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México D.F. Miércoles 4 de agosto de 2004

Arnoldo Kraus

Nostalgia por el pasado

Con frecuencia decimos o escuchamos que el pasado fue mejor. Que los tiempos actuales son más difíciles. Que ya no es como antes. Que muchísimas instancias, personas y no pocas circunstancias -instituciones, seres humanos, naturaleza, actos deportivos, universidades- se han modificado para siempre. Que los valores humanos han cambiado, que el arte ha perdido su pureza, que el tiempo nos agobia en exceso, que la amistad se vive de otra forma y que la escucha y el calor entre las personas ha decaído.

Algunos hablan de tristeza, otros de melancolía y muchos de pérdida de valores; los lectores de la vida y de los vuelcos del corazón hablan de nostalgia por el pasado. Se habla de nostalgia por el pasado cuando el presente es triste o cuando el futuro parece demasiado lejano o demasiado incierto. Se invoca el pasado con nostalgia cuando los tiempos idos fueron buenos, vivos, acompañados de pasión y plenos de encuentros. Vivimos la nostalgia como una sensación dolorosa que baña la mirada cuando el espejo desvela que la realidad del presente no es agradable.

La nostalgia duele porque recuerda, lastima porque evoca, hiere porque implica ausencia. La nostalgia es un espacio que escarba y mancilla las entrañas porque conlleva pérdidas: del yo, de los otros yos, de los amoríos, de los amigos y de lo que vivimos como bueno. Escribo nostalgia y no utilizo los sinónimos que proponen los diccionarios -pesadumbre, melancolía, pena- porque la nostalgia vincula alma y tiempo con mayor intensidad. La melancolía también lo hace, pero, a diferencia de la nostalgia, es un estado usualmente asociado a depresión.

La nostalgia hiere porque su presencia suele ser cotidiana -"es como un hoyo profundo, como un hoyo cuyo final parece cada vez más lejano", me decía un paciente. Magulla porque su carga puede paralizar o disminuir el movimiento- "no tengo fuerzas suficientes para lidiar con el presente; el dolor por los tiempos pasados me inmoviliza." Lacera porque en sus venas corre la certeza de lo irrecuperable -"viajo con dos verdades: la de la muerte y la del tiempo que no vuelve. Temo más a la segunda."

No se muere por nostalgia, pero sí se sufre cuando su presencia es demasiada. La nostalgia no se cura ni mejora con medicamentos. No disminuye con antidepresivos ni desaparece cuando se visita al doctor. Para restañar sus heridas hay que recobrar lo perdido, hay que cavar en los vínculos entre el yo y los tiempos y esculpir el presente con miradas que mezclen lo viejo con lo nuevo. Hay que tratar de imitar en el presente el pasado y hay que habitar cada día y cada movimiento. Hay que vivir con nostalgia, pero no morir por nostalgia.

La nostalgia puede hacer que el dolor por la alegría perdida se convierta en una "especie" de enfermedad. Utilizo comillas porque ni la medicina ni la sociología consideran que la nostalgia sea una enfermedad "verdadera". Sin embargo, hay quienes se suicidan por nostalgia y hay sociedades que luchan hasta la muerte por recuperar terrenos, por revivir el pasado. En esos casos, la nostalgia adquiere tintes que semejan enfermedad si las pérdidas superan las virtudes del presente. La nostalgia es un problema serio y su solución compleja: Ƒcómo regresar al pasado?, Ƒcómo reconstruir lo gastado si el tiempo que se fue nunca retorna? La única forma de paliar los dolores de la nostalgia es supliéndolos por los bienes del presente -carpe diem- y por las certezas que brindan los nuevos días. Cuando el presente es nebuloso, Cioran dixit, poco hay que hacer.

La nostalgia por el pasado es vivencia de personas afortunadas, de quienes tuvieron buena vida. Es ese grupo el que percibe la nostalgia como el recuerdo de una dicha perdida. Es ese grupo -el que ha tenido la capacidad de decidir, de movimiento, de hablar- quien se queja con frecuencia y con amargura de los tiempos idos. Esa comunidad es la que denuncia la depauperización de la sociedad y de los valores humanos. Quienes tuvieron vidas afortunadas son los que perciben las incomodidades y las pérdidas en el mundo contemporáneo.

La nostalgia por el pasado es un fenómeno frecuente en nuestros tiempos. Desazón y malestar son algunas de sus caras. Frustración y dolor algunos de sus cuerpos. La nostalgia arrastra en sus redes vivencias y momentos irrecuperables. Suele incomodar porque, a pesar del progreso, muchos seres humanos encuentran que los tiempos viejos eran tiempos más humanos que los tiempos presentes.

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