzas antihumanas desfilan falsamente bajo la bandera de la religión, alegando la autoridad religiosa como justificación para todo tipo de acciones inhumanas.

Si la gloria divina ha de encontrarse hoy en día, seguramente la habremos de ver en la humanidad y sabiduría de aquellos hombres y mujeres talentosos, cuya experiencia de opresión y las vías como la sobreviven e incluso la vencen, pueden inspirarnos y fortalecen a todos. Hay innumerables seres ordinarios que se levantan de graves dificultades, de una opresión y humillación inimaginables para dar cuente, con sus vidas y la elevación de sus voces, del poder de la verdad en su vivir cotidiano. Nuestro camino hacia la renovación es ser portadores de la verdad, no ocultadores. La ocultación es la herramienta de nuestra cultura contemporánea; en realidad las medias verdades y las mentiras abarrotan las oficinas de gobierno, las instituciones y los medios.

Como Jeremías dijo, 舠Todos engañaron a sus vecinos y nadie dice la verdad, han enseñado a sus lenguas a decir mentiras舡. (Jeremías 9-5). Es nuestro deber decir la verdad, descubrir hasta nuestras propias cicatrices y heridas. Esto requiere de gran valor, sin embargo ésta es la manera con la cual desarmamos los principios y poderes cuyas mentiras y engaños se alimentan de nuestra cooperación silenciosa.

Camino acompañada de muchos otros en mi viaje de lucha y llevo conmigo la esperanza para transitar de las fuerzas opresoras y destructivas a las fuerzas liberadoras y enriquecedoras de vida. Debemos dejar de interesarnos, como mujeres y como palestinas, de sólo pasar el poder de los hombres a las mujeres o de los israelíes a los palestinos. Por lo que debemos luchar es por la transformación de la forma de nuestras comunidades.

* Del poder militarista, coercitivo, al poder la confianza mutua;
* De la exclusividad étnica y religiosa a la celebración de la diversidad dentro de la justicia mutua.
* Del racismo y la discriminación sexual a la protección de los derechos humanos y la humanidad de todos;
* De la neutralidad y la objetividad a la compasión y a las prioridades con base étnicas.
* De la explotación de la naturaleza a una comedida cooperación de la naturaleza;
* De Dios en lo alto y poder sobre, a Dios dentro y por junto con;
* De la muerte y la destrucción a la resurrección y a la vida.

El poder significaría entonces la muy positiva relación entre Dios, los seres humanos y la comunidad entera de la creación. El poder noe s un pastel que se reduce a medida que se comparte. El poder, compartido, es una relación que enriquece a todos. La gran división no está entre Dios, los seres humanos y la entera comunidad de vida. La división está entre el cuidado y la negligencia, la justicia y la injusticia, la misericordia y la inclemencia, la compasión y la indiferencia. Lo que nos desune no es la diferencia sino el pecado, la opresión y la injusticia. Las diferencias no destruyen la creación; sino nuestros pecados al permitir que se perpetren la opresión y la injusticia.

Para crear una cultura de la vida, necesitamos algo más que psicología, espiritualidad y comunidad. Necesitamos economía, una agricultura sustentable y una política de liberación capaz de curar a nuestro mundo y restaurar la vida en la tierra.

Me gustaría aprovechar la oportunidad para agradecer la asistencia de todos y cada uno de ustedes. Muchos de ustedes me han inspirado personalmente en mi viaje de resistencia y renovación. Continuemos siendo constantes con nuestro trabajo conjunto: formando comunidades de esperanza en la práctica. Dificilmente las palabras hablan más que las acciones y los compromisos auténticos.

En todas las épocas la gente se ha entregado a una búsqueda universal de sentido de la vida, pero han hecho de esta búsqueda una lucha por una ideología, religión o nación particular. Nuestra época de inigualables avances educativos, científicos y tecnológicos ha sido una época de violencia descomunal. A la vez nunca fue tan urgente la necesidad de una comprensión imaginativa, confianza simple y una cooperación creativa. Quizá ha

llegado la hora de unirnos en afirmaciones de vida comunes que podrían ser las siguientes:

* Una promesa de honor y respeto para cada raza, cada cultura, cada religión y cada persona;
* Reconocimiento del derecho de cada persona a los recursos de la tierra para cubrir las necesidades de sobrevivencia humana, y la obligación moral de los más afortunados de compartir con los menos afortunados;
* El derecho y la responsabilidad de toda persona para utilizar sus talentos, energías y recursos para beneficio de la comunidad;
* El compromiso de perseguir valores universales, independientemente de las diferentes formas como éstos se expresen, con la esperanza de que estos valores permitirán tanto al individuo como a la comunidad superar la ambición, el poder y el provecho individual;
* La afirmación de la 舠presencia舡, la presencia del espíritu de la esperanza y la compasión al alcance de todos por medio de la cual nuestras vidas pueden ser más completas, creativas y armoniosas a medida que nos nutrimos directamente del poder que nos rodea, que está dentro de nosotros y en la vida toda.

No podemos vivir un solo día sin decir 舠si舡 o 舠no舡 a la muerte o a la vida, a la guerra o a la paz. La elección es nuestra. No hay término medio. Posponer o evadir decisiones es decidir. Transigir es decidir. No hay escapatoria y este es nuestro desafío y obligación como verdaderos discípulos del príncipe de la paz. Oremos por que el Espíritu Santo baje a otorgar el poder de la comunidad a los hombres y mujeres desde Jerusalén hasta los confines del mundo.

Señor, háznos instrumento de tu justicia. Haznos instrumento de tu paz. Haznos instrumentos para la renovación de tu creación.
Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad.

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