.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
La Jornada Michoacán
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones
Obituario
C A P I T A L
..

México D.F. Domingo 5 de septiembre de 2004

Angeles González Gamio

Pérdida dolorosa

Hace unos días falleció Eduardo Césarman, eminente cardiólogo, hermano de Teodoro, de la misma profesión y especialidad, quien murió hace unos años. La pérdida de ambos deja un gran vacío entre sus pacientes y amigos, ya que se caracterizaron por combinar la aplicación de la ciencia médica con un gran humanismo, que atendía los males físicos y los del alma, que, como bien sabemos, están íntimamente relacionados.

Al igual que su hermano Fernando, hasta la fecha destacado sicoanalista, incursionaron en la literatura y el periodismo y han dejado varios libros, algunos de poesía. Los tres estudiaron en la vieja Escuela de Medicina, que ocupaba el soberbio palacio que fuera sede del tribunal del Santo Oficio, popularmente conocido como La Inquisición, que se estableció en la Nueva España en 1571, en la hermosa Plaza de Santo Domingo; del edificio hemos hablado con anterioridad y es indispensable visitarlo con frecuencia, para deleitarse con su perfección y belleza.

En recuerdo de los entrañables hermanos Césarman, quienes como hombres cultos y sensibles disfrutaban de la historia, vamos a hablar de los primeros médicos que hubo en la Nueva España y la medicina que se enseñaba durante el virreinato. En 1521, recién concluida la conquista, sólo había en la ciudad de México tres médicos reconocidos como tales: Diego Pedraza, amigo cercano de Cortés, a quien acompañó durante la campaña contra México-Tenochtitlán. Como reconocimiento lo nombró "fiscal de los médicos cirujanos y ensalmadores y de todas las otras personas que curan y untan de enfermedades", y le dio un generoso solar en la Plaza de Santo Domingo.

Muy conocidos fueron Pedro López, El Viejo, que tenía fama de buen cirujano, y Cristóbal Ojeda, de quien se sabe que atendió las quemaduras que le causaron a Cuauhtémoc en los pies durante los crueles interrogatorios que le hicieron para que confesara dónde se encontraba el cuantioso tesoro que se decía tenía el emperador Moctezuma.

Junto a estos médicos "oficiales", había muchos "cirujanos barberos", que lo mismo afeitaban y cortaban el pelo que aplicaban sanguijuelas y efectuaban cirugías. Improvisados la mayoría, realizaron muchas barbaridades, que llevaron a que el Real Tribunal del Protomedicato les exigiera presentar un examen para otorgarles una certificación, sin la cual se les prohibía actuar, castigándoles severamente si contravenían dicha disposición. Entre los requisitos se les exigía una declaración por escrito donde justificaran "legitimidad y pureza de sangre", y una constancia de haber tenido práctica en el oficio, al lado de un cirujano certificado.

Estos personajes recibían licencia como "barbero flebothomiano", lo que además de cirugías menores y sacar muelas les permitía "arreglar" fracturas, puncionar abscesos, colocar vendas y, si la emergencia lo requería, que era con bastante frecuencia, efectuar amputaciones.

Entre los sitios donde primeramente se enseñó medicina de manera formal figura el Hospital Real de los Naturales. Fue aquí donde por vez primera se realizó la disección del cuerpo de un indígena, que había fallecido por la epidemia de cocoliztli, que en 1576 diezmó a la población autóctona y atacó a un buen número de españoles. Hace unos años, durante las obras del Metro salieron a la luz restos de dicho nosocomio, que estaba situado en la avenida San Juan de Letrán (hoy Eje Central), y llamaba la atención la enorme cantidad de esqueletos que aparecían entre los gruesos cimientos; seguramente buena parte de ellos, de los fallecidos en esa época.

Es interesante recordar que aunque la universidad inició sus cursos en 1533, la cátedra de medicina se instauró hasta 1578, y curiosamente el doctor que la presidió se llamaba Juan de la Fuente. Ese mismo año se publicó el primer libro sobre cirugía de Antonio López, el que practicó la primera disección, junto con el protomédico Francisco Hernández, con el título: Suma y recopilación de cirugía. Con un arte para sangrar muy útil y provechoso.

Para concluir, vamos a comer a uno de los restaurantes favoritos de Eduardo Césarman, el famoso Guria, ubicado en la calle de Colima 152, donde desde hace 21 años se degusta una de las mejores comidas españolas de la ciudad. Acompañando una manzanilla bien fría, es indispensable el entremés de jamón serrano, queso manchego y chistorra. De plato fuerte, unos chipirones o un bacalao a la vizcaína, que aquí es en trozos gruesos. Todo esto con un buen vino de Navarra, y de postre unos canutillos.

[email protected]

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm

Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Coordinación de Publicidad
Tels: (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00 Exts: 4900 y 4104

Email
Coordinación de Sistemas
Teléfonos (55) 91 83 03 11 y 91 83 03 77

Email

  © Derechos Reservados 2003 DEMOS, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V.
Todos los Derechos Reservados. Derechos de Autor 04-2003-08131804000-203.
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido sin autorización expresa del titular.
El título y contenido se encuentran protegidos por la legislación de la materia en la República Mexicana.